«Inmortal» es un largometraje dirigido por Fernando Spiner, el cual participó del Festival Internacional de Mar del Plata el año pasado y ahora llega a las salas comerciales. El guión fue escrito por Spiner, Eva Benito y Pablo de Santis. Por su parte, el elenco principal está compuesto por Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Analía Couceyro y Patricio Contreras. Esta particular historia nos presenta a Ana Lauzer (Blanco), quien regresa a Buenos Aires para realizar una serie de trámites luego de la muerte de su padre. Es en su regreso cuando se reencuentra con el Dr. Benedetti (Fanego). En medio de acusaciones por hechos del pasado, Benedetti le muestra a Ana una forma de contactarse con su papá. Las actuaciones del elenco no son destacables, salvo por Fanego. Es muy difícil empatizar con el personaje de Blanco dada su performance. Sin embargo, y a pesar de mantenerse en la misma línea en cuanto a su resultado, Couceyro retrata a una antagonista que logra, con lo justo, el efecto necesario para generar la rivalidad. Lo más interesante de esta película es, sin dudas, su historia y realización. Es una premisa digna de un film hollywoodense del género fantástico. Sin embargo, Spiner la realiza sin la superproducción que alguien se espera. Sitúa esta historia dentro de una Buenos Aires especial que decide mostrar: dentro de las políticas del gobierno de turno, de los reclamos que se evidencian mediante archivos de radio y el sector de la ciudad mostrado en cada viaje de colectivo, se encuentra el doctor Benedetti, quien hace negocios con la inmortalidad. En conclusión, Spiner regresa al cine fantástico con una propuesta que es una bocanada de aire fresco. Con una gran premisa, es una historia a la que se le podría sacar un elemento romántico (que resulta innecesario), ya que por sí misma, tiene fuerza para sostenerse sin aquella inclusión.
En estos tiempos, se están adaptando a la pantalla grande historias verídicas con un carácter de denuncia. En este caso, la misma productora que se encargó de realizar «En primera plana» (2015), nos trae este film basado en un artículo publicado por el New York Times, escrito por Nathaniel Rich. En esta ocasión, el guion fue escrito por Mario Correa y Matthew Carnahan. Rob Bilott (Mark Ruffalo) es un abogado que se maneja dentro del mundo de las empresas químicas. Un día, Wilbur Tennant (Bill Camp) llega a su oficina con el objetivo de mostrarle cómo, en su granja, sus animales enloquecen y sufren las consecuencias de los desechos químicos arrojados en su pequeño pueblo por parte de DuPont, una empresa líder dentro de su mundo. Nadie quería seguir adelante con su denuncia por la importancia de la empresa a demandar, pero Bilott convenció a su jefe, Tom Terp (Tim Robbins) de avanzar y, así, empezar con un proceso judicial intenso y sumamente extenso. La historia está muy bien contada: paciente de a ratos, aunque al final consigue su efecto en aquella persona que la ve. A veces, hay planos que pueden parecer innecesarios, pero para nada el trabajo de cámara opaca la película. A su vez, el montaje logra representar fielmente los tiempos durante los cuales se desarrolla el film, ya que se da en un lapso de veinte años, aproximadamente. Lanza un mensaje sumamente fuerte, pero es rescatable el hecho de que se haya tomado sin miedo aquella posición. El elenco, a su vez, logra imprimir en sus personajes la intensidad necesaria para mantenerse en consonancia con el carácter del largometraje. Vale destacar, también, el trabajo hecho por Anne Hathaway y de Tom Robbins, quienes, con poco tiempo frente a la cámara, se transforman en los pilares de esta cinta junto a Ruffalo y Camp. Para concluir, «El precio de la verdad» es un producto intenso y llevado a cabo de una gran forma. En tiempos donde se está impulsando el cuidado de la naturaleza, este film se encarga de mostrar una historia más donde los químicos afectan al mundo. En estos casos, si películas de este calibre logran hacer que el público se replantee, al menos un poco, sus hábitos, el objetivo podría considerarse cumplido. Sin dudas, este largometraje consigue movilizar, por lo que cada persona debería verlo.
