La ciudad Elementos (Elemental, 2023) donde transcurre la acción da título a la nueva película de los célebres estudios de animación Pixar, dirigida por Peter Sohn (Un gran dinosaurio/ The Good Dinosaur, 2015). Si bien posiblemente el filme no sea ubicado en la cumbre de la filmografía de Pixar, la bella animación y ternura de la historia se combinan para deleitar, conmover y entretener al público. Si se retoma el concepto del “convivio” de la sala -propuesto por el crítico y teórico teatral Jorge Dubatti- se ha observado que los chistes resultan efectivos y que la narración posee momentos muy tiernos que logran emocionar al espectador. En la ciudad "Elementos", vive una joven de fuego llamada Ember Lumen (apellido que en física refiere al “flujo de luz”) y un muchacho de agua llamado Wade Ripple (cuyo apellido significa “onda” en inglés), quienes tras un encuentro casual (como en toda comedia romántica) intentan poder vivir un “amor imposible”. Al respecto, tal como una de las características del género del melodrama tradicional, éste es un amor "interclasial/interracial" que deberá atravesar varios obstáculos. En la película Ember hace referencia a la clase social privilegiada a la que pertenece Wade, al parecer los seres de agua estarían en la cima de la pirámide social. En adición, según Bernie, el padre de Ember, los elementos no deben mezclarse entre sí, él odia a los elementos de agua porque siempre se ha sentido discriminado por los mismos. En consecuencia, las diferencias no sólo son de clase, sino también étnicas. ¿Cómo hacen el agua y el fuego para siquiera poder tocarse, sin perjudicarse mutuamente? ...
Tras una larga espera para los fanáticos de La Sirenita (The Little Mermaid, 1989), una de las animaciones más recordadas del periodo de “renacimiento” de los Disney Studios, ha llegado el estreno de la versión live action. La Sirenita (The Little Mermaid, 2023) es dirigida por Rob Marshall -Chicago (2002), Memorias de una Geisha (2005), Nine (2009) y El regreso de Mary Poppins (2018)-, quien posee experiencia en el género musical, lo cual es notorio en el largometraje en cuestión y no es la primera vez que debe realizar un relato marítimo fantástico, ya lo había hecho en Piratas del Caribe: Navegando aguas misteriosas (2011). Tanto la versión animada de 1989 como la actual, están basadas en el cuento homónimo del autor danés Hans Christian Andersen, publicado en 1837. Lo que pocos saben es que antes que Disney, el estudio japonés Toei Animation, ya había realizado una transposición animada, más fiel al cuento, llamada Andersen Dowa: Ningyo Hime (Hans Christian Andersen's The Little Mermaid, 1975 de Tomoharu Katsumata). Recordemos rápidamente que además del filme de 1989, Disney ha usufructuado el personaje de Ariel, realizando una serie animada de tres temporadas Las nuevas aventuras de la sirenita (1992-1994), una secuela del largometraje titulada La Sirenita II (2000) y otra serie televisiva llamada Los comienzos de Ariel (2008). La Sirenita (2023) inicia con una cita del texto literario que enuncia: “Una sirena no tiene lágrimas y eso hace que sufra mucho más”. A pesar de ello, al igual que su predecesora versión animada, la protagonista no sufre tanto aquí, puesto que el filme mantiene el happy-end, en lo que difiere rotundamente del trágico desenlace del cuento de hadas de Andersen y su simbología. La película narra la historia de Ariel, una joven sirena, la menor de sus hermanas, hija del rey Tritón. Ella posee un espíritu rebelde y tiene mucha curiosidad por ese otro mundo terrestre, tanto por los objetos que allí se encuentran, como por los humanos. Pero su padre le prohíbe extenderse a ese terreno, debido a la desconfianza que le tiene a los humanos, porque según él su esposa falleció a causa de ellos. Esto es un aditivo de esta versión, en la animada no se hacía tanta mención al pasado de la madre de Ariel. Tritón describe a su hija menor como parecida a su difunta madre, por su interés en el mundo de la superficie. A pesar del mandato paterno, Ariel desobedece sus órdenes en busca de su propio destino, en dicho sentido la pieza es una Coming of Age. La protagonista es interpretada carismáticamente por Halle Bailey, quien se destaca principalmente por su talento vocal, es un placer escucharla cantar. A través de las canciones ella expresa que quiere más, el mundo marino que conoce no le es suficiente. Por un lado, el relato presenta elementos de empoderamiento en Ariel, por ejemplo, al rebelarse al patriarcado y salvar ella al caballero al inicio, pero, por otro lado, la motivación principal surge tras enamorarse de un humano, Eric. Si se analiza desde la perspectiva de género, las objeciones son preexistentes, ya que provienen del texto literario. Recordemos que los cuentos de hadas eran aleccionadores y pedagógicos para el comportamiento de niñas y jovencitas. Retomando el argumento, en consecuencia, Ariel recurre a la bruja del mar, Úrsula, una