Anna Karenina es un clásico de la literatura que cada tanto vuelve a la pantalla grande con una nueva interpretación.
Esta obra de Leon Tolstói brindó numerosas películas y las más celebradas suelen ser las que hicieron Greta Garbo en 1935 y Vivian Leigh, la protagonista de Lo que el viento se llevó, en 1948.
La más reciente adaptación corrió por cuenta de Joe Wright quien vuelve a demostrar su versatilidad como cineasta.
Su último trabajo había sido el triller de acción Hanna, con Eric Bana, y en esta ocasión vuelve a los clásicos literarios donde ya se había destacado con su versión de Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen.
En lo que representa su tercera colaboración con Keira Knightley, el nuevo trabajo de Wright trasciende principalmente por los aspectos visuales.
En ese sentido esta es probablemente una de las mejores versiones de esta obra.
La fotografía de Seamus McGarvey (Los vengadores) ya de por sí es un espectáculo aparte que le da un complemento interesante a un relato que fue contado numerosas veces en el cine.
La belleza de las imágenes y la música en sintonía con los escenarios logra trasladarte al mundo de Anna Karenina de una manera especial.
La particularidad de este film es que el trabajo que hicieron en el diseño de producción es uno de los grandes protagonistas de esta trama que retrata con acierto la sociedad banal que describía Tolstói en su libro.
El trabajo de Wright sobresale principalmente en los aspectos estéticos ya que la historia y su retrato de la burguesía rusa del siglo 19 sigue siendo la misma.
De hecho, la película conserva el espíritu de folletín romántico (pese a sus personajes complejos) que siempre caracterizó a esta obra.
Con un muy buen trabajo de Keira Knightley en el rol principal y una puesta en escena casi teatral la película puede resultar una interesante opción para los seguidores del género.