Universal Pictures, en el año 2014, decidió lanzar su propio universo cinematográfico. Bajo el nombre de «Dark Universe», donde reuniría a personajes clásicos, lanzó «Drácula: la historia jamás contada». Sin embargo, la película no fue bien recibida. Luego, ya en el 2017, el estreno del largometraje de «La momia», protagonizado por Tom Cruise, significó el reestreno de esta suerte de mundo similar al de Marvel, pero una vez más falló. Ahora, Leigh Whannell nos trae esta película, aspirando tener mejor éxito que sus predecesoras. Cecilia (Elizabeth Moss) es presionada y controlada en todo sentido por su pareja. Él es una persona de renombre dentro del mundo de la óptica. Igualmente, días más tarde después de que Cecilia lograra escaparse de sus manos, él se suicida. A pesar de eso, encuentra las maneras de hacerle creer a su ex-pareja que continúa vigilándola. La historia presentada está bien. Entretiene, pero posee algunos baches de información que causan cierta confusión al momento de mirar el film. Whannell también se encargó de este aspecto, así que todo recae en él: maneja muy bien los momentos de tensión, pero de a ratos es bastante predecible. A su vez, los giros argumentales que posee, pueden resultar clichés. En una película donde la historia flaquea, debe buscarse apoyo en el elenco, y sin dudas esto es lo que sucede. Elizabeth Moss saca a relucir sus mejores armas para este género que se inclina más hacia el terror que a la ciencia ficción. Aldis Hodge como James y Storm Reid como Sydney, junto al resto del equipo, conforman un reparto con un buen desempeño individual, pero uno mejor de forma grupal. «El hombre invisible» es un largometraje que, a pesar de todo, decepciona. Promete más de lo que en realidad es. Sin embargo, es un buen producto que entretiene y, de a ratos, asusta. Ojalá sea el primer paso en un mundo nuevo que nos otorgue un aire diferente al de los superhéroes.
Los films basados en videojuegos son, siempre, una gran apuesta. En primer lugar, debe cumplirse siempre con las expectativas de aquellas personas fanáticas del mismo. Luego, debe buscarse la forma de atraer a aquel sector que no es familiar con el personaje en cuestión. Jeff Fowler nos trae una película acerca de este pequeño y veloz erizo azul al que Ben Schwartz («Parks and Recreations») le puso la voz. El elenco principal lo completa James Marsden (Cíclope en la saga de «X-Men»), Jim Carrey y Tika Sumpter («One life to live»). El guion fue escrito por Patrick Casey y Josh Miller. La historia se centra en un pequeño pueblo donde, históricamente, los Wachowski fueron su sheriff durante muchos años. Allí, Tom (Marsden) encuentra a Sonic luego de una cadena de eventos que resultaron en la persecución del erizo por parte de un genio malvado como lo es el Dr. Robotnik (Carrey). Es así como el policía, en medio de cambios personales, deberá decidir si salvarlo a Sonic o no. En cuanto a la creación digital del erizo, debe rescatarse el hecho de que escucharon el reproche del público luego de haber visto las primeras imágenes del personaje. No era necesario conocer cómo se veía en los videojuegos para darse cuenta de que no se acercaba en su parecido en lo absoluto, sino que no era para nada atractivo de todas formas. Luego de haber visto su resultado y ante tantas críticas hechas, es momento de afirmar que, en su versión final, es un personaje atractivo y muy similar al de los videojuegos. El guion está bien para el tipo de película que es. Es simple, con personajes clásicos en su construcción, pero es una fórmula efectiva de todas maneras. A su vez, hay varias referencias a otras series o videojuegos que sólo surten efecto si se es familiar con aquello. El elenco no descolla, pero funciona bien en equipo. Igualmente, aquí deben decirse unas palabras aparte para Jim Carrey, sin dudas el plato fuerte de este film. Sus líneas, sus escenas y todo en lo que su personaje formó parte, da la sensación de haber sido hecho para que el actor saque a relucir sus dotes humorísticos a los que nos tiene acostumbrados y, después de tantos años, siguen siendo efectivos. “Sonic: la película” es un producto entretenido para disfrutar en familia, con una historia ágil y con momentos divertidos. Habrá que ver si cumple las expectativas de aquellas personas fanáticas del videojuego, pero para el sector que lo desconoce, sin dudas este film es una grata sorpresa. (Vale aclarar: hay una escena extra después de los primeros créditos).
