No hay nada más pochoclero en esta década que jugar con la nostalgia de los espectadores, y esta segunda entrega: Jumanji: el siguiente nivel (Jumanji, The Next Level) es una más de estas películas que nos devuelven un poco de los 90s. La película nos introduce en un 2019, tres años después de la aventura en Jumanji: En la selva (2016). Spencer Gilpin (Alex Wolff), Anthony “Fridge” Johnson (Ser’Darius Blane), Martha Kaply (Morgan Turner) y Bethany Walker (Madison Iseman) están en su etapa universitaria desperdigados por todo Estados Unidos y se aproximan las fiestas, entonces todos vuelven a su ciudad a encontrarse con sus familia, y de paso reencontrarse en un brunch. Spencer es el único quien no se muestra feliz por la reunión, y tras hablar con su abuelo Eddie (Danny Devito), comienza a contemplar la idea de regresar a Jumanji donde sentía que tenia un propósito. Al día siguiente, sus amigos visitan su casa y se reúnen con el abuelo de Spencer, Eddie, quien se está recuperando de una cirugía de cadera, y el ex amigo de Eddie, Milo Walker (Danny Glover), quien lo visita por primera vez en 15 años luego de que se pelearan. Mientras los protagonistas están buscando a Spencer, comienzan a escuchar los tambores de Jumanji. E intuitivamente tanto ellos como nosotros, sabemos que nos está llamando. Dentro del juego, Martha se encuentra a sí misma como su avatar Ruby Roundhouse (Karen Gillan), pero Fridge se convierte en el avatar de Bethany, el profesor Sheldon Oberon (Jack Black), mientras que Eddie y Milo se convierten en avatares del Dr. Xander Bravestone (Dwayne Johnson) y Franklin Finbar (Kevin Hart), respectivamente. Después de instruir a Eddie y Milo sobre las reglas del juego. Pero no todo es lo que parece en esta secuela, porque el juego cambió, los escenarios cambiaron, la historia (es básicamente la misma pero) cambio y los avatares cambiaron. Ahora casi todos los personajes deben adaptarse a sus nuevos avatares, en especial los abuelos. La película sigue los pasos de su antecesora, lo cual quiere decir que hace las mismas cosas mal, y las mismas cosas bien. Nunca dejan de pasar cosas y la acción es continua, así que la película se pasa volando. Es entretenida de principio a fin, los personajes nuevos le suman una nueva chance a Kevin Hart y Dwayne Johnson a actuar como tus vecinos del centro de jubilados de PAMI. Y aunque no lo piensen, es increíblemente gracioso y divertido. Claro está, que el film peca un poco por tratar de ser mainstream en cometer errores de toda película pochoclera; Más exposición de la que necesitamos, ya que los personajes adolescentes deben explicarle todo el tiempo a los adultos mayores como funcionan sus personajes y el juego en general. Jumanji no es un juego como cualquier otro, y a pesar de toda la nostalgia agregada que nos trajo esta saga. No podemos dejar de aclarar que a veces queda corta y tiene algunos errores de continuidad que… probablemente un mago lo hizo. Para disfrutar Jumanji: el siguiente nivel en su esplendor vayan a verla al cine, la cinematografía y los efectos son geniales, y en la gran pantalla siempre se lucen más.
