El prolífico y multifacético Luc Besson, después de dos años, regresa a la pantalla grande como director de un film con guion de su autoría. El elenco está compuesto por Sasha Luss, una modelo que empezó a incursionar en la actuación con el mismo Besson, en su película anterior, “Valerian”. A su vez, Cillian Murphy (“Peaky Blinders”), Luke Evans (“The Alienist”) y la histórica Helen Mirren completan el equipo protagonista de esta intrincada trama de espionaje internacional.
Anna (Luss) se dedica a vender muñecas en un pequeño, pero bastante concurrido, mercado en Rusia. Allí es contactada para formar parte de un equipo de modelos internacionales, dada su belleza e inteligencia. Ella acepta el trabajo para poder pensar en un futuro mejor, pero es el primer paso de una serie de conflictos con el servicio de espionaje ruso. Dada esta situación y los daños causados por ella, Lenny Miller (Murphy), jefe de la CIA, la rastreará con el objetivo de desarmar a sus rivales europeos, pero es la imagen física de Anna lo que pondrá todo en una tensión recurrente.
Esta cinta se destaca por su música original: Éric Serra logró complementar de una gran forma cada escena de la película donde era necesario un clima en específico, pudiendo así generar que el público experimente diversas emociones. A su vez, las actuaciones se acoplan bien a lo que la trama pide. Sasha Luss sorprende con un buen despliegue al representar su personaje, pero Helen Mirren es el pilar fuerte del equipo y aquí saca a relucir todos sus dotes actorales.
Sin embargo, el punto flaco está en el trabajo de Besson. En cuanto a dirección, su labor es buena. Las escenas de acción son llevadas a cabo con soltura, quizás siendo eso lo más trabajoso de su film en este rol. Así, desvía el foco de atención a la escritura de la película: está organizado de una forma tan intrincada que, al ver cómo resolvió ese aspecto, habla de una dificultad de su parte para llevar a cabo su propio guion. No sólo es notorio aquel problema, sino también que abusa del recurso utilizado para retratar la historia.
“Anna: el peligro tiene nombre” es un no tan buen regreso de Besson a la pantalla grande. Presenta una historia interesante pero deslucida por cómo se representó. Igualmente, es un buen producto para aquellas personas que disfrutan de una película de espionaje, lo que para un trabajo de una figura del cine como Besson, es poca cosa.