Si hay películas que merecen repasar, conocer o considerar el libro adaptado, sin dudas «Mujercitas» es una de ellas. Esta novela fue escrita por Louisa May Alcott en el año 1868. Contando la versión de Greta Gerwig, ya son seis los films basados en aquel libro, siendo el último largometraje del año 1994. Sería un trabajo interesante ver cada adaptación y pensar en las decisiones tomadas por los directores o las directoras correspondientes para apreciar qué se decide contar en cada versión y aquello que es recortado, teniendo presente en todo momento lo escrito por Alcott. En este caso, Gerwig se encargó de escribir el guion y, así, poder encontrar su voz dentro de esta historia familiar. Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh y Eliza Scanlen se ponen en la piel de las hermanas March: Jo, Meg, Amy y Beth, respectivamente. Ellas son una familia pobre, que luchan por subsistir dentro de un mundo regido por los hombres. El trabajo, la guerra, el amor y el dinero serán los elementos principales dentro de su vida, donde cada una deberá pensar qué aspirar en la adultez. Marmee March (Laura Dern) es la madre de las hermanas, quien intentará mantenerlas juntas frente a las adversidades y Theodore Laurence (Timothée Chalamet) será el hombre en disputa en términos de amor y el nexo por el cual la alta sociedad entra en la vida de esta familia humilde. Por un lado, el trabajo realizado por Greta Gerwig es excelente: recrea de una gran forma el contexto histórico en el cual se lleva a cabo la historia. A su vez, el manejo narrativo es ideal ya que busca evitar cualquier estancamiento dentro de la historia cuya premisa, a primera vista, da a entender que el film sería algo paciente. Entonces, el trabajo realizado en ese aspecto por la directora está más que aprobado. Por el otro, uno de los pilares de esta narración es la familia. Por ende, era necesario un elenco cuya química sea alta y definitivamente lo es. La identificación con cada personaje, entonces, es instantánea. A su vez, la presencia de Laura Dern y Meryl Streep aporta la experiencia necesaria dentro de un elenco joven, generando así un buen equilibrio. Greta Gerwig demuestra cómo «Mujercitas» es una historia que, a pesar de haberse escrito en el siglo XIX, hoy se encuentra más que vigente y resalta este aspecto, encarnado en el personaje de Jo March. Es una película más que disfrutable, estéticamente bella y realizada de una forma excelente, cuya musicalización a su vez fue elegida con mucho cuidado para escenas puntuales. ¿Será la mejor adaptación cinematográfica del libro?