mujer-pulpo (otra morfología peyorativa perteneciente a la tradición patriarcal), con quien hará un pacto. A cambio de volverse humana, deberá otorgarle su preciada voz de sirena a la bruja, y debe besar al príncipe Eric antes de que se rompa el hechizo o su alma le pertenecerá a Úrsula. En adición, dicha entrega enfatiza los puntos en común entre el carácter de Ariel y la personalidad del marinero Eric (interpretado correctamente por Jonah Hauer-King), queriendo suavizar que la motivación de Ariel es amorosa. Ambos gustan de coleccionar antigüedades y explorar nuevos sitios. Asimismo, si bien los dos tienen linaje real, en la presente historia Eric ha sido adoptado, lo cual invierte la asimetría original del amor interclasial (característico del melodrama), enfatizando el amor “interracial”. Ella es una sirena, él es un humano, su amor parece ser imposible (otro rasgo del género del melodrama). Pero como ya es sabido ella renunciará a su esencia, a sus características originales por ese amor, “algún día seré parte de tu mundo”. Para que ese amor sea posible, la mujer -que pasa de la adolescencia a la adultez- cambia su identidad por un hombre. Pasa de ser una sirena, a una humana, mitológicamente la sirena también implicaba un símbolo de tiempos de transición (del terrestre al marino), aquí el pasaje es inverso. Aunque, también puede interpretarse como una búsqueda identitaria propia, uno no debería dejar de ser quien es para conseguir lo que desea o hacer su propio destino. Sin embargo, es ella quien debe transformarse para que el amor “inter-clasial/racial” sea posible. Incluso cuando Ariel ingresa al palacio donde vive Eric con su familia, se le coloca un corset. Después de la libertad que su naturaleza le proveía, pasa la domesticación y opresión del corset. Es necesario hablar de la corrección política actual de los Disney Studios, los intentos superficiales por dar una imagen inclusiva y de diversidad han traído polémicas. En este caso se considera que la elección de la protagonista es acertada. Si bien la tradición literaria occidental, pero sobre todo la de las artes visuales europeas han representado a las sirenas como mujeres blancas de largos cabellos, con eso se corresponde con los cánones de belleza hegemónicos, que son los que realmente hay que cuestionar. En adición, las hijas de Tritón, son sirenas de los siete mares, por eso pertenecen a distintas etnias (en la versión animada ya tenían distinto color de pelo, igual que en la versión japonesa), en La Sirenita (2023) la diversidad cultural es enfatizada. Mitológicamente las características -tanto físicas como de carácter- de las sirenas varían según la región de origen de cada narrativa, por ende, esta propuesta tampoco desentona. En contraposición, lo que si se considera extraño es que la reina Selina, madre de Eric, tenga tez negra (por más que se explique que no es su madre biológica). Se sabe que es un relato fantástico, pero cada obra de arte, es producto de su contexto de producción, por ende, en ese periodo antiguo, representar que era posible que una persona de dichas características físicas sea de la aristocracia, desliza el peligro de caer en la negación histórica. Es decir, hay un contexto y mundo de referencia al que el autor apela, y esta elección que a simple vista parece inocente, puede implicar negar la lamentable existencia histórica de la esclavitud y del racismo. Esta falsa corrección política de Disney, una vez más no entiende que menos, es más. Cuánto más intenta enfatizar la inclusión, más superflua resulta su representación. ¿Por qué los haters se han quejado tanto de la protagonista de La Sirenita (2023) y no se han tomado el tiempo para pensar que tanto en Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (2023) y Guardianes de la Galaxia Vol.3 (2023) ambos villanos son de tez negra? ¿Creen acaso que eso es al azar o inocente? Finalmente, en este traspaso al lenguaje de “acción real” los personajes del reino acuático y animal han perdido protagonismo, nos referimos a Sebastian, Flounder y Scuttle. Sebastian y Scuttle se ven algo extraños con los efectos del CGI, sin embargo, su estética no es tan desacertada o desagradable como los efectos de El Rey León (2019). En adición tampoco resultan del todo convincentes las interpretaciones del Rey Tritón (Javier Bardem) y Úrsula (Melissa McCarthy). Si bien las actuaciones no son artificiosas, ambos no logran sacarle provecho a sus respectivos personajes, no desentonan, pero tampoco se lucen. En conclusión, la película en cuestión resulta entretenida y emotiva, esto último gracias al talento musical de Halle Bailey. Igualmente, el traspaso al live action es logrado y mejor que las últimas entregas, pero no está al mismo nivel que las predecesoras 101 Dálmatas (1996) o El libro de la selva (2016). Asimismo, a pesar de su efectividad presente, no brinda resignificaciones o un aporte que lleve al filme a perdurar a largo plazo.
