Clásico ruso publicado entre 1875 y 1877 por León Tolstoi, "Anna Karenina" fue llevada al cine en incontables versiones, desde el período del cine mudo hasta contemporáneamente, cuando el escritor inglés Tom Stoppard la adaptó para la versión que Joe Wright dirigió con Keira Knightley.
El premiado director ruso Karen Shakhnazarov ("Tigre blanco") realiza una adaptación libre del clásico. Treinta años después de los sucesos relatados en la obra de Tolstoi, las relaciones prohibidas de Ana Karenina (bella mujer casada perteneciente a la nobleza rusa) y un oficial del ejército son relatadas a pedido del hijo de Karenina por el oficial Vronsky, amante de su madre. Con el fondo de la guerra ruso-japonesa ambos hombres se reencuentran; uno, médico de la pobre guarnición militar perdida en Manchuria; el otro, oficial herido en batalla, convalesciente en el lugar.
Con un patético fondo bélico, ante el pedido de Sergei Karenin, abandonado niño por las circunstancias que desataron la pasión de su madre por otro hombre, el espectador revive la historia de Ana Karenina.
SOBRESALIENTE
El director Shakhnazarov tomó dos obras, la inmortal "Anna Karenina" de Tolstoi y "En la guerra japonesa" de Vikenti Veresayev, contemporáneo del escritor de Isnaia Poliana, para dar vida a esta película. "Anna Karenina. La historia del conde Vronsky" mantiene la esencia del drama ruso, donde se asiste a la destrucción de una mujer por una pasión amorosa prohibida que la sociedad de la época condena.
La protagonista no tolera esa condena social y tiempo después, ya viviendo con Vronsky pero separada de su hijo ante los obstáculos que le impone su marido para acordar el divorcio, y lo que ella imagina que está ocurriendo con su situación amorosa, cae en la desesperación.
Es notable la reconstrucción de época que incluye no sólo locaciones y el deslumbrante baile en palacio, sino eventos tradicionales como carreras de caballos, una escena de la opera "Norma" de Bellini ("Casta Diva"), las costumbres de dueños y servidores de la clase alta antes de la Revolución de 1917, espectaculares batallas y la loca carrera de Karenina hacia la estación en una escena al más puro estilo romántico de fin de siglo.
Shakhnazarov logra con la sugestiva atmósfera (mágica fotografía, diríamos que "psicológica", al volcar el sentimiento humano sobre la imagen), los caracteres y diálogos que reproducen el original en una singular traducción al castellano, materializar un ícono de la culpa y la redención.
El filme es un sutil aggiornamiento del clásico con actores inolvidables. A las correctas interpretaciones de Max Matveyev (Vronsky) y Kirill Grebenshchikov (Sergei, hijo de Ana), se suman las sobresalientes caracterizaciones de Elizaveta Boyarskaya en una pasional Anna y Vitaly Kishenko, un Karenin cortado a cuchillo.