Para no abrumar con tanta data, que podrán encontrar en cada minuto de Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald, sólo conviene anticipar que este nuevo capítulo del spin-off de Harry Potter arranca en la instancia final de la detención del villano del título en Nueva York, y su inmediato traslado a Europa. Una espectacular fuga en los primeros minutos de esta película, encamina al oscuro mago (Johnny Depp) hacia París, donde pretende hallar al personaje clave para consolidar su poderío en el mundo. Mientras tanto, el buenazo de Newt Scamander (Eddie Redmayne), recibe por parte de su ex maestro de magia Albus Dumledore (Jude Law), la misión de interceder en ese encuentro.
En primer lugar, es pertinente decir que este episodio de la saga Animales fantásticos no se caracteriza por ser abiertamente inclusivo. Dicho de un modo más directo, quien no haya visto la entrega inicial de la franquicia, se sentirá a la deriva en varios momentos del film. La autora y co productora J.K. Rowling se ocupa específicamente de mantener expectantes a sus incondicionales fans del universo de Harry Potter, y no se muestra interesada en ir a la conquista de nuevos adeptos.
Aquellos niños y adolescentes que crecieron con las aventuras del joven mago entre 2001 y 2011, a lo largo de ocho capítulos, hoy están cerca de las tres décadas. Por lo tanto, la pátina lúdica de esos films muta ahora en una atmósfera más oscura, que incluye algunas alegorías políticas. La franquicia de Harry Potter fue labrada en la primera década del siglo XXI, tiempos atravesados por múltiples ataques terroristas que se extienden hasta nuestros días. Sin embargo, no resultaba pertinente ni orgánica la introducción tangencial de ese flagelo en la trama de la saga. En cambio ahora, esos pequeños de comienzos del nuevo milenio, son adultos jóvenes con una mirada empañada de información. Animales fantásticos coincide con ese umbral en que la inocencia es cosa del pasado, y se adentra en metáforas vinculadas al creciente brote de neofascismo en el mundo. Que el villano de la historia sea un Johnny Depp en su momento artístico y personal más cuestionado, tras las acusaciones de violencia doméstica por parte de su ex pareja, agrega una dosis de sombra y desconcierto. Recordemos que J.K. Rowling ha abrazado con fervor la causa feminista.
En un comienzo, Animales fantásticos fue pensada como una trilogía, pero luego se optó por una ampliación a cinco episodios. Por lo tanto, la aún la flamante nave tiene tres eslabones más por recorrer. Como reflejo de una humanidad que deambula entre la frialdad y el escepticismo, esta nueva franquicia que mantiene conexiones con el universo de Harry Potter, ha perdido la frescura de su origen mágico, para transformarse en un rígido manual de datos para eruditos. Obviamente, en este capítulo hay varias secuencias espectaculares, incluyendo dos o tres rodadas con notable inspiración, pero la acumulación de información, nuevos personajes y múltiples subtramas, erosiona la segunda hora de esta entrega, que de todas formas termina por lo alto; y eleva las expectativas que había dejado el poco convincente film debut.
Que David Yates vuelva a estar en la dirección, ya por sexta vez, si contamos las 4 películas de Harry Potter que capitaneó y las dos de Animales Fantásticos; es un sello que puede oscilar entre la garantía de excelencia y la inocuidad de la zona de confort. El realizador lleva más de una década navegando el universo creativo de J.K. Rowling, y todavía tiene seis años más por delante para completar su labor en esta odisea. Ser un profundo conocedor de cada detalle de los trucos de la escritora, y de la recepción de sus efectos por parte del público, es un poder que podría potenciar el resultado de los próximos films; o también llevar a que el interés caiga en el abismo de un formato demasiado esquematizado.
De momento, Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald es un digno puente hacia el porvenir de la saga. Seguramente el personaje interpretado por Jude Law cobrará mayor vuelo, así como también algunos secundarios que en esta oportunidad son apenas esbozados. También habrá que ver cómo evoluciona la bondadosa actitud de Newt y su valija de animales alucinantes, en el curso de un relato que avanza inexorablemente hacia zonas cada vez más tenebrosas.
Teniendo en cuenta que esta historia se acerca a premisas y planteos del mundo adulto contemporáneo, queda como materia pendiente que las mujeres sobrepasen el rol de laderas de los protagonistas, para cobrar mayor entidad y autonomía. Por el momento, Rowling orquesta este nuevo episodio de su franquicia sobre conceptos como linaje y tiranía, anclados a fines de los años '20 del siglo pasado, es decir los tiempos del ascenso del fascismo; que conectan con la creciente amenaza de totalitarismo que atraviesa nuestros días.
Más allá de la ficción, el universo mágico de la aclamada autora británica, también es reflejo de un cambio absoluto en la configuración de las plateas de las salas de cine. Hasta hace poco tiempo, el público que más sostenía la industria del entretenimiento en la pantalla grande, era el adolescente. Sin embargo en estos últimos años, ese espectador teen se ha volcado a consumir todo tipo de contenidos audiovisuales vía streaming o redes sociales. Por lo tanto, y como sucedió hace varias décadas tras la irrupción de la televisión, el adulto joven, ese segmento que hoy se ubica entre los 27 y los 34 años, parece ser el vehículo de salvación de un negocio que lucha con un espectro de competidores cada vez más variado.
En el siglo pasado, la estrategia de Hollywood a fines de los '60 y principios de los '70, fue la de producir películas intensas y cuestionadoras, para atraer a ese público que no se sentía seducido por la conservadora propuesta de la TV. En aquella era, surgieron títulos que hoy resultarían impensables en la gran industria. Films potentes y sombríos como Busco mi destino, Perdidos en la noche, Los perros de paja y El graduado; amasaron fortunas en la taquilla, a la vez que produjeron un auténtico cambio de paradigmas, en medio de una sociedad que se mostraba abatida por la caída de la utopía hippie y la inminente derrota en Vietnam.
En este presente, el planeta también gambetea en un escenario bastante convulsionado. Pero más allá de las mencionadas alegorías políticas, lo que define la conexión de este relato con los tiempos que corren, es la supervivencia y el bienestar de un selecto grupo. Lejos de la fresca masividad de Harry Potter, aquí no hay espacio para el disfrute de trucos ingenuos. Solamente los eruditos podrán pertenecer a la casta de Animales Fantásticos. Una pirueta que lejos de ser arbitraria, es fiel espejo de un mundo cada vez menos inclusivo. J.K. Rowling cumple con cuidar a esa legión de seguidores que optó por dejar atrás el asombro para instalarse en un cauteloso cinismo. Ya no hay lugar para foráneos ni advenedizos. Fuera del círculo de los elegidos, la magia se desvanece.
Fantastic beasts: The crimes of Grindelwald / Estados Unidos-Reino Unido / 2018 / 134 minutos / Apta para mayores de 13 años / Dirección: David Yates / Con: Eddie Redmayne, Johnny Depp, Jude Law, Ezra Miller.