La continuación de Cuando ellas quieren (Book Club, 2018), traducida equívocamente una vez más al español, mantiene tanto al director Bill Holderman, como a su coguionista Erin Simms, lo cual resulta evidente, puesto que prácticamente replica la estructura narrativa y el sistema de personajes de su predecesora. Al igual que la primera parte, Cuando ellas quieren más (Book Club: The Next Chapter, 2023) comienza con un racconto que sintetiza que ha ocurrido en la vida de cada una de las cuatro mujeres -Vivian (Jane Fonda), Diane (Diane Keaton), Sharon (Candice Bergen), Carol (Mary Steenburgen)- justo después de donde había finalizado el largometraje del 2018. Luego de la secuencia de condensación para ubicar al público, llegamos al presente del relato. Vivian se ha comprometido con Arthur (Don Johnson), Diane sigue en pareja con Mitchell (Andy García), Carol continúa casada con Bruce (Craig T. Nelson), quien se recupera de un infarto. Por otro lado, Sharon sigue experimentando la sexualidad en su soltería y acaba de jubilarse. Mientras la primera entrega hacía referencia al primer libro de su club de lectura, la novela Fearof Flying (1973, Erica Jong) -la cual fue famosa por su controversial retrato sobre la sexualidad femenina, vital en el desarrollo de la segunda ola feminista-, esta secuela inicia con una cita al libro El Alquimista de Paulo Coelho, cuya relación intertextual continuará durante toda la película. Mientras cada una de ellas intenta adaptarse a los desafíos que les propone esta nueva etapa de su vida, en una de sus reuniones encuentran una libreta en la cual habían planeado, pero no concretado un viaje a Italia. En consecuencia, acorde con las ideas planteadas por Coelho en su libro, buscarán señales del destino para abolir las excusas y realizar el viaje pendiente porque “cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo.” A continuación, alternando la comedia de enredos (screwball comedy) con la comedia romántica, estas cuatro amigas que rondan los 70 años de edad, se aventurarán por distintas ciudades italianas, aceptando nuevos desafíos. Resulta pertinente destacar allí la sorpresiva participación de Giancarlo Giannini (a sus 80 años), la estrella del cine italiano e internacional. La película no es solo sobre las relaciones de pareja, sino principalmente sobre la amistad entre las protagonistas, que han alimentado ese vínculo durante 50 años. Al respecto, es muy acertado y genuino que, tanto en la película anterior como en la presente, se escenifique un momento clave, en que las cuatro amigas se sinceran entre sí y se “cantan” las verdades, ayudando a la anagnórisis (reconocimiento, revelación) que permitirá la resolución del conflicto que atraviesa cada una de ellas. En cuanto a las actuaciones, continúa vigente la buena química entre todas, logrando componer un vínculo creíble y empático. Crítica de “Cuando ellas quieren más”, comedia con Jane Fonda, Diane Keaton, Candice Bergen y Mary Steenburgen CRÍTICAS Denise Pieniazek Por Denise Pieniazek Viernes 12 de mayo de 2023 La continuación de Cuando ellas quieren (Book Club, 2018), traducida equívocamente una vez más al español, mantiene tanto al director Bill Holderman, como a su coguionista Erin Simms, lo cual resulta evidente, puesto que prácticamente replica la estructura narrativa y el sistema de personajes de su predecesora. Al igual que la primera parte, Cuando ellas quieren más (Book Club: The Next Chapter, 2023) comienza con un racconto que sintetiza que ha ocurrido en la vida de cada una de las cuatro mujeres -Vivian (Jane Fonda), Diane (Diane Keaton), Sharon (Candice Bergen), Carol (Mary Steenburgen)- justo después de donde había finalizado el largometraje del 2018. Luego de la secuencia de condensación para ubicar al público, llegamos al presente del relato. Vivian se ha comprometido con Arthur (Don Johnson), Diane sigue en pareja con Mitchell (Andy García), Carol continúa casada con Bruce (Craig T. Nelson), quien se recupera de un infarto. Por otro lado, Sharon sigue experimentando la sexualidad en su soltería y acaba de jubilarse. Mientras la primera entrega hacía referencia al primer libro de su club de lectura, la novela Fearof Flying (1973, Erica Jong) -la cual fue famosa por su controversial retrato sobre la sexualidad femenina, vital en el desarrollo de la segunda ola feminista-, esta secuela inicia con una cita al libro El Alquimista de Paulo Coelho, cuya relación intertextual continuará durante toda la película. Mientras cada una de ellas intenta adaptarse a los desafíos que les propone esta nueva etapa de su vida, en una de sus reuniones encuentran una libreta en la cual habían planeado, pero no concretado un viaje a Italia. En consecuencia, acorde con las ideas planteadas por Coelho en su libro, buscarán señales del destino para abolir las excusas y realizar el viaje pendiente porque “cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo.” A continuación, alternando la comedia de enredos (screwball comedy) con la comedia romántica, estas cuatro amigas que rondan los 70 años de edad, se aventurarán por distintas ciudades italianas, aceptando nuevos desafíos. Resulta pertinente destacar allí la sorpresiva participación de Giancarlo Giannini (a sus 80 años), la estrella del cine italiano e internacional. La película no es solo sobre las relaciones de pareja, sino principalmente sobre la amistad entre las protagonistas, que han alimentado ese vínculo durante 50 años. Al respecto, es muy acertado y genuino que, tanto en la película anterior como en la presente, se escenifique un momento clave, en que las cuatro amigas se sinceran entre sí y se “cantan” las verdades, ayudando a la anagnórisis (reconocimiento, revelación) que permitirá la resolución del conflicto que atraviesa cada una de ellas. En cuanto a las actuaciones, continúa vigente la buena química entre todas, logrando componer un vínculo creíble y empático. Así como un buen vino mejora con los años, como les dicen a ellas unos jóvenes en el filme“cuánto más viejo es el viñedo, más dulce es la fruta”, y esto puede aplicarse tanto a cada una de ellas como mujer, como también a su añeja amistad. Por último, la “moraleja” principal que esboza el relato reside en que cada mujer es capaz de tomar el control de su propio destino y establecer sus propias reglas, porque “el próximo capítulo, siempre es el mejor” (“The Next Chapteris Always the Best”).Todas se arriesgan con un gesto de valentía saliendo de sus zonas de confort, demostrando que nunca es tarde para ir en busca de la felicidad. En conclusión, Cuando ellas quieren más es una pieza entretenida pero no sorprendente, es meramente pasatista. En adición, la narración es menos efectiva o graciosa que su predecesora, a pesar de algunos momentos ocurrentes como la escena en el museo de Roma. Quizás esto se deba aque en esta secuela se sienten más impostados algunos diálogos, sin embargo, hay que destacar que Jane Fonda resulta ser la más carismática y convincente de todas ellas. Si bien no se suele considerar pertinente catalogar o encasillar a una película para un tipo de público determinado, lo cierto es que ambas entregas apelan a la identificación del público mujeril.
