El mundo Harry Potter creado por J. K. Rowling vuelve este año con la segunda parte de Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald.
El malvado mago Grindelwald (Johnny Depp) escapa de los aurores para poner en marcha su plan de crear un mundo dominado por los magos de sangre pura. Para eso busca el apoyo de Credence (Ezra Miller) un joven que sigue tratando de descubrir su verdadero origen.
A la par, Newt Scamander es asignado por Dumbledore para encontrar al joven antes que Grindelwald, a pesar de que tiene el ministerio de magia en su contra.
Toda precuela de una saga cae en el problema de que el espectador conozca el fin de la mayor parte de la historia que tratan de contar. Sucedió con El Hobbit y vuelve a pasar con Animales Fantásticos.
Pero este no es el único problema del film. Mientras que la primera parte podía pecar de simple, sí intentaba construir el mundo de Newt Scamander y sus exóticas criaturas. En este nuevo film suma a personajes claves de la saga Harry Potter y comienza a demostrar que necesita del éxito de la original para mantenerse.
En cuanto a los personajes, Scamander (Eddie Redmayne) sigue estando fuera de lugar en la historia. No tiene el protagonismo que intentan forzar en la película. No hay un dilema en su triángulo amoroso entra Leta Lestrange y Tina Goldstein. Jacob y Queenie juegan un papel totalmente secundario. Finalmente, Grindelwald (Depp) y Dumbledore (Jude Law) no tienen mucho tiempo en pantalla (seguramente para exhibirlos más en los próximos filmes).
En cuanto a su historia, que gira en torno a la identidad de Credence, parece más una excusa para unir los eventos entre la primera y la próxima película, quedando en el olvido todo lo que sucede en esta segunda parte.
El mundo creado por Rowling es cautivador, sus locaciones, animales y personajes son únicos. La vuelta a Hogwarts y el escape de Grindelwald son los puntos fuertes del film.