Si hay un director que ha hecho de la vanguardia un gran aliado, es el taiwanés Ang Lee. Ecléctico a lo largo de su obra como realizador, dentro de la cual podemos destacar películas como “Secreto en la montaña” o “La vida de Pi”, esta vez decide incursionar en, quizás, su mayor experimento. “Proyecto Géminis” es un film protagonizado por Will Smith, Mary Elizabeth Winstead y Benedict Wong. Henry Brogan (Smith), un francotirador de un departamento de inteligencia estadounidense, pide el retiro al no poder seguir lidiando con sus conflictos personales. Sin embargo, averigua que aquella última persona que tuvo que matar no era quien le habían informado, sino que él había sido engañado. Entonces, y ante este peligroso descubrimiento, deciden enviar a un clon veinticinco años más joven que él para asesinarlo. Así, se devela uno de los proyectos más tenebrosos del gobierno. En esta película, Ang lee se inmiscuye dentro de las nuevas tecnologías. “Proyecto Géminis” es un largometraje filmado en 4K, 3D y a 120 cuadros por segundo. En otras palabras, el objetivo del director es crear una experiencia de inmersión: hacer del espectador, un partícipe de las escenas de acción. Así, es posible apreciar cada movimiento de pelea con detalle y con la mejor calidad, capturado todo de una gran forma por el realizador. Párrafo aparte para el trabajo tecnológico realizado para crear al clon de Will Smith, uno de los personajes principales. No es un proceso de rejuvenecimiento, sino que fue creado enteramente de forma digital. Aquí, Ang Lee realizó una gran apuesta al experimentar con eso y, a su vez, Will Smith se enfrentó a un desafío actoral: encarnar a sí mismo a sus cincuenta años, con la psicología y las actitudes adecuadas, además de ponerse en la piel de alguien la mitad de joven que él. Sin embargo, su performance no deslumbra. Igualmente, genera interés lo que significa enfrentarse con tu propia persona en una etapa más joven: este hecho es explotado en la trama, aunque es esperable. La historia presentada sólo entretiene. De no haber sido una experiencia de inmersión, “Proyecto Géminis” sería tan solo una película más de acción. A pesar de que las buenas actuaciones presentadas por Wong y Winstead se complementan sobriamente con Smith, lo más atractivo es formar parte de lo que nos ofrece el director. Ojalá se siga utilizando la tecnología por la cual el director apostó, ya que no hay dudas de que pueden crearse mejores productos. Mientras tanto, como público, en vez de esperar complejidad en los personajes o en la trama, solamente nos queda apostar en este film y disfrutar de esta bocanada de aire fresco traída por Ang Lee.
El ámbito automovilístico es, para un gran grupo de personas, un terreno más que desconocido. A veces sólo sabemos aquello que escuchamos en la televisión o vemos como noticia, pero este film nos acerca este mundo mediante un suceso ocurrido en el año 1966. Con este producto interesante, James Mangold regresa a la pantalla grande luego de haber dirigido, en el 2017, “Logan”. El guion fue escrito por Jez y John-Henry Butterworth y Jason Keller. El elenco, por su parte, está encabezado por dos grandes actores: Matt Damon y Christian Bale. La empresa automotriz Ford toca fondo y, como última maniobra para intentar reflotar, deciden contactar al diseñador automotriz Carroll Shelby (Damon) para que construya un auto de carreras y ganar una competencia de 24 horas de duración cuya corona estaba en posesión de Ferrari. Entonces, Lee Iacocca (Joe Bernthal) es enviado a negociar con Shelby, quien deberá pelear contra la burocracia de esa empresa para que Ken Miles (Bale) sea su piloto de autos para la misión. La historia es más que interesante: la adrenalina de las carreras y la velocidad son factores que llevan a que el espectador esté al borde de su asiento. Mangold, allí, tuvo mucho que ver: el trabajo realizado al filmar las escenas de carreras está logrado de una gran manera. A su vez, los personajes son presentados al inicio de la película y la identificación con ellos es casi instantánea. Cada uno tendrá su propio desarrollo, aunque quizás ni tan complejo ni tan difícil de entender. Sin embargo, los cambios personales son manejados de una buena forma y, en cuanto a historia, nunca se estanca. A pesar de esto, la película posee un humor de bajo nivel de a ratos, aunque son intercalados con pequeñas frases que sí causan risa. Christian Bale y Matt Damon están cómodos en sus papeles, aunque su actuación no arranca de la mejor forma. Igualmente, a medida que la tensión avanza y los problemas alcanzan su punto culmine, es donde ambos otorgan una buena performance, un poco más acorde a lo que se espera de ellos. “Contra lo imposible” es una historia peculiar dentro de un mundo desconocido para gran parte del público. El director nos introduce en las previas de las carreras de autos y los conflictos por los que podrían pasar los competidores, además de que nos pone en contexto de la importancia de cada evento. En otras palabras, se encarga de recuperar información necesaria para el espectador ajeno al automovilismo y logra su objetivo. Un film entretenido y para disfrutarlo de principio a fin.