"De almas y mentes rotas" Después de nueve años, tras el éxito de su último largometraje Relatos Salvajes, Damián Szifrón nos presenta su nueva película titulada Misántropo, producida en Estados Unidos. Por Denise Pieniazek Misántropo (To Catch a Killer, 2023), el nuevo largometraje del talentoso realizador Damián Szifrón (Relatos Salvajes, Tiempo de valientes, El fondo del mar, Los Simuladores, Hermanos y detectives) se estrena en 113 salas argentinas. Szifrón comenzó a trabajar en dicho proyecto incluso antes que en Relatos Salvajes (2014), en el 2010 ya tenía el título en mente y el concepto principal, lo cual fue retomado durante el 2015/2016 cuando recibió invitaciones para filmar en el exterior. El relato inicia en la víspera de año nuevo en Baltimore, Estados Unidos, mientras la gente festeja, un repentino y misterioso ataque tiene como consecuencia 29 muertos, sin dejar ni un solo rastro. Una joven policía de bajo rango, Eleanor Falco -interpretada por Shailene Woodley-llega rápidamente a la escena del crimen, mostrando buen instinto en su desempeño en medio de la tragedia. En consecuencia, el líder de la investigación Geoffrey Lammark (Ben Mendelsohn) del FBI, la convoca para formar parte de su equipo para capturar al responsable de los crímenes que atormentan a la ciudad. El director argentino ha mencionado en diversas entrevistas* que el largometraje posee relaciones intertextuales con películas que lo han impactado desde temprana edad, tales como Nighthawks (1981,Bruce Malmuth/Gary Nelson), The French Connection (1971,William Friedkin), Dirty Harry (1971, Don Siegel/Clint Eastwood), Tightrope (1984, Richard Tuggle/Clint Eastwood), The Verdict (1982,Sidney Lumet) y The Parallax View (1974, Alan J. Pakula),la mayoría de ellas tienen un asesino serial o el crimen como tema principal, frente a uno o dos policías que intentan resolver el caso. Dicho largometraje perteneciente al género policial, remite en su tono y estilo a las películas de temática similar que oscilan desde´70 hasta los´90. Sin embargo, mientras que en la mayoría de ellas eran hombres los que resolvían los casos, existían excepciones con las que puede establecerse un vínculo con la obra en cuestión, puesto que las mujeres son protagonistas y resuelven el crimen. Por ejemplo: El coleccionista de Huesos (The Bone Collector, 1999), El imitador (Copycat, 1995), Besos que matan (Kiss the Girls, 1997), rol que aquí es ocupado de forma más que convincente por Shailene Woodley. La narración se ocupa de mostrar que aún en la actualidad las instituciones policiales siguen siendo mayormente masculinas. Desde la primera escena, Misántropo, logra desplegar la intriga y manejar hábilmente el suspense, para mantener atrapado al espectador durante todo el relato. Allí se representan dos lógicas en tensión, la lógica del asesino y la lógica del sistema policial. Y entremedio Eleanor, que por sus características atípicas en una policía y por ser una “mujer rota” logra razonar desde el punto de vista del homicida. Porque Szifrón acentúa estos rasgos de “anti-héroes” que ya estaban presentes en las películas de los´70, ´80 y ´90 mencionadas anteriormente, que hacen a sus personajes más humanos y menos perfectos. Debido a la incomodidad temática del filme respecto a los asesinos seriales, tiroteos o posibles actos terroristas, y también, posiblemente por las fuertes críticas que la obra esboza sobre las instituciones de poder norteamericanas, cómo opera el gobierno, su sistema policial, etc., la realización de la película padeció varios avatares. Asimismo, el pasaje del título origina Misántropo al título en inglés To Catch a Killer (cuya traducción sería “Para atrapar al asesino”), quizás apuntando -salvando las distancias- a que resuene el título a la conocida To Catch a Thief (Para atrapar al ladrón, 1955) de Alfred Hitchcock. Respecto a esto el director expresó su disconformidad, ya que prefería que el título en inglés sea Misanthrope, puesto que condensa el sentido del filme en sí mismo. Respecto a Hitchcock, cuyo cine Szifrón ha confesado admirar desde sus inicios, resulta pertinente advertir la utilización en más de una ocasión de luces parpadeantes que oscilan entre el rojo y el azul -recordemos que el director de fotografía es el argentino Javier Julía-, las cuales remiten al final de La Soga (Rope, 1948). A pesar de que hacia su desenlace decae un poco el ritmo del relato, el guión escrito en conjunto entre Szifrón y el británico Jonathan Wakeham, decide correr riesgos poco frecuentes, los cuales no mencionaremos para evitar los spoilers. Asimismo, el realizador demuestra valentía, al explicitar la hipocresía del sistema norteamericano y cómo se escribe a conciencia la narrativa de una “historia oficial”, a la cual le preocupa más una resolución rápida que la verdad. Parafraseando a uno de los personajes que cita el filme Tiburón (Jaws, 1975) “…Al final de la película el alcalde seguía siendo el alcalde”. El final termina por completar la tesis social esbozada previamente por el personaje del asesino, con fuertes objeciones hacia la sociedad capitalista, al concepto de espectáculo que brindan los medios de comunicación masivos en complicidad con el poder de turno y la lucha de poder dentro de las instituciones gubernamentales, donde todos quieren atribuirse el mérito que no les corresponde. En conclusión, Misántropo presenta un atrapante policial que merece ser apreciado en una sala de cine.
