Anexo de crítica
En esta nueva adaptación de la novela de León Tolstói pugnan dos películas, la que pretende narrar con imágenes la historia trágica de esta heroína del siglo XIX a contracorriente de los preceptos y códigos de la aristocracia rusa, y por otro lado la del artificio y exhibicionismo con altas dosis de esteticismo que en este particular caso le juegan de manera negativa al realizador Joe Wright, hábil adaptador cinematográfico de otros clásicos literarios como Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, pero también responsable de la extraña Hanna.
El apartado que debe destacarse es el de los rubros técnicos, aspecto lógico teniendo presente el resultado dispar entre narración y exhibición donde el máximo reconocimiento se lo lleva el vestuario ganador del Oscar a cargo de Jaqueline Durran, quien realmente diseñó ropa de época con una enorme precisión desde el punto de vista histórico. También es justo reconocer el puntilloso trabajo en el diseño de producción en las manos de Sarah Greenwood, sobre todo en la continuidad y cambio de decorados a la par de los movimientos de cámara.
Para los cinéfilos que quieran llevarse un buen recuerdo de esta trágica historia de amor el nombre de Greta Garbo personificando a Anna Karenina quedará por siempre y el resto de sus intérpretes femeninas brillarán por su ausencia, del mismo modo que esta fallida versión del inglés Joe Wright.