Desde que tengo memoria, compartir historias de fantasmas en las altas horas de la noche se estableció como una de las experiencias humanas más universales. Aunque las diferentes culturas traen siempre distintos agregados particulares al horror fantasmagórico, muchas de estas historias comparten patrones repetitivos a lo largo de diferentes recuentos. Bloody Mary, por ejemplo, es increíblemente popular en los EE. UU., Pero tiene varios equivalentes en todo el mundo como Maria sangrienta en Argentina y aparentemente La reina de espadas en Rusia. Este es el caso de la antagonista de la obra del director Aleksandr Domogarov que reintenta darle nueva vida con su última producción: Reflejos Siniestros: No la invoques (Queen of Spades: The Looking Glass). Esta nueva versión de la reina de espadas está protagonizada por Angelina Strechina y Daniil Izotov como Olya y Artyom, hermanastros forzados a vivir en un internado después de que un trágico accidente automovilístico (que abre la película) termina con la muerte de su madre. Mientras que Olya se forma su propio grupito de personajes con los que van a interactuar en la película y comienza una nueva vida en la sombría institución, El hermano y los amigos de Olya se involucran en un ritual para convocar a un espíritu que le cumpla sus deseos. Como quien no quiere la cosa, estos deseos tienen un costo mortal, y el grupo pronto es perseguido por la Reina de Espadas. Aunque la historia puede no ser una producción totalmente original, debe recordar que se trata de una adaptación de una leyenda urbana popular con raíces en antiguas historias de fantasmas, por lo que es natural que algunos elementos nos terminen siendo familiares. Dicho esto, el producto final se siente como una especie de remake de la primera película de la antología, Es decir, no existe ningún vinculo entre las dos obras de Domogarov, al punto que uno dudaría si no quiso recrear la primera película adaptándola a un público más estructurado por la televisión de estados unidos. No me malinterpreten, Reflejos Siniestros: No la invoques, definitivamente no es una mala película. En realidad, cuenta con una gran atmósfera y una escenografía increíble (los paisajes naturales de Rusia le agregan un clima lúgubre que le da vida a la producción), sin olvidar un elenco de adolescentes no típicos que mantienen a flote la película (aunque el guion nos deja mucho para desear). El problema es que la película no se esfuerza por ser nada más que una narración de otras películas populares de terror con temática americana y no desarrolla su propia identidad única. Caso contrario a la su antecesora, que puso el foco en lo que hace bueno al cine ruso, la falta de la sobre-actuación de emociones. A diferencia de la primera aparición de la reina de espadas, el diseño general del espíritu se siente demasiado igual a cualquier criatura del universo de El conjuro. Cambia muchísimo de la forma que había elegido en la adaptación original y esto la hace mas estética pero menos terrorífica. Sin embargo, hay varios intentos de sustos bien logrados sin ser scarejumps, lo cual es remarcable en este 2019 lleno de los mismos sustos. Las formas en que la condesa convierte los deseos de sus víctimas en realidad son creativas y bien logrados, Aunque no creo que pudo mantener a lo largo del filme toda la realidad de la pata del mono que quería lograr. Con toda honestidad, realmente me entretuve más de lo que pensaba con Reflejos Siniestros: No la invoques, especialmente hacia el final. La película puede pasar desapercibida en este 2019 de estrenos uno mejor que otro, pero está lejos de ser una experiencia mala. Creo que sería más fácil apreciar la película si ya estás familiarizado con las leyendas rusas originales, pero supongo que podrían haber hecho un mejor trabajo al establecer las reglas y la mitología detrás de la Condesa. En cualquier caso, no me importaría volver a ver esto en un atracón de terror ruso a altas horas de la noche, por lo que podría valer la pena si te interesa el folklore eslavo.
No todas las historias comienzan desde el principio, y este es el caso de El jilguero (The Goldfinch) ya que la película nos recibe con un Ansel Elgort, interpretando a Theodore Decker, con un monólogo de apertura tan dramático que te lleva directamente a enfrentar a la obra literaria en la que se basa este film. Theo es un joven de 12 años cuando pierde a su madre en un atentado terrorista en el Museo Metropolitano de Arte, “toma” una pintura invaluable del museo y crece para convertirse en un comerciante de antigüedades falsificadas. Bueno, no falsificadas, sino “creadas” para ser antigüedades. A lo largo de la historia, nos encontramos volviendo del presente al pasado y viceversa, acompañando a nuestro protagonistas desde un momento crítico de su vida -que lo vincula con el cuadro “El Jilguero”, de Carel Frabritius- y todo lo que viven, tanto Theo como el cuadro, desde su estadía con la familia Barbour, su vida en Las Vegas junto a su padre Larry (Luke Wilson) y su novia que se dedica a vender drogas (Sarah Paulson), hasta sus años vividos en Nueva york junto a su compañero y maestro Hobie. El jilguero está dirigida por John Crowley con el guión de Peter Straughan que se desvía levemente del material original de la novela publicada en el 2013 por Donna Tartt. Es un relato en primera persona de la historia trágica y llena de eventos desafortunados de Theodore Decker, que vive parte de su vida acomplejado por algo que no hizo. Lo fantástico de esta adaptación es el casting. Desde el momento en que empezás a leer el libro probablemente imaginas a Nicole Kidman en el papel de Samantha Barbour, coleccionista de arte de Park Avenue y madre de cuatro hijos que abre las puertas de su casa a un joven Theo (interpretado por Oakes Fegley) después de que sobreviviera a la explosión del Met y se fuera a su casa a esperar a su madre, Audrey (Hailey Wist), quien nunca llega. Ademas, Jeffrey Wright también es perfecto como James “Hobie” Hobart, un restaurador de antigüedades con quien Theo viviría y tendría una relación muy cercana en la película. Del mismo modo, Finn Wolfhard, el joven actor que interpreta al amigo de Theo, Boris, que es un desencadenante gigante de del arco final de la película. Si bien la película dura 149 minutos, hay muchos sucesos y mucho drama aplastado todo junto para poder entrar en ese tiempo. Hay muchas cosas, demasiado incluso para una película de 2 horas y media. Quizás debería haber sido una adaptación de una temporada para algún servicio de streaming como Netflix, Hulu o Amazon. Pero así sucede con las adaptaciones de libros. Si una novela tiene el suficiente éxito, (te estoy mirando a Stephen King!), invariablemente se lo traslada a la gran pantalla, sea o no adecuada para esta, y el guionista está obligado a incluir la mayor cantidad de contenido original posible, lo cual nos deja con un resumen de una novela de más de mil hojas en una película de apenas más de dos.
