Llega la segunda entrega de la nueva saga perteneciente a El Mundo Mágico. Aquel que conocimos con la genial -y exitosa- franquicia Harry Potter.
Animales Fantásticos y donde encontrarlos se estrenó en 2016, y fue la primera de cinco películas, situadas unos 70 años antes de los hechos que ya vimos con El Niño que Vivió como protagonista.
Aquella cumplió lo que prometió: conocer más ese mundo, a través de los ojos y experiencias de nuevos personajes. Novedad y familiaridad.
Al ser una primera película, se hicieron las pertinentes presentaciones y planteamiento del conflicto.
Por ello, ahora se va directamente al hueso, y se deja de lado la poca inocencia que había. Tal como ocurrió con las pelis de Potter, las dos primeras fueron más naif y el resto para un público adulto.
Y hablando de público, aquí queda bien claro que no solo se apunta a los mayores sino también a los fans.
Esa es tanto una virtud, como un defecto.
El film es demasiado Potterhead (fans de Harry Potter), lo que lo convierte en una gran experiencia para los que lo son, y un poco difícil para el público general.
No es que este último grupo se queda afuera, pero no disfrutará de la misma manera.
Lo mismo va a ocurrir para quienes no tengan bien aceitado los orígenes e historias de los personajes, sus relaciones y secretos.
J.K. Rowling, la matriarca absoluta de todo esto, deleita a sus fans y pone en juego la memoria y concentración de los espectadores ocasionales.
Hay muchos diálogos que pueden llegar a aburrir sino estás afilado con todo esto.
En mi caso particular, disfruté mucho la película porque soy fan (sin llegar a ser Potterhead).
Esta es la sexta vez que David Yates se pone al mando de una de estás películas, toda esta nueva saga dependió y dependerá de él. Al igual que las últimas cuatro entregas de Potter.
Por ello, a esta altura es muy difícil determinar de quién es la impronta visual. O sea, si se trata de su interpretación de los libros (en la saga anterior), sus charlas con la autora (en la saga actual), o si él es el arquitecto, cuya narrativa predominó.
El look es fantástico como siempre, con los mejores VFX y un score genial.
De nuevo estamos a finales de los años veinte, pero esta vez en París. Aunque también hay un poco de Londres y un par de visitas a Hogwarts.
Vestuarios, decorados, millones de detalles, junto con las criaturas, las que ya conocemos y las nuevas, causan deleite.
Amén del fan service nostálgico en más de una secuencia.
En cuanto al elenco, Eddie Redmayne se consolida como Newt Scamander. Ya lo conocemos más, sus modos y sus peculiaridades. Aquí se acentúa su lado romántico.
Por un lado, con Tina Goldstein (Katherine Waterston), en un papel un tanto más reducido en esta oportunidad, y con Leta Lestrange (Zoë Kravitz), de quien habíamos visto poco y nada, y especulamos mucho.
Dan Fogler (Jabob Kowalski) sigue siendo el comic relief, junto con Alison Sudol (Queenie Goldstein), pero esta última tiene una vuelca de tuerca muy interesante.
Ezra Miller fantástico como Credence Barebone, su personaje y misterio crece. El actor sigue demostrando versatilidad, y que es uno de los mejores de su generación.
En cuanto al villano, que incluso le da título a esta secuela, Gellert Grindelwald, la interpretación de Johnny Depp me dejo gusto a poco. No lo veo (aún) como un antagonista que esté a la altura. Pero las semillas están bien plantadas para el futuro.
¿Y qué opinamos del nuevo Albus Dumbledore? La versión joven encarnada por el gran Jude Law es muy correcta y tiene todo para dar. Fue el personaje que me dejó con ganas de ver más.
Cada uno de ellos le da vida al guión escrito por Rowling. Una historia con altibajos, que tiene como único defecto el ser un puente entre lo que ya pasó y lo que vendrá.
Me da la sensación de que todas estas películas se apreciarán aún más en el futuro, cuando ya estén las cinco disponibles y podamos verlas como parte de un todo.
Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald es un film muy entretenido, que te pasa por arriba desde lo visual y que te mete de lleno en ese genial universo. Pero queda bien en claro que el no fan no disfrutará tanto.
En cambio, si lo harán los Potterheads, y sus derivados, como quien escribe estas líneas.
El Mundo Mágico de J.K. Rowling es comparable con Star Wars. Llegó para quedarse, y para hacer soñar a varias generaciones.