Particularmente considero que hay tres tipos de películas en cuanto a calificación, muy buenas, muy malas y el resto. De las dos primeras es complicado olvidarlas, quien se puede olvidar de “El Padrino” o “Antes de la lluvia”, “Matar a un Ruiseñor”, “Blow Up” “Gritos y Susurros” entre muchas otras, en un rango o en el otro “Tiburon 4”o “Bolero” con Bo Derek o “Adiós Abuelo” un filme autóctono que daba vergüenza, el resto pasa sin pena ni gloria, así de rápido se olvidan. Esta tercera entrega esta precedida por dos dentro de esta calificación, casi que se podría agradecer no recordarlas. La diferencia radicará en que no va a ser tan factible que suceda lo mismo con la presente. Partiendo de la base que se ofrece como una gran mezcla complicada de exponer con claridad, por momento parece inmanejable, esgrimiendo temas para adultos atravesados por fantasías infantiles. Demasiados personajes y tonos que se apartan de cada giro dramático posible, difíciles de cohesionar. Esta nueva incursión encuentra al mago zoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) junto a un grupo suelto de amigos (que incluye brujas, magos y lo que necesite el supuesto heroe) en la búsqueda del malvado mago Gellert Grindelwald (Mads Mikkelsen). Cuentan con la ayuda de su desconsolado ex, Albus Dumbledore (Jude Law), ¿Que interés narrativo y estructural tiene el hecho que hayan sido pareja? Las cosas se complican aún más por el control de Grindelwald sobre el sombrío huérfano Credence Barebone (Ezra Miller) y Queenie Goldstein (Alison Sudol). La encantadora alegría de toda la clasificación de criaturas mágicas esta en contraposición a una oscuridad latente en un mundo dividido. Grindelwald quiere nada menos que una guerra mundial que enfrente a los mágicos contra los muggles, creando una subordinación de la película sobre imágenes nefastamente nazis, como una serie de marchas sobre Berlín y el ascenso de un líder infame, lejos de amenizar el texto, aburre. Aunque las escenas de batallas estén admirablemente montadas, cargadas de CGI, y que al menos adicionan algo de gracia a la acción. Igualmente los excesivos 140 minutos se tornan aburridos, pues todas esas subtramas aplicadas sin desarrollo, resolución ni injerencia con la trama principal terminan por generar hastío. Si algo podría haber sostenido esta producción, esto recaería en las actuaciones, sin embargo las mismas son demasiado desparejas, de la muy buena ofrecidas por Jude Law y Mads Mikkelsen a la repetida aparición con el mismo gesto, casi ridículo, de Eddie Redmayne, no solo aquí, en todas sus películas, en una daba bien con el personaje y se ganó un premio de la academia. El resto casi de relleno.
Rowling parece querer manipular a los incondicionales de la manera más sutil posible, construyendo historias que requieren conocimiento previo para apreciarlas por completo. Pero ni en este caso podrán satisfacerse. Los no adoctrinados se confundirán; los admiradores, se decepcionarán.