La pregunta que nos responde Presidente bajo Fuego (Angel has fallen 2019), es cuantas veces Gerard Butler tiene que salvar al presidente de morir antes que los terroristas se den cuenta que hay que matar Gerard primero. Bueno, la respuesta aparentemente es 3. Claramente, no hay dos sin tres, se podría pensar que por ahora, Mike Banning (Gerard Butler) se ha arriesgado lo suficiente como para estar fuera de toda sospecha. En Ataque a la casa blanca, el indomable agente del Servicio Secreto derribó a un ejército de terroristas que retenían al presidente como rehén en la Casa Blanca. En Londres bajo fuego, escoltó al comandante en jefe a través de la capital británica durante un ataque que mató a varios líderes mundial Pero aparentemente para EEUU solo eres tan bueno como tu último rescate, y en Presidente bajo fuego drones (la ultima moda en las películas) letales atacan al presidente (Morgan Freeman) durante una excursión de pesca, matando a todo su equipo de seguridad a excepción de Mike, quien arriesga su vida, (una vez más) para sacar al presidente de la zona de peligro. El FBI. piensa que Mike planeó el intento de asesinato y entonces debe ponerse en situaciones desafortunadas para demostrar su inocencia y descubrir que los verdaderos culpables son miembros de Salient Global, un grupo contratista militar privado dirigido por el viejo amigo de guerra de Banning, Wade Jennings (Danny Huston), que está conspirando con alguien en el gobierno para iniciar una guerra contra Russia. Presidente bajo fuego apunta más alto que sus predecesoras, los cuales comenzaban siempre bien alto y caían en picada hacia el final del film. La tercera parte dirigida por Ric Roman Waugh, por el contrario, es entretenida con énfasis. Está llena de referencias a la adicción al analgésico, la manipulación de las elecciones rusas, los contratistas de defensa privados y las milicias ciudadanas, todo con una mirada objetiva, como para evitar declararse parte de cualquier punto de vista que pueda alienar al público potencial. Gerard Butler todavía está en perfecta forma como Mike Banning, y es genial verlo no solo seguir siendo un completo badass, sino también mostrar su lado más humano, continuando a pesar de su deteriorado estado y estar demasiado lleno de orgullo para admitir que necesita sentar cabeza y alejarse de la acción. Morgan Freeman, a pesar de no estar los 121 minutos presentes en la película, sigue siendo tan Morgan Freeman como puede ser como un Allan Trumbull finalmente Presidente, luego de aparecer en las otras dos películas de la trilogía. Uno de los mejores personajes es Nick Nolte aparece como el padre abandonador de Mike, un veterano ermitaño y canoso de Vietnam que, aunque no tiene todos los jugadores alineado, ayuda a regañadientes a Mike mientras que da todos los consejos paternos que nunca estuvo allí para demostrar, pero si es de mucha ayuda, al menos cuando está detonando cómicamente trampas explosivas bajo pies de soldados. En síntesis, la película es digna de ser vista en la gran pantalla, los efectos de CGI pueden no ser los mejores, pero las escenas de acción merecen su momento de gloria en la pantalla. El film es entretenido y no peca de ser aburrido entre explosión y explosión, que es lo que todos queremos con estas películas pochocleras de las buenas .
