Sobre toda diferencia social
Greta Garbo y Vivien Leight fueron dos de las actrices que en su momento se calzaron el corsé, se recogieron el pelo con bucles y se pusieron en el cuerpo de Anna Karenina para llevarla a la pantalla grande. El legado en el cine del personaje creado por León Tolstói es amplio y las posibilidades de aportar algo nuevo a la reconocida historia parece difícil. Pero no imposible.
Así lo demuestra la nueva adaptación de Joe Wright, que incorpora elementos teatrales y convierte a la película en una gran puesta en escena. Las diferentes partes de un teatro son las locaciones en que los personajes transcurren: una fiesta de gala en el lugar que deberían ocupar las butacas, una carrera de caballos de utilería en el escenario o un comedor instalado en la sala de técnica. Los trajes y vestidos típicos de la aristocracia de la época (fines de XIX), la escenografía y la fotografía son algunos de los elementos que se destacan en esta versión de Anna Karenina. Fue justamente en el rubro vestuario que el filme se llevó una estatuilla en la última entrega de los Oscar, en la que además estaba nominada en las categorías música, fotografía y diseño de producción.
Joe Wright eligió a Keira Knightley para protagonizar la película y el resultado fue impecable. Los personajes cargados de drama y los peinados de época le quedan a la actriz como anillo al dedo y se destaca por sobre sus compañeros, un irreconocible Jude Law en el papel de Alexéi Karenin y Aaron Taylor-Johnson como el Conde Vronsky. A esta altura, se podría decir que Knightley es la actriz fetiche de las incursiones épicas del director, ya que también trabajaron juntos en Orgullo y prejuicio (2005) y Expiación (2007).
En la historia escrita por Tolstói, y que ahora adapta Wright, Anna Karenina está casada con Alexéi Karenin, pero se enamora del joven Vronsky, al que convierte en su amante. Pese a las críticas de la aristocracia a la que pertenecen, muy bien retratada por cierto, la dupla pasará numerosos obstáculos para estar juntos.
Hay que destacar que la presencia de lo teatral no sólo se hace evidente en la puesta del filme, sino también en las actuaciones, que contribuyen a darle dramatismo al relato. Y vaya si resulta.