El hombre de Newt Scamander aparece, como autor de un libro de texto que deben estudiar los aprendices de mago en Hogwarts, en Harry Potter y la piedra filosofal, el primer libro de JK Rowling. Scamander es autor de una guía darwiniana, Animales fantásticos y dónde encontrarlos. Y un personaje misterioso y legendario. Ahora, después de la despedida de la saga Potter en el cine, con las últimas dos películas en el podio de las más taquilleras de la historia, Scamander se transforma en protagonista de un spin off que no será trilogía, como se había anunciado primero, sino cinco (¡cinco!). El británico David Yates vuelve a dirigir. "El protector del reino", como lo definió Colin Farrell, experto en el universo mágico de Rowling después de adaptar sus libros, trabaja ahora codo a codo con la millonaria autora, que esta vez es guionista. Su universo, imaginativo y vasto, enciclopédico, cruza ahora el atlántico y se traslada a Nueva York y a los años veinte, cuando Scamander (un chaplinesco Eddie Redmayne) llega a la isla Ellis con una maleta de dimensiones mágicas llena de animales fantásticos, unos más inofensivos que otros. Lo que sigue es una aventura abigarrada, llena de personajes y subtramas, en la que el mundo de la magia y el de los muggles (no-majs, en americano) volverán a mostrarse los dientes. Con todos los ecos biempensantes que esto conlleva. Los temas que ya estaban presentes en el mundo Potter: tolerancia, diversidad, aceptación del diferente y, en este caso con mayor fuerza, la protección y defensa de la naturaleza. El congreso de magia, MACUSA, enfrenta a un enemigo, hijo adoptivo de una mujer fanática enemiga de los segregados magos, mientras Newt se hace amigo de un pastelero no-maj, Jakob Kowalski que deja sin querer libres a sus criaturas, forzando la persecución del poderoso mago Percival Graves (Colin Farell, muy divertido). A ellos se sumará Propertina "Tina" Goldstein y su bella hermana Queenie, que lee la mente: un grupo muy simpático en el que rápidamente crecen la amistad y el amor. Los nuevos Ron, Hermione y Harry, para los desconsolados fans, el público al que en buena parte está diridiga esta nueva saga.
Aún así, perteneciendo a los fans o no, el universo Pottermore tenía en la historia de Scamander una joya para pulir, una caja de pandora de buenas historias con tremenda potencia cinematográfica. Yates y Rowling le sacan provecho, y Animales fantásticos logra momentos realmente encantadores, aún entre la excesiva y algo agotadora mezcla de subtramas y acción fantástica durante más de dos horas. La Nueva York de los veinte aporta belleza, la mirada huidiza de Redmayne, si desconcertante al principio, suma misterio a un personaje que deja con ganas de conocer mejor. Y el paso de comedia, con el personaje de Kowalski -un gracioso Dan Fogler- aporta humor, ternura y simpatía marca de la casa.
Párrafo aparte para las bestias y sus muy definidas morfologías y personalidades. Algunas entrañables pero temibles como elefantes en un bazar, empezando por el amigo parecido a un topo, adicto a todo lo que brilla. O el delicado híbrido entre vegetal y mantis religiosa que Scamander adora. Su indestructible amor por estas bestias -"le interesan más los animales que las personas", le dirá Tina- y la relación que tiene con ellas es uno de los motores centrales del corazón de la película. Que es grande.