Ningún niño o pre adolescente de los 2000 creció sin escuchar la canción de “Dora, Dora, Dora la exploradora (Dora!)”, y ni hablar de haber visto algún que otro capítulo mientras mirábamos los dibujos a la tarde. Dora, la exploradora, fue una serie animada educativa para chicos de Nickelodeon que se desarrolló entre el 2000 y el 2006, y en contra de todo lo que creíamos, Dora y la ciudad perdida (Dora and the Lost City of Gold) funcionó como una adaptación live action de la serie. Extrañamente, esta película animada comienza recordándonos como era la serie, con la canción original y una pequeña Dora de seis años (Madelyn Miranda) rompe la cuarta pared y pregunta a la audiencia si pueden decir “delicioso” (en la serie original en ingles, Dora le enseñaba a los espectadores palabras y frases en español). En los primeros 5 minutos de película nos reencontramos con todos los personajes que ya conocíamos, Mapa, Mochila, Zorro y Boots, el mono de CGI que pasa de la fantasía de Dora a la realidad que vemos nosotros. El director James Bobin y el coguionista Nicholas Stoller, tomaron muchos de los conceptos originales del show para la película del 2019, ya que, aunque Dora esta en edad de asistir a la secundaria, continúa hablándole al público – ahora a través de una GoPro- y mostrando una simpatía inderrocable. Dora creció en las selvas tropicales de Perú, educada en casa por sus padres, una zoóloga y un arqueólogo, interpretados por Eva Longoria y Michael Peña, respectivamente. Son exploradores, insiste la película, no buscadores de tesoro. Y están obsesionados con la idea de descubrir la ciudad perdida de Parapata. Dora (Isabela Moner), que ahora tiene 16 años, está siendo enviada a la gran ciudad, también conocida como Los Ángeles, para asistir a la escuela secundaria con su primo Diego (Jeff Wahlberg) mientras que sus padres están en la búsqueda de Parapata, la ciudad de oro inca perdida. Ver a Dora navegar por la selva de la escuela secundaria, hubiera sido lo suficientemente entretenido (Chicas pesadas del 2019), pero un secuestro inesperado la coloca a ella, Diego y a compañeros de clase en la jungla. En esta sección de la película, hay laberintos y rompecabezas, un pantano de arenas movedizas , una canción sobre ir al baño en la jungla y un campo de flores rosas gigantes que precede a un interludio animado donde los personajes aparecen animados, tal cual como aparecían en la serie original de Nick. En síntesis, la película es ridículamente encantadora, un largometraje que sabe quien es su target y aprovecha este para ser rara y apropiada para la edad, demostrando que a a veces los adultos son los tontos y los niños -especialmente las chicas- son las que la tienen re clara.
Hay pocas temáticas más interesantes que las que explotan a los asesinos seriales. Ted Bundy: Durmiendo con el asesino (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile no se queda atrás al momento de explotar la personalidad que Ted Bundy creó junto con la prensa. Basada en El príncipe fantasma de mi vida con Ted Bundy, las memorias de su comprometida, Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), la película, comienza con el punto de vista de Elizabeth, una madre soltera que trabaja de secretaria. Liz le expresa a una amiga sus dudas de acerca de encontrar un hombre que busque meterse con ella. Ted Bundy (Zac Efron) detecta rápidamente a Liz, se pasa toda la noche mirándola hasta que se encuentran en una rocola. Charlan y parecen encajar totalmente por lo que Liz lo invita a su casa. A la mañana siguiente, lo encuentra en la cocina con su bebe preparando el desayuno con un delantal amarillo -la imagen que todos esperamos de un asesino serial-. El cómo se desarrolla la película es más importante que lo que sucede en ella, particularmente en una historia donde los detalles son bien conocidos y fáciles de encontrar. Combina los puntos de vista de Elizabeth con el de Bundy, pero hay algunas diferencias cruciales en el enfoque, en especial en los últimos 15 minutos de la película. Joe Berlinger, en su debut en la gran pantalla, nos pone dentro del creciente terror de Liz mientras se va dando cuenta, de a poco, que vivió casi 6 años con un tipo que tal vez hizo las cosas horribles que ve en las noticias. Su feliz relación, que se muestra en los montajes que todos amamos, se intercala con los informes de noticias locales de mujeres desaparecidas en el área, secuestros descarados a plena luz del día, y la gota que derrama el vaso, el boceto policial que se parece a su novio pero que Liz -y un poco el espectador- no puede estar segura. Berlinger, conocedor del comportamiento del asesino, también sigue a Bundy. Pero en las secuencias de este solo vemos su comportamiento externo, lo que hace, cómo se mueve, como piensa, como se identifica, como se plantea ante el resto y por sobre todo, la sensación de camuflaje que oculta su verdadera naturaleza. Bundy defiende, cada vez con más insistencia, que ha sido acusado injustamente. Efron es perfecto como la personificación de Bundy. Al observar su actuación, podemos entender por qué muchas de sus víctimas se dejaron seducir. Su aspecto bronceado, su encanto, su inteligencia y sus modales corteses atraerían a mujeres jóvenes e ingenuas. Y era un estudiante de derecho para empezar. En los años ´70, e incluso hoy, eso aumenta su atractivo. Su naturaleza monstruosa estaba bien oculta por una fachada que desprevenida a las mujeres. Deslumbró a sus víctimas y luego las brutalizó horriblemente. Kaya Scodelario interpreta a Carole Ann Boone, la novia -y fan!