Dejando un poco de lado el protagonismo de los encantadores animalitos mágicos que protege el famoso magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne), esta nueva entrega se centra más en la historia entre el oscuro mago Grindelwald (ahora interpretado por Mads Mikkelsen), y el luminoso Albus Dumbledore (Jude Law). Dos caras de una misma moneda, el ying y el yang… unidos por un amor aquí declarado (con conjuro de sangre incluido), y separados por la muerte de Ariana Dumbledore (hermana de Albus).
Lo cierto es que el mago blanco sabe de las intenciones de su némesis para ser cabecilla del Ministerio de la Magia, y así dominar el mundo. Por lo que convoca a un pequeño equipete para tratar de detenerlo, que incluye hasta el muggle Jacob Kowalski (Dan Fogler); y también para proteger a un animalito divino (literal) que tiene el don de captar a las almas bondadosas, y que es nada menos quien elige a los futuros líderes de la comunidad mágica. Con un plan (supuestamente) improvisado, la troupe hará lo imposible para lograr su cometido.
Otro de los misterios develados de la nueva entrega, son los orígenes de Credence Barebone (Ezra Miller) fuertemente vinculado a los Dumbledore. Lo cual va a traer un poco de sosiego a este muchacho tímido y atormentado, que solo busca amor, y que debido a su resentimiento desarrolló una fuerza parasitaria temeraria. Con una historia en transición, la película tiene sus aciertos y desaciertos. La narración fluye, sobre todo al principio, y nos involucra. O sea, el arco dramático es atractivo, así como esa ambientación con ecos de pre guerra, que en los momentos políticos alude directa y estéticamente a la propaganda fascista.
Pero más allá del acertado despliegue técnico y el buen ritmo, toma decisiones apresuradas a la hora de cerrar historias debido a la cantidad de personajes potentes que entran en juego. Cada uno tiene un pasado interesante, con mucho por descubrir y esto se diluye en espasmódicos momentos. Animales Fantásticos: Los Secretos de Dumbledore, cual soup opera, habla sobre el amor, sobre los vínculos, sobre la traición… y también deja al propio Newt Scamander algo desdibujado, situándolo la saga que lleva su nombre en un papel secundario. La duda que queda flotando es si es un giro de la trama intencional.