Anna, el peligro tiene nombre es una película que aparenta ser varias películas dentro de otras, casi como una mamushkas de películas que van descubriendo, mediante numerosos flashbacks que hay otra historia dentro de la que estamos viendo, sin saber nunca, cuando llegamos al final.
El film comienza con varias personas siendo atrapadas y asesinadas en una Rusia de los 80s, que nos regala la imagen de una cabeza mutilada en una caja a menos de 2 minutos de película. En otra escena descubrimos que nuestra protagonista Anna Poliatova (Sasha Luss) vende muñecas rusas (¡mamushkas!) en un mercado al aire libre cuando un scout de una agencia de modelos de Paris la descubre y se convierte en una modelo exitosa. Pero, como descubre uno de sus directores demasiado tarde, también es una asesina altamente capacitada para la KGB (la side rusa).
La historia de Anna nos lleva de un lado a otro en el tiempo, desde sus humildes comienzos como la novia Infeliz de un ladrón de clase baja y su reclutamiento al KGB por Alex Tchenkov (Luke Evans) quien le promete que sera libre tras 5 años de servicio.
Más saltos en el tiempo y Anna recibe su primera asignación que no sale del todo bien, pero su superior, Olga (Helen Mirren), de mala gana decide darle una segunda oportunidad. Otro salto en el tiempo y Anna también se cruza con el agente estadounidense de la CIA Lenny Miller (Cillian Murphy), lo que cambia su destino dentro de la película una vez más.
Anna busca escaparse de todo, pero para ello debe reinventarse continuamente durante la película para buscar que eso suceda.
El escritor y director Luc Besson nos deja una película de acción que busca un entretenimiento continuo y nos deja mensajes sobre la profundidad y el significado de ser una mujer líder poderosa y fuerte. Luss a diferencia de muchas modelos convertidas en actrices es bastante dominante y entretenida en pantalla, maneja muy bien las escenas de acción complejamente coreografiadas de Anna con gracia, habilidad y efectivamente transmite todas las sensaciones abrumadoras de su situación.
Besson busca ser ingenioso con su guión de cambio de tiempo, que arroja a los espectadores de un lado a otro en varios momentos entre mediados de los ochenta y principios de los noventa. Si bien esa condición es algo confusa, y no es tan efectivo como lo es, ya que cansa mucho al espectador, en realidad ayuda a mantener una cierta cantidad de misterio en torno al personaje.
En el reparto, Mirren es muy divertida, se come el papel como un agente KGB veterana e implacable, y los dos personajes masculinos principales (Evans y Murphy) están increíblemente casteados y aportan mucho a la trama.
Anna: El peligro tiene nombre juega demasiado con la modificación del tiempo pero no es la única inconsistencia que posee el largometraje, sino que llega a ser tedioso en algunas partes -ni un montaje de pelucas y asesinatos ayuda-. Puede llegar a quedar perdida entre los estrenos que están arrasando la cartelera este 2019, además de que pierde el público PG, por sus escenas de carácter sexual que la llevaron a tener clasificación R.
En pocas palabras, es una buena salida para el cine dominguero, es generadora de charla y muy bien realizada para la pantalla grande.