Poco queda en pie de los valores que marcaran el debut de la propia J.K. Rowling como guionista, sobre la novela homónima publicada en 2001. Ni tantos animales ni tantos secretos aguardan en la presente secuela. Apenas un insípido encanto. Un metraje excesivamente largo descubre problemas de raccord, insólito para una superproducción. Resulta francamente absurdo constatar ciertas contradicciones al universo de Harry Potter, ¿acaso Rowling puede negarse a sí misma? “Animales Fantásticos” discurre como una saga sin alma ni magia, abundando en relaciones entre personajes poco solventadas y unas subtramas se pierden. La saga sigue cometiendo los mismos errores sin aprender por experiencia propia: no siempre más mejor. La exploración superficial no rasca siquiera la superficie de las primeras entregas cinematográficas conocidas en 2016 y 2018. No obstante, una serie de rostros reconocibles pueblan la pantalla: Jude Law, Eddie Redmayne, el polémico Ezra Miller y Mads Mikkelsen -quien reemplaza a Johnny Depp, en el papel que alguna vez ocupara Colin Farrell-. Vuelve David Yates a colocarse detrás de cámaras, pero su trabajo es meramente perezoso. No hay transición elaborada, tan solo una frívola localización. Cine de puro paracaidismo.