Producto del incentivo del gobierno de Vladimir Putin a la industria de animación rusa -con miras a su proyección global- proviene esta película que intenta replicar el espíritu de las comedias de Dreamworks con resultados bastante pobres, tanto en términos puramente técnicos como argumentales (el humor es chato y repetitivo en toda la historia, que mezcla a los animales del título con unos extraterrestres más desangelados que maliciosos). Al gato y al castor que la protagonizan no les sobra carisma, y eso tiene que ver mayormente con un guion perezoso que se agota aun en el marco de un film de apenas una hora y cuarto de duración.