Llega a nuestros cines la tercera entrega de esta saga precuela a Harry Potter; y para serles honesto, me cuesta entender cómo después de tres películas, aún no logran encontrarle la vuelta a una franquicia que cada vez se siente más hecha para sacarle plata a los fans, que algo hecho porque si tenían una historia que contar. Veamos todo lo que salió mal en Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore.
Tiempo después de que Grindelwald comenzará a formar su equipo para la guerra contra los muggles, surge la posibilidad de que se presente como candidato para hacerse con el control del Ministerio de Magia. Solo un grupo armado por el propio Albus Dumbledore podrá detener la posible guerra entre magos y humanos comunes y corrientes.
La trama puede parecer interesante, si se la toma como una sinopsis de lo que todo pasa. Pero no, literalmente eso es todo lo que sucede en Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore, haciendo que esas casi dos horas y media se estiren hasta el hartazgo, siendo sobre todo la primera hora un sopor para aquellos que no se dejan obnubilar por el mundo donde sucede la historia, y busca justamente, una historia interesante más allá de los poderes y criaturas mágicas que viven en ese universo.
A esto hay que agregar que de nuevo el título de la película se siente bastante injustificado. Y si, ya sé que todos están pensando en el chiste fácil sobre el secreto que tiene Dumbledore, pero hablando en serio, cuando se revela de verdad que es eso que tenían escondido, se siente bastante superficial; como algo que se podría haber arreglado si los personajes se hubieran sentado a hablar y ya; en lugar de que todo desencadene con magos queriendo matar a otros magos en plena calle muggle.
Pero, Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore no es un desastre total, aunque estuvo cerca. Como una de las pocas cosas rescatables, podemos decir que por fin alguien se dio cuenta la calidad actoral con la que se contaba. Eddie Redmayne, Jude Law o Mads Mikkelsen se lucen en sus personajes, sacándole hasta la última gota de jugo a un guión que, para ser honestos, no los ayudó demasiado. Acá se puede ver como buenos actores logran salvar una historia bastante pobre.
Lo otro a destacar, son los efectos especiales. Si, sabemos que estamos ante una gran megaproducción de Hollywood y lo mínimo que se le puede exigir es que el CGI esté a la altura. Pero ya vimos en casos recientes que esta regla no siempre se cumple; así que cuando los efectos digitales están bien logrados, hay que decirlo.
En conclusión, Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore es una mala película, y eso no se puede negar sean fans del mundo mágico o no. Que sea menos mala que sus predecesoras, no le da demasiado merito…