La diferencia fundamental entre las franquicias basadas en libros y las que han sido inventadas específicamente para el cine estriba en que en la primera ya tenés trazada la ruta y tenés que respetarla sí o sí para no decepcionar a una legión interminable de fans que esperan que la cumplas – a final de cuentas vos esperás explotarlos, tentándolos a que vayan al cine y vean tu película, compren tu DVD y adquieran todo tu merchandising posible de una saga cuyos derechos conseguiste a cambio de pagarle una ponchada de guita al autor -. En la segunda, en cambio, vos tenés un listado de puntos temáticos en una hojita y te fijás de ajustarte a eso lo mas que se pueda… aunque si pasa algo importante en la vida real siempre podés improvisar sobre la marcha – se te muere un actor, se te terminó el presupuesto antes de tiempo, etc -. Ahora bien: ¿cuántas cosas malas te pueden pasar al mismo tiempo?.
Si hablamos de popó, entonces Los Secretos de Dumbledore está enroscada en una tormenta perfecta de materia fecal. Hay una mezcla de daño autoinflingido, escritura indulgente, decisiones artísticas pobres, mala improvisación sobre la marcha y escándalos inesperados de la vida real que sumen al filme en un torbellino del cual no puede escapar. El recambio del villano – sale Depp, entra Mads Mikkelsen – era de esperarse, mas cuando atrocidades de la vida privada de Depp salieron en el juicio del 2018, se dispersaron por los tabloides y ahora se desparraman con toda la publicidad que consume el juicio del 2022; pero a eso se sumaron los descontroles cada vez mas frecuentes de Ezra Miller en su vida pública (en el 2022 ya lo arrestaron dos veces por atacar a la gente) y, por si fuera poco, se le suma la polémica de J.K. Rowling al opinar sobre la gente trans en unos tweets del 2020. Todo esto me hace presumir que hace 4 años tenían una idea para Los Secretos de Dumbledore y, sobre la marcha, tuvieron que cambiarla emparchándola como pudieron. Aunque Mikkelsen sea un gran actor el traje que se pone estaba pensado para otro, con lo cual el tipo va en piloto automático, se ve demasiado sobrio y no logra brillar; para quedar bien con la comunidad LGBT agregaron la idea de que Dumbledore y Grindewald estuvieron enamorados cuando eran pendex – una ocurrencia tan artificial que hace que Jude Law y Mikkelsen disparen sus diálogos emotivos con absoluta falta de convicción cuando están frente a frente; ¿en serio estos dos tipos se amaron con toda la pasión del mundo cuando eran cachorros? -; y Ezra Miller, pensado para ser una fuerza siniestra y catalizadora de toda la historia, ha pasado a un rol recortado y secundario debido a que la edición del filme quiere que el flaco se vea lo menos posible en la pantalla. A eso se suman decisiones trilladas – elecciones amañadas y el ascenso al poder de un tirano al estilo de Hitler en la década del 30 -, el correr del protagonismo al delicioso Tremayne a cambio de darle pantalla al políticamente correcto Jude Law, el olvidarse de la existencia de Katherine Waterston, la volubilidad de los personajes que se pasan de bando de una escena a la otra sin mucho motivo… o la absurda maniobra para amañar un falso atentado contra Grindewald por parte del personaje de Dan Fogler, algo que termina careciendo de peso en la resolución – si se la puede llamar así – de la historia.
Ninguna de estas cosas termina por hacerte feliz, y el tiempo pasa y las cosas se estiran y aburren. El drama con esto es que el elenco tiene un gran potencial y hace lo que puede con la historia que le dieron, con lo cual llegan con lo justo. Yo hubiese puesto a Waterston, le daba todo el tiempo del mundo a Redmayne y especialmente a Fogler – que, creo, es el verdadero centro emocional de la historia, no el aburrido Dumbledore -, y hubiera hecho la historia mas compacta ya que no todos los filmes basados en personajes de la Rowling tienen que ser tanques de dos horas y media de duración (¿está escrito en algún lado?). Pero todo esto se siente como un capítulo de relleno de una serie de streaming – un filler -, algo que consume tiempo y cumple con la cantidad de entregas pactadas mientras te acerca un cachito mas al final. Claro que es un filler carísimo de 200 palos verdes que ni siquiera recaudó el doble y que termina por echarte abajo toda la franquicia por la enorme cantidad de inconsistencias que tiene.
No sé si llegaremos a ver una cuarta entrega de Animales Fantásticos. Difícil recuperar el público que perdiste si no le inyectas una tonelada de creatividad y vivís cayendo en tus viejos vicios de estirar todo porque te crees un dios (o una diosa) y que el público te va esperar hasta que a vos se te de la gana. Es cierto que a Los Secretos de Dumbledore le pasaron cosas inesperadas por fuera de la producción pero, rayos, bien que estás cobrando millones para ponerte al mando de una franquicia que sacaste de la galera debido a la codicia y para la cual ahora la creatividad te queda corta. Como leí en algún lado uno a cierta altura de su vida debe elegir qué batallas va a librar – tus recursos materiales, emocionales, intelectuales no son interminables ni indestructibles -. Acá se les terminó la nafta, nadie les avisó y el elenco cerró la obra con oficio… siendo extremadamente difícil que puedan sobrevivir a otra entrega semejante.