La extensa trayectoria de Woody Allen (en 1969 estrenó su primera película y, salvo en 1970, 1974, 1976 y 1981, en cada año lanzó un largometraje) se vio afectada por los escándalos sexuales donde él se encuentra sumergido. “Un día lluvioso en Nueva York” tenía su fecha de estreno en 2018, pero dadas aquellas polémicas, se había pospuesto por tiempo indefinido, siendo la primera vez en 38 años que no salió a la luz uno de sus films. Sin embargo, el 7 de noviembre, se lanzará en Argentina esta nueva entrega dentro de la prolífica obra de este director. Gatsby Williams (Timothée Chalamet) y Ashleigh Enright (Elle Fanning) son novios, quienes se conocieron en la Universidad. Allí, Ashleigh consigue la oportunidad de viajar a Nueva York para entrevistar a un particular y famoso director de cine, Roland Pollard (Liev Schreiber). Entonces, Gatsby decide organizar un fin de semana allí para que su novia pueda hacer su trabajo y, además, llevarla a conocer la ciudad. Allí, ambos serán parte de una serie de eventos peculiares que pondrán en conflicto su relación. No es noticia que Woody Allen sitúe esta historia en Nueva York: algunos de sus films rememoran aquella ciudad y se apoyan en la nostalgia de una época que se desvanece cada vez más a medida que el tiempo transcurre. En este film, cuyo guion fue escrito por él, el recurso es el mismo. Igualmente, ante esta aparente repetición, la historia se desarrolla con soltura y el ambiente generado por la música de fondo y el trabajo del director, hacen de ésta una película disfrutable. Si a aquello se le suma el humor inteligente de Allen y un buen desarrollo de los personajes, en cierto punto es una fórmula que jamás puede fallar. Chalamet y Fanning forman una dupla interesante, donde es posible ver cómo encarnan a dos personas con características opuestas pero que, igualmente, se comprenden. Ambos tienen la posibilidad de desenvolverse frente a la cámara no sólo como dúo, sino también individualmente ya que el director va jugando con las aventuras por las que cada uno atraviesa. Quizás cueste un poco introducirse en la trama en términos de identificación, pero al final, el entretenimiento es alcanzado. En la música, en la escenografía y en ciertos elementos a los que se hace referencia dentro de los diálogos, Woody Allen vuelve a homenajear a Nueva York. Ni hablar del nombre del protagonista, que rememora al singular magnate creado por el escritor F. Scott Fitzgerald (en su libro “El gran Gatsby”). A su vez, el director realiza una crítica social un poco fuerte pero que se suaviza con sus característicos gags humorísticos, creando un producto interesante y en el cual es posible observar la marca de Woody Allen.
