Esta nueva aventura en el mundo de magos y hechiceros creado por la escritora J.K. Rowling es una suerte de precuela de “Harry Potter” que transcurre en la Nueva York de los años ’20 y que apuesta por un clasicismo estético y narrativo a años luz de las más recientes superproducciones del cine de acción de Hollywood.
El mundo de JK Rowling tiene códigos que solo pueden comprender en su totalidad los que han seguido su obra a lo largo de los años. Y no me refiero a los que, como yo, solo hemos visto las películas de HARRY POTTER y a esta altura solo recordamos media docena de personajes y similar cantidad de situaciones memorables. Como todos los “universos” literarios/cinematográficos (el de Marvel, mucho más expandido, es comparable) puede extenderse transversalmente de manera infinita para el deleite de sus fans y, por lo general, la confusión o el hastío de los casuales espectadores.
Pero así como el mundo Marvel parece dominado por una eterna sucesión de crossovers y efectos especiales, la aparición de ANIMALES FANTASTICOS Y DONDE ENCONTRARLOS resulta, dentro de este contexto, bienvenida por dos motivos. Por un lado, más allá de que sean los elementos más promocionados en los trailers, no es una película atosigada por sus efectos. Es cierto que, cuando tienen que usarlos, los expertos en el tema sacan a relucir sus últimos trabajos de orfebrería digital, pero durante buena parte de la película desaparecen o son utilizados con una discreción y elegancia que se creían perdidas. Y, por otro, las diferencias temporales y de ubicación con respecto a los filmes de HARRY POTTER, al menos por ahora, no obligan al espectador a establecer demasiadas conexiones con aquellos filmes. Sí, es cierto, las palabras que Rowling inventó para el mundo de los magos siguen siendo igual de confusas que antes, pero no dificultan el acercamiento al filme de una nueva generación que puede no saber muy bien quien es Hermione…
Hay otro importante punto a favor de la película da David Yates, el mismo director de las cuatro últimas aventuras de HP: su apuesta por cierto clasicismo narrativo. Al situar su película a mediados de los años ’20 en Nueva York, Yates entra a un universo cinematográfico bastante explorado en Hollywood (por momentos me hizo recordar a HUGO, de Martin Scorsese) y conecta con cierta lógica de los tiempos y personajes típicos del cine clásico, como lo son la rubia Queenie y el muggle Jacob (en EEUU, a los muggles se se los llama no-mags), que se cuentan entre los principales compinches de Newt Scamander, el british wizard y especialista en los animales fantásticos que ha llegado a Manhattan con algunas tareas por realizar.
Pero en otro clásico enredo propio del “screwball comedy” de la época que el filme retrata, una valija se confunde con otra, los animales que Newt trae desaparecen causando todo tipo de estragos y el equipo que ellos forman (hay que sumar aquí a Tina Goldstein, una empleada de MACUSA, el Ministerio de Magia en versión norteamericana) se tiene que dedicar a buscarlos y volverlos a encerrar en el maletín. Pero esto es solo la excusa para algo mucho más importante que se anuncia apenas comenzado el filme: una misteriosa criatura visible solo como un viento atronador azota la ciudad destrozando todo a su paso y poniendo en peligro la ya de por sí difícil convivencia entre magos y no-magos.
De hecho, hay una suerte de caza de brujas en pleno funcionamiento, con Samantha Morton a la cabeza, dueña de un orfanato que trae más conflictos que soluciones, ya verán porqué. Y los magos, como siempre, también tienen sus intrigas palaciegas, sus traidores y quienes no están muy de acuerdo con la idea de someterse al control o la represión de los humanos, como Percival (Colin Farrell), quien parece estar detrás de (o, al menos, interesado en) estos ataques brutales a los neoyorquinos.
La trama de ANIMALES FANTASTICOS… es muy rica en lecturas políticas y sociales, especialmente en esta época post-Trump, donde los debates sobre las minorías, cualquier tipo de fascismo político y crecientes actos de rebeldía son noticia todos los días. Aún cuando la película precede al trumpismo, Rowling es consciente de esos ejes y su guión toca varios de esos temas (la “caza de brujas” es el más evidente) de una manera más inquietante que las películas de superhéroes que coquetean con esas temáticas pero prefieren ponerlas en segundo plano ya que lo más importante parece ser destruir planetas enteros. Aquí, los héroes pueden tener sus poderes, pero no son los “machos alfa” de ese tipo de película. Scamander es, más bien, su perfecto opuesto.
No todo es redondo en la película de Yates. Pese a su clasicismo y su decisión por presentar una historia completa y compleja sin olvidarse de ella promediando la película para pasar a los golpes, hay momentos en los que sí apela a banales y evidentes ganchos de taquilla. Buena parte de la búsqueda de las criaturas fantásticas no es otra cosa que una versión bestial de un juego de Pokemon Go y más allá de la simpatía de algunos de estos bichos, el asunto se vuelve un tanto tedioso por un tiempo.
Igualmente dudosa, al menos para mí, es la interpretación de Eddie Redmayne, el protagonista de la historia. Si bien es aplaudible la idea de que el héroe del filme sea un tímido y estudioso especialista en estas criaturas (con habilidades mágicas que no parecen ser superiores a las de cualquier otro) en lugar de una superpoderosa figurita de accion, Redmayne lo convierte en una suerte de freak similar a los que interpretó en otras películas: cabeza torcida, mirada hacia el piso, un susurro interno como voz. Debido a su interpretación pseudo Actor’s Studio, Newt está más cerca de parecer un autista sabio que otra cosa. Tal vez tenga que ver con el plan a largo plazo de la saga que, de no mediar un fracaso de público, promete incluir cinco películas, pero no encaja nunca con el espíritu clásico del resto del filme y le quita vitalidad. Newt puede ser lo que se llama un timorato “gusano de biblioteca”, pero Redmayne le pone tantos pequeños tics que lo vuelve un tanto insoportable.
De todos modos, más allá de esas pequeñas objeciones, ANIMALES FANTASTICOS… es una muy sólida y noble película de aventuras para un público adolescente y adulto (como en las últimas HP, la apuesta de Rowling/Yates ya no es tanto para niños-niños) que logra evitar buena parte de los clichés de las superproducciones contemporáneas. O será que el mundo de los magos de la escritora británica, en unos pocos años, quedó como un remanso de clasicismo, control y organización narrativa frente a las cada vez más freneticas, explosivas e incomprensibles películas de accion de hoy.