"Todo por unas zapatillas" La película Air, narra la historia detrás de la génesis de las exitosas zapatillas “Air Jordan”, diseñadas para el aquel entonces novato jugador de basketball, Michael Jordan. Por Denise Pieniazek Air: La historia detrás del logo( Air,2023) inicia su relato en 1984, cuando la marca deportiva Nike, situada en Oregón, Estados Unidos, atraviesa una crisis en la sección de zapatillas de básquet, debido a las bajas ventas y a la competencia que enfrenta con otras empresas como Adidas y Converse. Con el fin de revertir la situación, el cofundador y director ejecutivo de la compañía Phil Knight (interpretado por Ben Affleck, quien además dirige por quinta vez) y el vicepresidente de marketing Rob Strasser (Jason Bateman) le solicitan a Sonny Vaccaro (personificado empáticamente por Matt Damon) que encuentre una figura deportiva atractiva para convertirse en la cara de la línea. El talento del ejecutivo de marketing deportivo Sonny Vaccaro, reside en conocer sobre el deporte y según el filme entender prontamente que había algo distintivo en la figura de Jordan, su grandeza. Por eso a pesar de la falta de presupuesto de la empresa decide perseguir y persuadir a Michael Jordan para que elija a Nike por sobre Adidas o Converse, marcas líderes en ese mercado en ese entonces. Para ello Nike no sólo debe convencer a quien luego sería el mejor basquetbolista del mundo, sino también a sus padres, principalmente a su temperamental madre Deloris, interpretada por una conmovedora Viola Davis. Al respecto, la película tiene tanto respeto por la figura de Michael Jordan que se lo representa prácticamente de espaldas cada vez que aparece, puesto que Jordan hay uno solo. El filme basado en hechos reales, narra que a mediados de los ´80, Nike estaba decidida a aprovechar el talento futuro de Michael Jordan otorgándole una línea de calzado exclusiva con los colores del equipo Chicago Bulls, infringiendo las normas de la NBA. Por ende, Air brinda al público una historia con poder de síntesis, que logra hacer interesante para toda clase de espectadores la creación de las zapatillas “Air Jordan”. Puede resultar especialmente atractiva a quienes estén interesados en el deporte, el marketing o el diseño. En conclusión, el ritmo dinámico y la acertada dirección de Ben Affleck, junto al buen equilibrio entre el humor y la emoción, producen como resultado una obra entretenida y disfrutable. Una vez más el cine vuelve a reunir en pantalla a la dupla tan querida compuesta por Damon-Affleck, quienes han escrito juntos el guión de En busca del destino (Good Will Hunting, 1997) y más recientemente El último duelo (The Last Duel, 2021). Por último, el largometraje logra retratar detalladamente el clima de época de los ´80, mayoritariamente gracias a su lograda ambientación. Sin dudas, la génesis de la línea de productos “Air Jordan” merecía ser llevada a la pantalla grande, puesto que lograron impactar enormemente en la industria deportiva, del entretenimiento y del deporte. Fueron esas zapatillas y la figura de Jordan las que revolucionaron el negocio de la indumentaria deportiva, fue la primera vez que un atleta obtenía un porcentaje directo por la ganancia en las ventas del producto.
Crítica de “El Falsificador”, biopic sobre Cioma Schönhaus, perseguido por la Gestapo La película se estrena dentro del 22º Festival de Cine Alemán que se lleva a cabo del 8 al 14 de septiembre en Cinépolis Recoleta. El Falsificador (Der Passfälscher, 2022) está basado en las memorias de Cioma Schönhaus, publicadas en 2004 bajo el título de El falsificador de pasaportes. Tal rótulo se debe a que en una Berlín atravesada por la Segunda Guerra Mundial, el joven Cioma, para salvarse de los nazis por su origen judío falsificó su identidad y asi mismo ayudó a aproximadamente 300 personas con la producción de documentos falsos. La historia de vida de Schönhaus es sorprendente, pero no única, por eso este periodo terrible de la humanidad es el más representado en la historia del cine. Al respecto, resulta pertinente recordar el filme Los falsificadores (Die Fälscher, 2007) en donde un exitoso falsificador de dinero es capturado por los nazis y obligado a trabajar para ellos en la “Operación Bernhard” junto a otros judíos. En el caso de El Falsificador, el trayecto es el inverso, Cioma debido a su talento manual con las artes gráficas, es contratado por un hombre de la aristocracia -con orígenes judíos semi desconocidos- para falsificar documentos que ayuden a otros judíos a escapar de los nazis y de este modo salvarles la vida. El aspecto “ario” de Cioma a sus 21 años (interpretado cálidamente por Louis Hofmann de 25 años, conocido por participar en la serie Dark y quien se encuentra en tratativas para su próximo proyecto con los hermanos Duffer, creadores de Stranger Things) le permite llevar a cabo lo que el mismo denomina como “mimetismo”, es decir poder camuflarse, como lo hacen los animales, entre los nazis. Luego de que su familia es deportada a los campos de concentración, el joven se propone que nadie, ni siquiera los temibles nazis, le quiten sus ganas de disfrutar la vida. Esto, está muy bien esbozado en la película en donde mientras que los ojos de Cioma emanan tristeza, su boca se permite aun sonreír. Dicha ambivalencia en el personaje, es resaltada por cierta inconsciencia o desparpajo que mediante la imitación de la conducta antisemita le permite sobrevivir a través de ese disfraz, de la máscara, cada vez que sale a la calle. El instinto de supervivencia del protagonista intenta sobreponerse a la forma despiadada y siniestra en que operaba el nazismo, despojando a cada individuo de sus pertenencias materiales y afectivas, hasta subsumirlo a ser un sujeto, hasta suprimirlos de todo rastro de dignidad y humanidad. En adición, en la conferencia de prensa, la directora y guionista Maggie Peren, declaró que su intención era representar el terror de estado sembrado por el antisemitismo y la xenofobia “sin uniformes”, lo que se puede interpretar como una poética construida a través de la ausencia. Es decir, que en la película aparecen muy poco los soldados u oficiales nazis y, sin embargo, se logra transmitir muy bien el miedo latente y constante en la sociedad. Pero también, se simboliza la complicidad -ya sea desde el silencio, la falta de empatía o su inacción- y responsabilidad del resto de la sociedad alemana. Asimismo, el esquema actancial, cuyos personajes poseen profundidad psicológica, puesto que son contradictorios y humanos. Por ende, no hay una división tradicional entre buenos y malos, sino seres ambiguos y quebrados por un contexto en guerra. Por último, acertadamente la obra rinde homenaje a aquellos “héroes anónimos” que, durante la segunda guerra mundial, a pesar de todo se arriesgaron ellos mismos para salvar a otros.