- de Bundy durante su encarcelamiento en Florida. Mientras que Collins maneja bien el descenso de Liz al alcoholismo, así como la intervención de un compañero de trabajo, interpretado por Haley Joel Osment -seguro tenía un sexto sentido-. Scodelario interpreta a Carole con la locura exacta y justa para reconocerla como un personaje totalmente adorable y real. Por otro lado, hay que destacar la aparición de John Malkovich quien le dió una personalidad de comediante al juez Cowart, haciendo que sus famosas palabras queden ligeramente cursis. Las escenas de la sala del tribunal son sumamente entretenidas, tal vez, porque es una recreación de imágenes conocidas (todo el juicio fue televisado, el primero en la historia) Ted Bundy -¿spoiler alert?- fue ejecutado en Florida el 24 de enero de 1989, haciendo que este 2019 se cumplan 30 años de su muerte. Lo que cabe destacar sobre el film, es que al asesino interpretado por Efron se lo ve tan humanizado, que es muy difícil de captar de primera instancia todos los detalles que inclinaban la balanza hacia asesino serial (si, aquí está el problema, alguien puso el interruptor en malo). A su vez, la película nos ayuda a entender por qué Ted Bundy se salió con la suya durante tanto tiempo como lo hizo. Efron mostrando su lado familiar y amoroso con Collins en la escena donde los personajes se encuentran por primera vez, o cuando criaban a la hija de Elizabeth juntos, Intentá buscar signos o indicios del asesino serial en el porte de de Bundy, buscá una evidencia de su maldad en los primera hora de la película. No lo encontrarás. Por eso tardo tanto Liz en salir de su indecisión. Lo bueno, es que si te quedaste con ganas de saber más de lo que la película te dio, Netflix está al alcance de la mano. Conversaciones con un asesino: las cintas de Ted Bundy, no tendrá la producción que puede tener Durmiendo con el asesino que llego a la gran pantalla, pero, como muchas series de Netflix, es adictiva.
El Subte no es un lugar desconocido al cine del terror. Varios de los films que comienzan en un subte tienen un final que nos deja dudando de este medio de transporte, Así es el caso de La viuda (Greta), el nuevo thriller del aclamado director y guionista Neil Jordan quien poco a poco está logrando que le temamos a todo, desde nuestra propia familia hasta una cartera verde. Igual cabe destacar que no es cualquier cartera de cuero de pinta costosa, cuadrado con cierre de oro. Si se deja desatendido en un asiento del metro, es una increíble perdida o una bomba de tiempo (¡o ambas cosas!). Nuestra protagonista, Frances, (Chloë Grace Moretz) que estaba en regreso a su hogar luego de una jornada de trabajo de moza en un elegante restaurante de Manhattan, se cruza con la cartera mencionada y con la intención de entregarlo a los objetos perdidos, se la lleva. Objetos perdidos es (valga la redundancia) una causa perdida. Casi a regañadientes, abre la cartera descubriendo un documento con dirección en Brooklyn que pertenece a una tal Greta Hideg, y hacia esa dirección va. Greta (Isabelle Huppert), con acento francés, la recibe, se conmueve con este gesto de amabilidad e insiste en invitarle un café en agradecimiento. Frances no está en el mejor momento de su vida cuando conoce a Greta. Vulnerable por la muerte de su madre, y recién llegada a Nueva York desde Boston, ve en su host francesa una oportunidad de tener una conexión con una figura materna, y Greta, aparenta estar solitaria, aburrida con su vida tras la muerte de su marido y el nido vacío que deja su hija tras irse. Frances siente pena por ella y así, las dos se convierten en amigas poco probables, disfrutando de la compañía de la otra y uniéndose por estar solo en una ciudad hostil. Sin embargo la mejor amiga de nuestra protagonista; Erica, interpretada por Maika Monroe, muestra su disconformidad con la extraña relación que tiene con Greta, y se genera una pelea con está cuando Frances prefiere pasar tiempo con esta que salir con Erica. A pesar del encanto de Greta, tanto el público como Frances se darán cuenta de que sus intenciones no son tan inocentes. A los 30 minutos de la película, mientras ellas cenaban, Frances se topa con una inquietante colección de carteras exactamente iguales a las que ella encontró en uno de los armarios de Greta. Horrorizada, se enfrenta a ella y alega, con la voz temblorosa, que no se siente bien antes de salir corriendo de la casa. La película se desarrolla, al igual que los otros films de Neil Jordan, como un horror psicológico que nos pone cada vez más paranoicos. Puede llegar a ser predecible ya, pero sigue siendo muy efectivo en ejecución. Greta deja a Frances cientos de llamadas perdidas, la espera afuera de su lugar de trabajo durante horas e incluso la llama amenazándola. “Si no me llamas, no sé qué haré”. Hasta protagoniza una secuencia de persecución con Erica bastante perturbadora, comunicándose a través de una aterradora serie de fotos enviadas por mensaje de texto. Huppert es el diamante en bruto de esta película, desglosa un repertorio de movimientos desde hacer piruetas descalza con una jeringa en la mano, poniéndose un par de guantes de cuero espeluznantes hasta tocando Liebesträume (Sueños de amor) de Franz Liszt en el piano. La Viuda es una gran película para ver en la gran pantalla, la historia en entretenida, y no peca nunca de perder el ritmo desde su inicio hasta su inesperada conclusión. Ademas sus locaciones y su escenografía son una de las cosas que mas se destacan del film. Y no podría dejar de mencionar el soundtrack de la película, que no tiene nada que envidiarle a ninguna otra producción de Hollywood.
