La segunda película de Armando Bo, "Animal", transita por varios géneros para trazar una historia demasiado afectada por cuestiones ideológicas que la perjudican. Armando Bo regresa triunfante. Su ópera primera, "El último Elvis", resultó un sorpresivo éxito que lo puso en boca de todos más allá de su célebre apellido.
Como guionista, su premio Oscar por "Birdman", y la firma en el anterior film de Alejandro Gonzáles Iñarritu, "Biútiful", no hicieron más que otorgarle prestigio internacional. Con esos antecedentes, Bo regresa al país para realizar su segunda película como director, una propuesta ambiciosa por donde se la mire, diferente a la sencillez conceptual de "El último Elvis".
La primera observación que se desprende de "Animal" es que, por la historia que cuenta, bien podría haber formado parte del tanque de Damián Szifrón, "Relatos Salvajes". Lo suyo también será la historia de un hombre llevado hasta el límite de las consecuencias. A partir de allí, comienzan a configurarse las diferencias. El nuevo Guillermo Francella serio es Antonio Decoud, gerente de un frigorífico. Trabajador incansable, alejado de las oficinas, más cercano a los controles de calidad de la media res.
Su conducta es intachable, no levanta su voz, y lleva un actuar modélico en cada aspecto de su vida, familiar, profesional, y social. La vida lo premio con una familia tan modélica como él, su esposa Susana (Carla Peterson) y sus dos hijos adolescentes (Joaquín Flammini y Majo Chicar) lo quieren y completan su armonía. Pero también lo castigó. En la segunda escena del film ya podemos ver que es víctima de una enfermedad que atacó sus riñones, por lo cual necesitará un trasplante con el tiempo.
Mientras la diálisis hace efecto, y sus compañeros de internación van falleciendo, Antonio comienza un camino que lo llevará hasta zonas impensadas.
Necesita de un riñón, su hijo se arrepintió a último momento de ser donante, y tiene dinero como para poder comprar un órgano (lo de tener dinero para hacerlo es un diálogo que se repite al menos seis o siete veces en el film). El mercado negro parece estar al alcance de su mano.
Es así como Antonio se contacta con una pareja, Elías y Lucy (Federico Salles y Mercedes De Santis), pertenecientes a otra clase social, necesitados de subsistencia, ella embarazada. Elías le donará un riñón a cambio de que Antonio les compre una casa. Todo parece solucionado, pero esto recién comienza. Elías y Lucy verán el medio de aprovecharse de Antonio, lo harán sufrir de varias maneras mediante caprichos ilógicos, y así Antonio se irá transformando. Lo dicho, lo de Antonio es un Relato Salvaje. Principalmente, su historia hace recordar al más controversial de los cinco relatos.
Aquel protagonizado por Oscar Martínez sobre un hombre que, también, decidía torcer la justicia a su modo mediante dinero. Pero allí dónde el film de Szifrón, específicamente en esa historia, optaba por no generar empatía con el personaje de Martínez, y en el mejor de los casos, mostraba cómo hay “suciedad” en todos nosotros, Bo, y su co-guionista habitual Nicolás Giacobone, ponen todo su empeño en crear una víctima sobre Antonio, o mejor dicho, dejar bien en claro quiénes son los villanos del cuento.
Técnicamente correcta, con un montaje y una fotografía que pecan de exceso de preciosismo hasta el límite publicitario (¿era necesario tanto travelling?), "Animal" es un relato torpe, con elipsis continuas y decisiones antojadizas por parte de sus personajes.
La idea claramente es demostrar la lenta transformación de un personaje correcto en alguien que pierde los cabales. Retomando, algo así como el Darín de Relatos Salvajes, pero aún en aquella historia corta, se ejemplificaba y justificaba mejor dicha transformación. Aún en sus 112 minutos, "Animal" resulta abrupta como manifestación de esa serie de infortunios que convierten a una persona.
Antonio aguanta, aguanta, aguanta, y aguanta, hasta lo irrisorio, cuando desde la platea podemos pensar ¿por qué no toma otra decisión? No, sigue aguantando. Hasta que en un momento X no aguanta más, casi porque sí.
No hay sorpresa en "Animal", todo lo que sucede es esperado, y sólo exagerado y de por más remarcado. Bo y Giacobone pretenden ponernos en el lugar del protagonista, pero más allá de que aquel parte de una mala decisión, todo lo que sucede es tan ilógico, irreal, y subrayado a trazo grueso, que se dificulta ese posicionamiento.
Como dijimos, los arcos narrativos de los personajes son antojadizos, actúan de determinado modo, hasta que deciden no hacerlo más. Antonio se cansa, su hijo se arrepiente, y la parejita es jodida a un límite inexplicable. Hay claramente una cuestión ideológica tangencial en "Animal". Antonio y su núcleo pertenecen a una clase a la que jamás se juzga.
Algunos secundarios muestran miserias, pero de tono más bien liviano y jocoso. Al hijo arrepentido que puede dejar morir a su padre, hasta se le crea una línea de diálogo posterior explicativa y declamatoria para justificarlo. Elías y Lucy son marginales, casi caricaturescos, capaces de esbozar toda su ideología de vagancia en frases explícitas. Buscan a toda costa vivir de arriba, son capaces de inventar lo que sea, y vivir de quien sea, con tal de lograrlo.
Como si esto no fuese poco, adoptan actitudes contradictorias hasta para sus propios fines, de modo caprichoso, por el simple hecho de joder un poco más.
Sí, se nota y mucho, que alguien estuvo viendo "Cabo de miedo" de Scorcese. Entre esos dos polos en los que hay gente muy bien intencionada y con conducta irreprochable; y marginales vividores per se, iletrados ufanados de serlo, y pérfidos gustosos; uno se imagina un sueño húmedo de cierto sector reaccionario de la sociedad, representado por algunos oficiales de medios de comunicación en el prime time.
Más allá de estas cuestiones ideológicas, y de lo antojadizo y reiterativo del guion, "Animal" sufre de una indefinición de tono que la lleva del suspenso, al drama, al humor negro, y un absurdo inentendible en su último y muy forzado tramo. Francella repite sus nuevos mohines de actor serio, que remplazaron sus viejos mohines de comediante. No está mal, pero no aporta nada que no le hayamos visto desde "El secreto de sus ojos" en adelante.
Carla Peterson luce desencajada, falta de química para con quien hace de su esposo, y nunca encontrándole una razón de ser a Susana. Salles y De Santis son buenos actores, pero sus personajes los dejan respirar tan poco, que apenas si se lucen. "Animal" es una propuesta que antepone su mensaje al hecho cinematográfico. Una bajada de línea que no deja sacar nuestras propias conclusiones, y que atenta contra un guion ya de por sí dificultoso.
Una propuesta a gran escala a la cual le haría falta tener un poco más sus pies sobre la tierra.