Artificio y pasión
La nueva adaptación para cine de la célebre novela de Tolstoi le añade a la romántica historia de Anna Karenina un halo de teatralidad y modernidad que, obviamente, no lo tenían los clásicos de Hollywood protagonizados por Greta Garbo y Vivien Leigh, en los años 30 y 40, respectivamente. El virtuosismo narrativo de Joe Wright sobre la interpretación de la gran novela rusa es como si el proyecto hubiese sido planeado por Lars Von Triers -sobre todo el de “Dogville”- y el Kenneth Branagh de “Hamlet”. Lo artificioso y lo pasional en una lucha constante, en medio de planos de lo más diversos que se desarrollan, salvo algunos exteriores, en la escena de un gran teatro, donde no se esconden, al contrario se lo evidencia casi deliberadamente, los telones que suben y bajan y los decorados que cambian mientras los actores interpretan sus roles. Cine, teatro y literatura unidos para contar una historia de Tolstoi aunque, otra de las sorpresas, sin respetar demasiado el texto. Keira Knightley, en el papel de Anna Karenina, sensual y, al mismo tiempo, con algunos rasgos de frío cinismo, mientras que Jude Law, irreconocible tras la máscara del pobre Karenin, el engañado esposo de Ana. ¡Ah!, los trenes son de juguete y la nieve es de mentira, no sólo por su propia y engañosa materialidad sino porque para acceder a ellos hay que abrir una puerta lateral del escenario.