Anna, el peligro tiene nombre es una película que aparenta ser varias películas dentro de otras, casi como una mamushkas de películas que van descubriendo, mediante numerosos flashbacks que hay otra historia dentro de la que estamos viendo, sin saber nunca, cuando llegamos al final. El film comienza con varias personas siendo atrapadas y asesinadas en una Rusia de los 80s, que nos regala la imagen de una cabeza mutilada en una caja a menos de 2 minutos de película. En otra escena descubrimos que nuestra protagonista Anna Poliatova (Sasha Luss) vende muñecas rusas (¡mamushkas!) en un mercado al aire libre cuando un scout de una agencia de modelos de Paris la descubre y se convierte en una modelo exitosa. Pero, como descubre uno de sus directores demasiado tarde, también es una asesina altamente capacitada para la KGB (la side rusa). La historia de Anna nos lleva de un lado a otro en el tiempo, desde sus humildes comienzos como la novia Infeliz de un ladrón de clase baja y su reclutamiento al KGB por Alex Tchenkov (Luke Evans) quien le promete que sera libre tras 5 años de servicio. Más saltos en el tiempo y Anna recibe su primera asignación que no sale del todo bien, pero su superior, Olga (Helen Mirren), de mala gana decide darle una segunda oportunidad. Otro salto en el tiempo y Anna también se cruza con el agente estadounidense de la CIA Lenny Miller (Cillian Murphy), lo que cambia su destino dentro de la película una vez más. Anna busca escaparse de todo, pero para ello debe reinventarse continuamente durante la película para buscar que eso suceda. El escritor y director Luc Besson nos deja una película de acción que busca un entretenimiento continuo y nos deja mensajes sobre la profundidad y el significado de ser una mujer líder poderosa y fuerte. Luss a diferencia de muchas modelos convertidas en actrices es bastante dominante y entretenida en pantalla, maneja muy bien las escenas de acción complejamente coreografiadas de Anna con gracia, habilidad y efectivamente transmite todas las sensaciones abrumadoras de su situación. Besson busca ser ingenioso con su guión de cambio de tiempo, que arroja a los espectadores de un lado a otro en varios momentos entre mediados de los ochenta y principios de los noventa. Si bien esa condición es algo confusa, y no es tan efectivo como lo es, ya que cansa mucho al espectador, en realidad ayuda a mantener una cierta cantidad de misterio en torno al personaje. En el reparto, Mirren es muy divertida, se come el papel como un agente KGB veterana e implacable, y los dos personajes masculinos principales (Evans y Murphy) están increíblemente casteados y aportan mucho a la trama. Anna: El peligro tiene nombre juega demasiado con la modificación del tiempo pero no es la única inconsistencia que posee el largometraje, sino que llega a ser tedioso en algunas partes -ni un montaje de pelucas y asesinatos ayuda-. Puede llegar a quedar perdida entre los estrenos que están arrasando la cartelera este 2019, además de que pierde el público PG, por sus escenas de carácter sexual que la llevaron a tener clasificación R. En pocas palabras, es una buena salida para el cine dominguero, es generadora de charla y muy bien realizada para la pantalla grande.
