Animal, protagonizada por Guillermo Francella y Carla Peterson, había llamado mucho la atención por sus avances. Dirigida por Armando Bo, muestra la historia de un hombre desesperado por un trasplante de riñón que no llega. Con una propuesta formal interesante, retrata cómo ante determinadas circunstancias todos somos animales.
Animal arranca mostrando la armonía familiar en la casa de Antonio (Guillermo Francella) y Susana (Carla Peterson). Padres de tres hijos, acomodados pero no derrochadores, parecen vivir sin mayores sobresaltos. Hasta que una mañana Antonio se desvanece mientras trota por la costanera. A pesar de todos los cuidados que mantiene sobre su salud, ahora necesita un trasplante de riñón. Su hijo le ofrece uno de los suyos, pero se arrepiente a último momento. La demora de la lista de espera y las fallas del sistema llevan a Antonio a buscar alternativas. Así se cruza con Elias, quien ofrece su riñón a cambio de una casa. Una vez que comprueban la compatibilidad, las exigencias de Elias aumentan, incitado por su ambiciosa novia Lucy. Y toda la armonía familiar entra en crisis: ¿Cuánto vale la vida de Antonio?
Los primeros minutos de la película ya muestran la intención narrativa de Bo. Un plano secuencia acompaña a Antonio a lo largo de la casa, despertando a sus hijos, preparando el desayuno. La primer ruptura que propone el director con el lenguaje clásico es incluir elipsis dentro de estos planos secuencias. Si la cámara no corta, mostrando acciones de corrido, se supone que el tiempo que pasa equivale al que vemos. Sin embargo, sin cortes, nos vamos trasladando al futuro, consolidando la idea que lo que vemos es una rutina. (Disculpas si lo anterior fue demasiado técnico pero lo tenía que mencionar, me partió la cabeza. Y así, si son afines a la teoría van a encontrar varios recursos interesantes).
En los apartados técnicos hay que destacar la belleza de muchos de sus encuadres. La elección de situar la historia en la ciudad de Mar del Plata termina siendo un plus. No es la Buenos Aires que estamos quizás cansados de ver, es un soplo de aire fresco. El mar, los cielos, lo gris de los paisajes se contraponen con la sangre del matadero donde trabaja Antonio. Animal tiene una fuerte identidad visual destinada a perdurar en la memoria del espectador.
Elias, el perturbador " data-medium-file="https://i1.wp.com/www.locoxelcine.com/wp-content/uploads/2018/05/5abe927f7d65c_1420_-e1526921233972.jpg?fit=300%2C142&ssl=1" data-large-file="https://i1.wp.com/www.locoxelcine.com/wp-content/uploads/2018/05/5abe927f7d65c_1420_-e1526921233972.jpg?fit=525%2C249&ssl=1" class="wp-image-1898 size-full" src="https://i1.wp.com/www.locoxelcine.com/wp-content/uploads/2018/05/5abe927f7d65c_1420_-e1526921233972.jpg?zoom=3&resize=288%2C137&ssl=1" alt="Animal" width="288" height="137" srcset="https://i1.wp.com/www.locoxelcine.com/wp-content/uploads/2018/05/5abe927f7d65c_1420_-e1526921233972.jpg?zoom=3&resize=288%2C137&ssl=1" src-orig="https://i1.wp.com/www.locoxelcine.com/wp-content/uploads/2018/05/5abe927f7d65c_1420_-e1526921233972.jpg?resize=525%2C249&ssl=1" scale="3" style="box-sizing: inherit; border-style: none; height: auto; max-width: 100%; display: block; margin-left: auto; margin-right: auto;">Perturbador
Lucy y Elias, sabiendo que la vida de Antonio depende del riñón, empiezan a invadir a la familia. Ambos personajes, con sus desplazamientos lentos y sus miradas intimidantes, logran perturbarnos y angustiarnos. Pero a la vez, el egoísmo que va demostrando Antonio nos complica una identificación plena. Queremos que se salve, pero a la vez estar de su lado nos genera muchas dudas. Su transformación me recordó al arco de Walter White, el icónico personaje de Brian Cranston en Breaking Bad. Y la pregunta es la misma: ¿En qué medida lo burocrático del sistema de salud saca a flote lo más oscuro y miserable del ser humano?
El Animal del título condensa la línea temática más fuerte de la película. La disputa por la casa es una cuestión territorial, básica, instintiva. El instinto de supervivencia individual de Antonio, que lo lleva a poner en crisis su vida, es animal. Elias, y sobre todo Lucy, desarrollan el mismo instinto, pero en otro sentido, con otras herramientas. En el rol de Susana puede leerse el cuestionado instinto maternal, de la madre siempre protectora de sus hijos. Y el lugar de trabajo de Antonio también nos remite a un tema, si se quiere primitivo: matamos a otros animales para alimentarnos de ellos.
Argumentalmente, la historia se sostiene bien, generando tensión y atrapando al espectador. Pero hay llegando al tercer acto unos giros que pueden desorientar o no encajar del todo bien con el verosímil construido. Cosas que no nos convencen, digamos.
Perturbadora, angustiante y estilizada, Animal es una propuesta destacada. No se queda solo en contar una historia, sino que puede abrir una veta reflexiva interesante. ¿Cuánto vale nuestra vida? ¿Todas valen lo mismo? ¿Qué es lo más importante que tenemos? ¿Cuán humanos y cuán animales somos?