Honeypot
Bajo recomendación de uno de sus contactos, un cazatalentos francés descubre en el mercado soviético a una joven de belleza impactante que sería una recluta prometedora para su agencia de modelos. La convence de viajar con él a París para iniciar una nueva carrera explotando su imagen.
Desconoce que París es justamente la ciudad donde la KGB necesita que ella esté asentada con una pantalla legítima, fundamental para llevar a cabo las misiones que le ordenan sin llamar la atención de las agencias enemigas. También explotando su imagen.
Nunca hasta ese día la vida de Anna fue fácil, cómoda ni segura. Incluso desde mucho antes de que se viera forzada a convertirse en espía. Pero su primera misión en el extranjero la pone en el radar de la CIA en un terreno donde sus jefes tienen limitado margen para protegerla o controlarla con la rigidez que deberían, sabiendo que es una agente que no está con ellos por convicción o patriotismo sino porque no tiene otras opciones.
Tiene nombre pero poco sentido
La narración de Anna: El Peligro tiene nombre se sostiene sobre repetidos saltos temporales, los cuales van completando la información que hasta entonces se dejó fuera de nuestro conocimiento para forzar una sorpresa o al menos algo de misterio. Y muchas veces donde no lo hay o incluso no hace falta. El resultado son dos horas de película que parecen tres, con giros de guion forzados, poblada de varios personajes que son prácticamente caricaturas presentadas demasiado en serio como para interpretar que hay una voluntad cómica detrás.
Una vez más, Luc Besson vuelve a la idea de una asesina de talento natural reclutada a la fuerza y entrenada para servir a unos intereses que no son realmente los suyos, porque en el fondo lo único con lo que sueña es con una libertad que no tuvo en su vida.
Si suena demasiado parecido aNikita no es accidente, pero al menos en aquél caso había cierto nivel de ridículo bien llevado que la hacía interesante.
En Anna: El Peligro tiene Nombrenada de lo que se ve ridículo deja la idea de ser intencional, desde los personajes estereotipados que hablan con un acento que le da la razón a los creadores de la miniserie Chernobyl, hasta una trama que no tiene nada de compleja pero que es retorcida una y otra vez para simular serlo. Cada flashback parece puesto para subestimar a su público y explicarle cada revelación dos veces, por si no entendió la primera.
Solo una de las actuaciones resulta medianamente interesante y es la de Helen Mirren, justamente porque parece estar todo el tiempo riéndose del hecho de que es la única que entendió lo absurdo de lo que tiene que hacer. En cambio la protagonista hace bien su parte de actuar como supermodelo, manteniendo un gesto imperturbable cada vez que aparece en plano. Un trabajo que seguramente el director eligió que sería bueno como pantalla de la asesina porque le facilitaría buscar excusas para mostrarla semi desnuda todas las veces que fuera posible.
En general hay dos clases de películas de espionaje efectivas: las que tienen muchas y buenas escenas de acción, y las que presentan una trama atrapante que sostiene al publico intrigado por lo que va a suceder después.Anna: El Peligro tiene Nombreintenta ser un poco de ambas, pero con una única escena de acción interesante y una historia básica que es previsible a pesar de que la retuerzan varias veces. No logra ser ninguna de las dos.