La desesperación a punto de ebullición sanguínea
Llegó a la cartelera argentina la nueva película escrita y dirigida por Armando Bo, nieto homónimo del reconocido director de cine nacional, Animal (2018). Armando Bo ya se ha destacado en el 2012 con su relato El Último Elvis y ha tenido un exitoso paso por Hollywood como co-guionista de Birdman (2014) y Biutiful (2010), ambas dirigidas por el mexicano Alejandro González Iñárritu.
En esta ocasión Bo nos sorprende con Animal, un drama existencial que posee un excelente equilibrio entre la estética y la narración, pues qué mejor que cuando un film posee una simbiosis perfecta entre lo que se dice y cómo se dice.
Animal narra la historia de Antonio, un hombre de mediana edad con una familia “tipo” perfecta cuyos vínculos son armoniosos, posee un trabajo estable y una buena situación económica. Un hombre que ha dejado de fumar y hace deporte todos los días, pero todo cambiará cuando Antonio comience a tener problemas de salud que lo desesperan y empujan a los lindes de lo inmoral. Pues el protagonista en cuestión, interpretado de forma extraordinariamente verosímil y precisa por Guillermo Francella, estará dispuesto a todo cuando ante el miedo a la muerte en su interior, su sangre esté efervescente debido a la impotencia. Después de todo, una de las cosas que nos enseña la sociedad es que el dinero puede comprarlo todo, ¿pero la salud? ¿Puede comprarse la salud? Este es uno de los interrogantes en los cuales indaga la película. Sin embargo, si hay algo que es seguro es que el tiempo no puede comprarse.
Aquí el escenario marplatense está caracterizado por un mar agitado, al igual que la sangre, ese líquido rojo interior, ambos metáforas del estado emocional de Antonio, a quien tras la angustiante espera se le despierta el instinto animal -en el sentido más darwiniano del mismo- orientado a la supervivencia del más apto.
Mediante una excelente dirección de actores y diálogos inteligentes, Animal compone una profunda crítica al sistema posmoderno lleno de burocracias que terminan de producir en el ser humano un desgaste considerable, e incluso empujarlo a situaciones límite e ilegales. En esa sociedad el esfuerzo y el trabajo no son compensados, ni tampoco parecen serlo las conductas “correctas” o “morales”.
Ante la angustia de Antonio aparecen dos jóvenes de bajos recursos tanto económicos como educativos, quienes representan lo opuesto al crescendo de vida del protagonista. Mientras que este último ha logrado todo lo que tiene con esfuerzo, el personaje masculino de dicha pareja en cuestión, Elías (Federico Salles), se hace pasar por paralítico para pedir limosna y se rehúsa a conseguir un empleo. Esta joven pareja representa a una generación o clase social que espera tener cosas rápidamente y con el menor esfuerzo, abusándose de la situación que padece Antonio.
En conclusión, Animal es un relato muy atrapante, bien construido en todas sus áreas artísticas y técnicas, con buenas actuaciones, una excelente dirección e incluso una musicalización utilizada siempre con criterio para reforzar semánticamente la narración. Animal es sin dudas es uno de los mejores largometrajes del reciente cine nacional, que a pesar de dejar al espectador consternado y reflexionando, no es para un público selecto, sino comprensible y recomendable para todo tipo de espectador. Esta película presenta una interesante visión de la sociedad actual, en la que parece que “no siempre podemos obtener lo que queremos (…) pero quizás sí lo que necesitamos”.