AninA

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Después de algunos años de su realización llega finalmente, a los cines de Argentina, la cinta animada Anina de Alfredo Soderguit.
Anina es la protagonista de esta historia: una niña de 10 años. Anina Yatay Salas tiene un nombre palíndromo o capicúa. Por este motivo recibe burlas en el colegio y se lleva mal con Yisel. Ambas pelean y son castigadas con la indicación de que no abran un sobre que les entrega la directora hasta su próxima reunión. Diferentes situaciones llevarán a Anina a replantearse la relación con Yisel y atravesará otras aventuras en el camino.

Esta coproducción uruguaya-colombiana explora los conceptos de la identidad desde el punto de vista de una niña. Lo hace con el uso narrativo de la voz en off, para enfatizar más lo que piensa su protagonista. Y se sumerge en varios estereotipos clásicos que se crean en la mente de un chico de esa edad: la profesora buena y la mala, las vecinas “chusmas”, la directora como figura de autoridad y los diferentes compañeros. Incluso la historia da bastante lugar al espacio que ocupan los padres, en este caso bastante liberales, que prefieren que Anina descubra y aprenda las cosas por sí misma.

Desde el punto de vista estético, la película fusiona elementos digitales con una tonalidad acuarelable que denota el trabajo técnico y preciso que puso el equipo de animación. Por momentos la misma es lenta y da lugar a que se aprecien los fondos y por otros es rápida y muy bien compaginada con la acción y el sonido (como en la pesadilla musical que atormenta a Anina).

La película es una historia con un mensaje sencillo y claro, de reflexión, de no juzgar a los demás. Aspectos que son aplicables a cualquier cultura y que muchas veces no vemos en el cine de Hollywood. Donde se repiten una y otra vez los caminos del héroe y que algunas veces son ajenas a la realidad que viven los chicos que ven la película. Este no es el caso de Anina.