Presentada como una suerte de precuela de Harry Potter (si bien la franquicia dará para cortar varios filmes más), en Animales fantásticos y dónde encontrarlos la novelista J.K. Rowling movió la magia de Hogwarts a Manhattan, y la adaptación de esta novela de 2001 hace a la mudanza bastante efectiva.
Hay algo especialmente gracioso al ver a Newt Scamander (Eddie Redmayne) llegar al puerto de Nueva York en 1926 cargando una valija repleta de criaturas extrañas cuando, en un paralelismo ingenioso, Rowling cambia a la Ley Seca por una ley anti animales fantásticos. Scamander es un alumno de Hogwarts y, mientras busca a una suerte de pequeño ornitorrinco que escapó de su valija, desesperado por robar joyas, descubre la caza de brujas que hay en la ciudad. La organización MACUSA controla parte de Nueva York y evita por todos los medios que la magia se difunda; por tal motivo, los desmanes de Newt y sus animales, junto a las hermanas magas Tina y Queenie Goldstein (Katherine Waterston y Alison Sudol) y el no-mago Jacob Kowalski (Dan Fogler), serán objeto de persecución para la organización, y en especial para el mago manipulador Percival Graves (Colin Farrell).
Los puntos flojos son la creación de un tímido y oprimido personaje, Credence, que al desatar su furia arrasa Manhattan en la forma de un ciclón digital (trayendo obvias comparaciones con King Kong, X-Men y demás) y la extensión de una película basada en un libro de apenas 126 páginas. En cambio, la dupla Newt/Jacob y sus pequeños animales son pura magia, y la propia magia de Nueva York, en cualquier década que sea ambientada, nunca decepciona.