"Para poder hacerlo, primero hay que imaginarlo" Esta semana llega a las salas de cine argentinas la película Ellas hablan, que posee dos nominaciones a los premios Oscars, cuya entrega es el próximo domingo 12 de marzo. Por Denise Pieniazek “Toda mujer que quiera proyectarse en la acción debe matar al dragón de la inseguridad que lleva en sí misma.” María Luisa Bemberg Ellas hablan (Women Talking, 2022) es una transposición de la novela homónima de Miriam Toews, escrita y dirigida por Sarah Polley. Mientras la novela se inspiró en eventos reales sucedidos en una colonia Manitoba, una comunidad Menonita aislada en Bolivia, el filme transcurre en un paisaje rural -sin rasgos distintivos- donde un grupo de mujeres de una comunidad religiosa aislada, cansadas de la opresión patriarcal, intentan reconciliar su deseo de libertad con sus creencias religiosas. Si bien se supone que la historia se sitúa en el 2010 según explica la síntesis argumental, lo cierto es que desde su tratamiento resulta acertadamente atemporal. Esto torna a la obra más interesante, porque le da cierto clasicismo al relato. Es decir, Ellas hablan podría interpelar lo que les sucedió a muchas mujeres ya sea hace siglos, en el 1900, en la actualidad o en el futuro, y seguramente continúe haciendo sentido. El consejo de diversas mujeres conversa incansablemente para votar si irse, quedarse y pelear o no hacer nada, y la decisión no es para nada simple. A medida que avanza el relato se va entregando al espectador misteriosamente más información sobre qué es lo que sucede en esa comunidad patriarcal y desigual. El dominio varonil es justificado desde la tesis religiosa, en donde cualquier expresión mujeril de disconformidad o hasta la pérdida de embarazos (resultado de las violaciones sistemáticas) es calificada como una respuesta de lo “femenino salvaje”. Asimismo, las violaciones brutales que estas mujeres y jovencitas padecen son ignoradas y atribuidas -injustamente y convenientemente- a un “acto del demonio”. En esta reunión están presentes mujeres de distintas edades, unidas por el hartazgo de la violencia de género de las cuales son víctimas sistemáticamente hace años. Algo curioso del relato, es que las niñas son las que pronuncian los parlamentos más sensatos, mientras que algunas adultas -quizás por miedo y culpa (religiosa)- les cuesta ver la posibilidad del cambio, como por ejemplo a Mariche (Jessie Buckley) quien se muestra reticente, aunque es, sin embargo, una de las más sufridas al igual que “Scarface” Janz (Frances McDormand). Por otro lado, Salomé (Claire Foy), contrario al significado pacífico de su nombre, es la más belicosa. Mientras que en una actitud más reflexiva se encuentran Ona (Rooney Mara), Agatha (Judith Ivey) y Greta (Sheila McCarthy). También con menor presencia escénica, se encuentra Melvin, un joven transgénero, que cuando era una niña fue violada y desde entonces ya no habla excepto con los niños a quienes cuida. Es complejo que esta descripción pueda transmitir lo acertada y atrayente que resultan las discusiones y los disímiles puntos de vista que expresan las distintas mujeres, que tienen como resultado un intercambio enriquecedor que da cuenta de la perspectiva de género que posee la enunciación. Prácticamente todo el largometraje transcurre en un mismo espacio y se centra en un grupo reducido de personajes, que lo acercan a una puesta en escena muy teatral y que a pesar de su inacción resulta atrapante. En adición, los hombres están mayormente fuera de campo, a excepción, de August (Ben Whishaw), un joven maestro de escuela, cuya familia ha sido excomulgada y que por ende posee la confianza de las mujeres, debido a la militancia de su difunta madre. Su tarea es documentar todo lo conversado en la reunión, puesto que a ninguna de las mujeres se les enseña a leer o escribir. Al respecto, de forma sutil y brillante la película esboza una reflexión sobre la importancia del lenguaje y sobre aquello que no se habla, el silencio de lo que todas saben, pero nunca se explicita: las violaciones. No hay lenguaje para semejante aberración. Pero ellas son conscientes de la importancia de documentar lo sucedido, no sólo a través de la historia oral, sino también a través de la escritura y de los dibujos que funcionan como “jeroglíficos”. Porque el lenguaje está ligado a poder imaginar un mundo distinto, como expresa Ona “es fácil olvidar que es posible”. En adición, el lenguaje está ligado a la capacidad de pensar, como expresa Ona “poder pensar quiénes somos (…) A nadie nunca le importó qué pensamos”. En consecuencia, una de las cuestiones más inquietantes de la narración es que cuando comienza el relato una voz over de una joven dice: “Lo que sigue es un acto de imaginación femenina (…) Esta historia termina antes de que nacieras” y en el desenlace “…Tu historia será distinta a la nuestra”. Lo que resulta muy realista porque un cambio de paradigma, lleva mucho tiempo. Tal como se expresó al inicio del texto, lo poderoso de Ellas hablan es cómo abre sentido a través de este microcosmos que puede trasladarse a diversos tipos de sociedades y que resulta actual. En conclusión, merecidamente la película se encuentra nominada a dos premios de la Academia, conocidos popularmente como Oscars, en las ternas Mejor película y Mejor guión adaptado.
