Filmada en Mar del Plata y Buenos Aires. Los protagonistas en apariencia son una familia perfecta, todo es armonía, tranquilidad, amor, una linda casa y una posición acomodada, pero todo se trastorna cuando vemos a Antonio (Guillermo Francella) que después de un desmayo, comienza a hacerse diálisis, él ve como otros pacientes van quedando en el camino, se encuentra en lista de espera para un trasplante de riñón y esto se ve difícil.
La tensión y la desesperación comienzan a crecer, se van planteando varios temas e interrogantes: sobre lo material, ¿el dinero todo lo puede?, las relaciones humanas, las clases sociales, el poder, el miedo, cuando un ser intenta sobrevivir, estaría dispuesto a atravesar cualquier obstáculo sin importarle nada, quién es más animal el pobre o el rico y hasta donde está dispuesto a llegar para salvarse y quien es más marginal.
Las actuaciones son de vital importancia: Guillermo Francella (“Los que aman, odian”, “El clan”) vuelve a crear un personaje, desde sus miradas, sus posturas, cada gesto, increíbles sus cambios emocionales desde la bondad hasta la bajeza; Carla Peterson (“Inseparables”, “Una noche de amor”), es la esposa, madre y ama de casa, serena, luego la vemos demacrada, sus sueños desaparecen y su vida se derrumba.
Se destaca el actor, cantante y bailarín argentino de teatro y televisión Federico Salles (Teatro: “Tango Feroz”, “Franciscus”) en un papel muy jugado, espléndido y Mercedes De Santis (Teatro: “Los torcidos”) ambos serían la pareja salvadora, que logran intranquilizar al espectador.
Su desarrollo tiene mucho de thriller psicológico, además mezcla otros géneros, hay humor e ironía, acompaña una estupenda paleta de colores para definir los distintos estados que recorren las situaciones y los personajes, la sangre, la carne y el color rojo, que se ve permanentemente, con varias metáforas. La música y la dirección de fotografía son elementos muy importantes porque ayudan a crear climas y atmósfera.