Si nunca prendieron Telefe o algún canal local un domingo al mediodía posiblemente no hayan nunca visto una película de este estilo. Pero si este no es el caso Mejor que nunca es la película que necesitas ver este invierno. Solo consideremos la idea de un escuadrón de porristas de la comunidad de PAMI, un mensaje actual sobre el empoderamiento femenino, la unión, y tan permeable al paso del tiempo, no sin antes destacar el humor casi negro de algunos “chistes” sobre chantaje, violación, abuso de ancianos y de -¿cómo decirlo sutilmente?- asesinato. Martha (Diane Keaton) comienza la película rodeada de carteles que dicen “Todo debe ir” y “Venta de garage” junto a la acumulación de toda una vida de cosas de las que se está deshaciendo en el momento, incluida una variedad de tazas para maestros, para enseñarnos como su vida estaba dedicada a los otros. Después de la venta, empaca lo poco que queda, cancela sus próximos turnos de quimioterapia y se muda a una comunidad de jubilados increíblemente alegres al sur de Estados unidos. El cartel de bienvenida nos recibe con la frases: “los mejores momentos de su vida por el resto de su vida”, los residentes usan pasteles (¡y caquis!) y viajan a todas partes en carritos de golf. Todos saludan a todos y gracias a la aparición de un club de bienvenida Martha aprende que todos los residentes deben unirse al menos a un club de los cientos que ofrece la residencia, o crear el suyo propio. Sin embargo, ella no tiene interés en los clubes, los colores pasteles, saludar o hacer amigos. Hasta rechaza las ofertas de su vecina Sheryl (Jacki Weaver) para jugar al poker e incluso llama al guardia de seguridad local (Bruce McGill) para quejarse de la ruidosa fiesta de poker de Sheryl. Pero Sheryl, como toda vecina de barrio, presiona hasta que ellas se hacen amigas y luego hurgando entre las cosas de Martha encuentra su viejo uniforme de porrista y se lo pide prestado para su foto de perfil de J-Date. Martha recuerda que ella formó parte del escuadrón, pero nunca pudo entrenar porque en aquel entonces tuvo que cuidar a su madre enferma. Entonces, ¿por qué no empezar un escuadrón de porristas ahora? “¿A quién animarían?”, se pregunta el público y la abuela más gorra de toda la película(Celia Weston). Y La respuesta de Martha: “¡A nosotras!” Y es así donde se desencadena el montaje de prueba que todos amamos, un cliché que nunca deja de sorprender cuanto lo usan, y ¡cuanto nos gusta!, el montaje de práctica, donde conocemos a nuestras viejas conocidas actrices secundarias, el miembro de la familia que se opone, el marido que se opone, los pesimistas que usan términos como “no apropiado para la edad”, y la aparición de adolescentes de secundaria que nadie esperaba ver. Con un final, que mientras esperado, no dejó de deleitarnos como si fuera la primera vez que lo vivíamos. La directora tras el film es reconocida por sus documentales y es algo que se puede apreciar por los tiempos que maneja la historia y el story-telling que plantea. Zara Hayesbrings tiene un buen ojo para los detalles detrás de escena y en su primer largometraje mantiene las cosas dinámicas y en movimiento. Es una realidad que el cast de viejos profesionales puede no estar a la altura de los tanques de Hollywood, pero reconoce bien a su target y mantiene las cosas animadas. Keaton está tan radiante como siempre. Rhea Perlman es extremadamente divertida como una mujer que comienza a florecer después de la (¿accidental?) muerte de su marido controlador y obsesionado con el golf , y Pam Grier es cálida y encantadora como un personaje que es feliz para tener una excusa para sacudir esos pompones, con un esposo que está muy feliz de verla con su ropa de ejercicio. El elenco principal es mucho mejor que el guión para transmitir tanto un sentido de hermandad como la exquisita intensidad de las amistades que aparecen a medida que se acerca el final de la vida, cuando todo lo que necesita tener en común es el compromiso de apreciar los buenos tiempos. y estar uno para el otro en las buenas como en las malas, Y eso si es algo para festejar. Te recomendamos a que pases a buscar a tu familiar más cercano de afiliarse a PAMI (o a tu amiga que dice que se siente vieja) y se sienten unos 91 minutos a disfrutar de una comedia que deja lindas enseñanzas y nos compromete a decirnos “Si abuelas pueden hacerlo. Yo también!.. El lunes”.