Protagonizada y dirigida por Michael B. Jordan, Creed III (2023) representa el cierre de la saga spin-off de Rocky. En esta tercera entrega su protagonista Adonis Creed se encuentra establecido y retirado del ring. Ahora conforme a su experiencia se dedica a entrenar a otros boxeadores y dirigir su gimnasio porque como expresa Creed: “dejé el boxeo, pero el boxeo no me dejó a mí”. Sin embargo, todo cambiará cuando un amigo de su adolescencia, Damian (Jonathan Majors, a quien vimos recientemente como el villano en Ant-Man and the Wasp: Quantumania) regrese a su vida en busca de la consagración deportiva que cree que le corresponde. El problema es que Damian perseguirá más que eso, también propagará una venganza contra Adonis ¿Por qué? Los motivos se esconden en el pasado compartido por ambos y que el relato se encargará de dosificar paulatinamente. Honestamente, Creed III parece ser el largometraje menos logrado de toda la saga (de ambas sagas). La película en cuestión es bastante plana y carece de emoción, algo que siempre caracterizó a este universo diegético que tiene como protagonista el mundo del boxeo y sus resilientes protagonistas. La ópera prima de Jordan tiene un manejo poco sutil de la puesta en escena y de los recursos técnicos, en donde todo resulta resaltada y explicitado hasta el cansancio. En adición, los efectos se ven visualmente groseros y en cuanto al desarrollo argumental algunos elementos son poco verosímiles y forzados, como, por ejemplo, que Damian pelee por primera vez contra un campeón mundial como Chavez. Mientras que Creed II (2018) replicaba exitosamente el esquema narrativo de Rocky IV (1985), sin embargo, esta nueva entrega es conducida en piloto automático sin pasión alguna. En adición, es evidente también que se notan los cambios de dirección, guión y por supuesto la ausencia del entrañable Rocky, interpretado por el popular Sylvester Stallone, quien además escribió conjuntamente el guión de las dos primeras Creed. La omisión de Rocky en la obra en cuestión deja cierta sensación de vacío en el espectador y lo peor es que en casi dos horas del filme ni siquiera es mencionado. Lo cierto es que sin Stallone no hubiese existido un Rocky, y sin Rocky no hubiese existido Creed (ni padre, ni hijo). Cada entrega de Creed fue reduciendo el tiempo en pantalla de Rocky, si bien esto tiene coherencia narrativa, ya que cada una de las entregas de este spin-off se corresponde con un estadio en la vida de Adonis, componiendo en cierto modo tres actos: el aprendizaje, la consagración y la madurez. Si bien Stallone figura como uno de los productores de Creed III, aparentemente su ausencia actoral, se debe a sus disputas con la familia de productores Winkler, debido al reparto de los derechos de Rocky. Stallone escribió el guión de varias películas de la saga iniciada en 1976 y dirigió algunas de ellas, por ende, en cierto modo su reclamo sobre los derechos parece éticamente razonable. En conclusión, si bien Creed III es entretenida no está a la altura de ninguna de las entregas anteriores.
La ballena (The Whale, 2022) dirigida por Darren Aronofsky (Pi, Réquiem por un sueño, La fuente de la vida, El luchador, El cisne negro, ¡Madre!) es una transposición de la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, quien también escribió el guión de la película. El relato cuenta la historia de Charlie -interpretado por un conmovedor Brendan Fraser- un hombre que padece una obesidad severa y que nunca sale de su hogar. Charlie es un inteligente profesor que dicta clases virtuales e intenta recomponer su vínculo con su única hija Ellie (Sadie Sink). Ella junto a su amiga y enfermera Liz, son sus únicos lazos afectivos, los cuales representan dos caras opuestas de una misma moneda. Mientras que su hija le recrimina con hostilidad el haberla abandonado en su niñez, Liz se preocupa constantemente por él. Charlie posee pocos intercambios con el mundo exterior, uno de ellos es un misionero llamado Thomas ( Ty Simpkins), quien dice representar a la iglesia “New Life”, organización que Liz aborrece. Este drama psicológico dosifica de forma paulatina e intrigante la información sobre el pasado de Charlie y Liz, y cómo es que el esquema actancial se conecta entre sí. En el universo diegético que se representa la homosexualidad parece no ser posible, pues si se escoge ese camino el final es punitivo simbólicamente. Al respecto, constantemente la obra expresa una fuerte crítica hacia la iglesia y su mirada despectiva respecto a la homosexualidad. En relación al título de la obra, éste tiene un doble sentido, por un lado, refiere a un ensayo literario sobre la novela Moby Dick de Herman Melville que tiene un significado muy particular para Charlie (por cuestiones que se irán revelando a lo largo de toda la película) y por el otro, en el sentido de la inmensidad corporal del personaje. Al respecto, se vuelven a abrir dos líneas de lectura, por un lado, es sabido que lamentablemente algunos se refieren peyorativamente como “ballena” para agredir a una persona obesa y por otro lado, la película quiere metaforizar respecto a la conexión que el personaje posee con el mar, con la “vuelta al origen” y su recuerdo más feliz. Esto es enfatizado mediante el único espacio con una puesta en escena muy teatral, que funciona como una “pecera” clausurando el espacio del protagonista sobre sí mismo, porque “protege a los demás de su triste historia”. Nótese que adrede las paredes de su casa son celestes desaturadas, su