El diseñador de modas Tom Ford, devenido en realizador cinematográfico, sigue llevando todo su estilo y elegancia a la pantalla grande de la mano de historias bastante turbias y psicológicas.
Tras su debut con “Sólo un Hombre” (A Single Man, 2009), Ford arremete con la adaptación de la novela “Tony y Susan” (1993) de Austin Wright, un drama que se mueve a lo largo de dos narraciones diferentes y sumerge a la protagonista en la ficción dentro de la ficción.
Amy Adams es Susan Morrow, la adinerada propietaria de una galería de arte de Los Ángeles, ¿felizmente? casada con Hutton (Armie Hammer), su segundo marido, preocupada por su nueva exhibición y por, mantener su pomposo estilo de vida.
Susan es fría como un tempano de hielo, pero su vida (y su pasado) empieza a sacudirse cuando le llega el manuscrito de la primera novela de su ex esposo, Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal) -titulada “Nocturnal Animals”-, con la intención de que la lea, le de su sincera opinión y, de paso, concreten una reunión durante la visita del escritor a la ciudad.
Susan se siente inmediatamente atraída por la narración que, pronto, comienza a remover su propia historia junto a Edward y el tremendo dolor que le causó antes de la separación.
“Nocturnal Animals” (la novela), nombre inspirado en la señora, narra la terrible peripecia de una familia que sale de paseo durante un fin de semana y termina viviendo un infierno a manos de un grupo de delincuentes que los interceptan en la ruta. El relato se vuelve cada vez más violento y termina en un sangriento raid revanchista, una trama que, a simple vista, poco y nada tiene que ver con ella, pero las metáforas son ineludibles.
La narración de “Animales Nocturnos” (Nocturnal Animals, 2016) se mueve dentro de estas dos líneas: la ficción protagonizada por Tony Hastings (también Gyllenhaal), su esposa, su hija, y el detective Bobby Andes (Michael Shannon), encargado de su caso; y la psique de Susan que lee y, al mismo tiempo, recuerda sus días junto a Edward.
El resultado de Ford es una tensa y psicológica espiral que se va cerrando sobre la protagonista, obsesionada por la historia escrita por su ex marido y la posibilidad de volver a encontrarlo después de tantos años y todo el daño que le causó.
El realizador alterna su narrativa estilizada y prolija entre estos dos escenarios: la sordidez del desierto y la violencia liderada por Ray Marcus (Taylor-Johnson) y sus cómplices, y cierta “frigidez hitchcockiana” cuando se trata de Adams, transitando un mundo que parece menos real que la ficción de la novela.
Ford busca incomodarnos a cada paso y lo logra, en parte, a la exquisita actuación de Amy Adams que, por primera vez, compone un personaje totalmente desagradable, sin serlo del todo. El resto del elenco es correcto, aunque muchos están un poco desaprovechados como Hammer, Laura Linney y Michael Sheen que apenas aparecen unos minutos en la pantalla.
“Animales Nocturnos” termina siendo un thriller dramático y violento (física y emocionalmente) con esa estética súper cuidada que ya demostró el realizador en su ópera prima.