Los muñecos asesinos son una de las inversiones más extrañas que Hollywood sacó de su sombrero este 2019. El reboot de Chucky: el muñeco diabólico (Child´s play, 1988), es como lo esperábamos y más, lleno de gore, asesinatos y un nuevo muñeco para adoptar. Dirigida por Lars Klevberg y escrita por Tyler Burton Smith, está versión de Chucky: el muñeco diabólico (child´s play 2019), nos presenta un Andy (Gabriel Bateman) que recibe su “Buddi” de su madre Karen (Aubrey Plaza) para que sea su nuevo amigo, porque tras una mudanza y un padre muerto, Andy no puede hacerse amigos y solo puede interactúa en los pasillos con el detective Mike (Brian Tyree Henry) quien trata de formar una amistad con el. Karen adquiere uno de los Buddis en su trabajo en el supermercado ya que su anterior dueña lo devuelve alegando que “sus ojos se estaban volviendo rojos”. Como buen preadolescente a Andy ni siquiera le gusta el regalo, se siente muy maduro para un muñeco y además ya hay una versión en el horizonte, el Buddi 2 (¿se.cue.la?). Pero es Chucky (con la voz de Mark Hamill) quien persiste en comunicarse con Andy. Buddi es un muñeco diseñado para ser tu mejor amigo sin importar qué. Andy parece encariñarse con él y logran tener su momento de bonding (en un pequeño montaje que todos amamos), donde Andy le muestra a Chucky cómo lavarse los dientes, jugar un juegos de mesa o le cuenta sus desdichas tratando de volcar botellas de cerveza en el almacén de la esquina Con el tiempo, Chucky ayuda a Andy a hacerse amigo de dos vecinos del edificio, Pugg (Ty Consiglio) y Falyn (Beatrice Kitsos), porque Chucky puede decir malas palabras y asustar adultos indeseables. Es cuando la gente comienza a interponerse a la felicidad de Andy, como el novio nuevo de su madre, Shane (David Lewis), que Chucky desata la carnicería que esperábamos, aunque esta vez es por amor y no por ser poseído por un asesino; él solo quiere proteger a Andy. Sin embargo, este no es un Buddi tradicional, además de poder maldecir y de asustar adultos, este Buddi puede aprender y asociar. Lo cual resulta ser una situación embarazosa cuando, tras observar a Andy y sus amigos reírse de La masacre de Texas, busca copiar la película y amenazarlos con un cuchillo. Andy se enoja con Chucky ante tal actitud y Buddi no sabe cómo reaccionar ante ello, mostrando hasta tristeza ante no lograr hacer a su Andy feliz. Sin quererlo, hace que la vida de Andy sea un infierno y, a medida que los cuerpos comienzan a acumularse, Andy se vuelve loco buscando que alguien le crea que Chucky es quien está desatando semejante carnicería. La historia original de Don Mancini se actualiza en 2019 de dos maneras: Chucky es ahora el producto de un grupo al estilo de Skynet de Terminator llamado Kaslan, y puede conectarse a casi cualquier cosa con señal de Wi-Fi, incluidos televisores, otros juguetes autos, drones, etc. Básicamente todo lo que se conecte entre si. Pero está remake de Chucky: el muñeco diabólico comienza a sentirse como un capitulo de Black Mirror que se mezcló con Chucky. Se propone una premisa futura un poco más creíble en cuanto a cómo podría existir un Chucky real: sin hechizos de vudú ni transferencia de alma. Chucky: el muñeco diabólico es uno más de esos remakes modernos de terror que están apareciendo en los últimos años, pero este aparece con una idea más inspirado e incluso cuenta con un casting que demostró que no todos los remakes pueden fallar. También ayudan a crear un pequeño mundo de apartamentos de personas solitarias, en el que nos simpatizamos con el dolor y las frustraciones de Andy, e incluso con las decisiones de Chucky. Mark Hamill, prestando su voz al muñeco maldito, tiene la tarea de llenar unos zapatos muy grandes ante a la actuación de Brad Dourif ,quien siempre definió junto a su carcajada a la franquicia de Chucky, pero esta versión es claramente muy diferente. El Buddi de Hamill es más como un niño inocente y caprichoso, Y no tiene el colorido vocabulario de la encarnación de su predecesores. Esta visión de Chucky se completa con un muñeco que en un primer instante puede generarte dudas, pero mientras más pasa la película más llegas a aceptarlo. Y hay que remarcar con creces la inclusión de la música que va más allá para crear un ambiente en el que Chucky se siente espeluznante, con la melodía creada por Bear McCreary acompañada de Hamill cantando “Buddi Song”. En definitiva, esta nueva entrega nada tiene que envidiarle a la nueva serie a estrenarse por el canal SYFY en el 2020, es entretenida, novedosa y te deja con ganas de ver más. Pero no nos olvidemos que este remake está considerado “R”, porque este Chucky no se queda atrás de sus otras encarnaciones, logrando una matanza digna de este tipo de películas, con un final que ninguna de ellas se atrevió a lograr. Si hacen más Chucky así, lo quiero conmigo hasta el final.