vestimenta oscila entre tonos azules y grises, al igual que la expresiva mirada que emana de sus ojos azules. De igual modo, dos representaciones parecen tensionar lo que el público puede percibir de la narración. Pues por momentos parece haber una contradicción entre qué se quiere contar y cómo es narrado. Aunque a veces muestra empatía hacia lo que padece el protagonista, y figura como su padecimiento lo excede, en otras escenas mediante la moral parece juzgarlo. Mientras que por instantes el relato se acerca a su antihéroe desde la emoción, en otros se aleja desnudándolo, deseando producir rechazo o una impresión negativa en el espectador. La narración oscila constantemente entre exponer las consecuencias clínicas de la obesidad y retratar la psicología del personaje. Al parecer, lo que ha llevado a Charlie a su estado es una profunda angustia y culpa ante la pérdida de un ser querido. Recientemente la comediante argentina “Costa” nos invita a reflexionar al preguntar ¿Qué es primero la depresión o la obesidad? Dicha indagación resulta más que pertinente para analizar la película y el desarrollo del protagonista ¿Será por culpa que Charlie se castiga inconscientemente a sí mismo? ¿Será por eso que ya ni la comida le produce satisfacción? ¿La película es realista o cruel al mostrar que ni masturbarse ni alimentarse son placenteros? En consecuencia, si el largometraje nos invita debatir sobre todas estas cuestiones, bienvenido sea. La película lleva varias nominaciones y premios ganados entre los que se encuentran los premios Golden Globes, Critics Choice Awards, BAFTA, SAG Awards y el Festival de Cine de Venecia. Es pertinente recordar que la entrega de los premios Oscars es el domingo 12 de marzo y Fraser es uno de los favoritos en la terna Mejor actor protagónico… ¿Será que realmente la industria cinematográfica le permita al intérprete volver a posicionarse como una estrella?
"Un cálido homenaje a Tangalanga" Por Denise Pieniazek El largometraje El método Tangalanga (2022) luego de su estreno en la 37º edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, tiene su estreno comercial. Inspirado en la vida del comediante popular Doctor Tangalanga, cuyo nombre era Julio Victorio de Rissio (1916-2013), el largometraje toma algunos acontecimientos en la vida del mismo para crear una ficción que se aleja de la biopic tradicional y la recreación histórica exhaustiva. Con el objetivo de brindarle al público un entretenido relato, con preponderancia del género cinematográfico de la comedia romántica. La narración se sitúa en la década del ´60, con una notable ambientación de época que va desde la lograda dirección de arte, hasta la acertada recreación del clima de época, una notable musicalización, y la utilización pertinente y jocosa del lunfardo. En ese entonces Jorge Rizzi -nótese que el relato no usa con exactitud el nombre verdadero del comediante- interpretado por Martín Piroyansky padece de una timidez extrema, que no solo dificulta su vida sentimental, sino también su desempeño profesional. En su trabajo Jorge siempre se escuda en su intrépido amigo Sixto (Alan Sabbagh), con quien forma un formidable equipo que permite impresionar a su jefe (actuado por el siempre convincente Luis Machín). Esa cómoda rutina cambia cuando Sixto se enferma y simultáneamente y por acto del azar, Jorge ingresa a una peculiar sesión de hipnosis liderada por una especie de gurú llamado Taruffa (nombre similar a uno de los apodos reales del Dr. Tangalanga). Este excéntrico líder personificado por Silvio Soldán (cuya cautivante voz sigue intacta) parece quitarle a Jorge su barrera represiva liberándolo de inhibiciones en las situaciones más estresantes. En consecuencia, la experiencia paranormal logra que el alter ego de Jorge, el cómico, desenfrenado y seductor Tangalanga, se posesione de sí. A partir de allí, con el fin de animar a Sixto, que aún sigue en el hospital, el protagonista en la piel del Doctor Tangalanga realiza bromas telefónicas, que rápidamente se propagan en el hospital. Incluso llegan a oídos de la recepcionista Clara (Julieta Zylberberg), a quien Jorge debido a su timidez no se atreve a hablarle y cuyo jefe (Rafael Ferro) termina de completar un triángulo amoroso. A continuación, como es propio de una comedia de enredos, la situación se sale de control, y Jorge intentará volver a poner su trabajo y su vida en orden. En la vida real, el comediante logró la atención popular gracias a sus bromas telefónicas con las cuales vendió más de 250.000 copias. En los años ´80 tuvo su apogeo, y en ese entonces el sentido del humor y lo que era consensualmente permitido era distinto. Si bien su humor no tenía como objetivo causar daño o ser ofensivo, se supone que algunos chistes no pasarían el filtro de la corrección política actual. Por ende, la película sin dudas es astuta al alejarse del retrato exhaustivo y proponer un universo ficcional lejano a estas cuestiones, logrando reivindicar un tipo de humor inocente y eficaz, mediante una pintoresca historia. En conclusión, El método Tangalanga, mediante buenas y convincentes actuaciones -lo que además denota una buena dirección de actores y un buen trabajo en equipo- con un guion simple pero sólido, logra entretener y otorgar alegría al público. El tercer largometraje de Mateo Bendesky le asegura al público pasar un buen rato, entregando una propuesta más que atractiva, sobre todo disipando dudas a aquellos que tienen prejuicios respecto al cine nacional.