Si hay directores con rasgos diferentes al resto y extendidos a lo largo de su filmografía, Richard Linklater es uno de ellos. La trama, generalmente, es una mera excusa para presentar una temática que la engloba. Él intenta alcanzar su objetivo a través de un incansable desarrollo de los personajes y, también, mediante diálogos pensados con sumo detalle. Así que, después de dos años del lanzamiento de “El Reencuentro”, Richard Linklater trae un nuevo largometraje, esta vez protagonizado por Cate Blanchett. Bernardette Fox (Blanchett) está casada con Elgie Branch (Billy Crudup) y son padres de Bee (Emma Nelson). Mientras que Elgie trabaja durante todo el día, Bernardette y su hija intentan compartir cada momento juntas, pero son ciertas complicaciones en la salud de Bernardette y su personalidad reactiva, los motivos por lo cual su relación intrafamiliar como con su barrio empieza a decaer más y más. De a poco, cada aspecto de su vida empezará a derrumbarse. El foco, sin dudas, está puesto en el personaje principal y de a poco se nos va brindando más información al respecto, generando aún mayor interés en lo que está ocurriendo. A su vez, la actuación de Cate Blanchett es impactante y se encuentra a la altura de lo que se espera de una actriz de su trayectoria. Con Crudup y con la sorprendente Nelson forman un trío con el cual la identificación es instantánea, apoyándose en un guion sólido que va desarrollando a cada personaje de forma individual y como familia. Como se dijo al principio, acá es posible observarse monólogos o diálogos interesantes y bien utilizados en cuanto a la trama. Cate Blanchett es la persona que se encarga de protagonizar estos momentos en su mayoría y lo realiza a la perfección. También, Linklater (quien participó en la escritura del guion como lo suele hacer habitualmente) decidió incluir un mensaje de preservación ambiental que, en tiempos actuales, es más que necesario. Quizás, el mensaje macro de este film esté puesto allí: varios minutos del metraje son utilizados buscando la apreciación de la Antártida. “¿Dónde estás, Bernardette?” es un film interesante en términos de temática, ya que le da una vuelta de rosca al aspecto del arte y la arquitectura, aunque puede no llegar a atrapar. Sin embargo, los momentos cómicos son introducidos de forma muy puntual y correcta, evitando el estancamiento de la historia. Igualmente, las actuaciones son bastante sólidas y Cate Blanchett realza por encima de su equipo en un nuevo film de Richard Linklater que está más que aprobado.
Gerard Butler, en los últimos años, estelarizó películas de poca trascendencia a pesar de su extensa trayectoria en el mundo de la pantalla grande. En 2013, protagonizó una cinta de acción bastante entretenida que en Hispanoamérica se conoce como “Ataque a la Casa Blanca”, encarnando a Mike Banning, quien es el guardaespalda del presidente y, para defenderlo de un ataque terrorista, deberá desplegar sus mejores habilidades bélicas. Años más tarde, una secuela sale al mundo bajo el nombre “Londres bajo fuego” donde, en territorio británico, los principales líderes del mundo asisten al funeral del Primer Ministro inglés. Allí sufren un ataque terrorista cuyo objetivo era eliminar al grupo político y Banning debe defender al Presidente Benjamin Asher (Aaron Eckhart). Ahora, en esta tercera parte escrita por Robert Mark Kamen, Matt Cook y Roman Waugh se volverá a atacar al líder estadounidense. Allan Trumbull (Morgan Freeman), el nuevo presidente, sufre un ataque terrorista mientras él y su equipo, dentro del cual está Mike Banning (Butler), se encontraban pescando en un lago. Allí fueron todos asesinados, salvo Banning, quien salva al presidente de las explosiones ocurridas. Sin embargo, cuando recobra la consciencia, descubre que lo incriminaron como autor del atentado. Entonces, deberá descubrir quién quiso asesinar a Trumbull en medio de un contexto donde él es apuntado como el culpable. La historia aquí manejada es interesante, pero con falta de explicaciones en relación con la entrega anterior. Sin embargo, hay una mejora en cuanto a los efectos especiales durante las escenas de acción que, en este film, están bien logradas. Si se le suma a esta ecuación un elenco de una actuación aceptable, podrá considerarse a este producto como uno entretenido. Igualmente, como bien se dijo, es la tercera parte de una saga donde el conflicto es exactamente el mismo, pero con variantes mínimas, como por ejemplo el lugar donde se desarrolla el ataque terrorista. Aquí, para refrescar el contenido, se le introdujo, de buena forma, momentos de comedia protagonizados por Nick Nolte. “Presidente bajo fuego” es la tercera parte de una saga que, quizás, no hacía falta continuar. Sin embargo, aquí se conoce más acerca del pasado de Mike Banning y sus demonios internos, como también el amor por su familia y la falta de equilibrio con su trabajo. La dosis de humor mezclada con la acción hace a este film el más interesante de esta historia, logrando una película entretenida para las personas que disfruten de este género. De todas formas, no deja de ser una película más dentro de un ámbito más que explotado y sin renovación alguna en cuanto a su contenido.