Anita y las huerfanitas
¿Por qué negarlo, verdad? Cualquiera que haya tenido la desgracia de ver Annabelle (2014) -la primer entrada de este spin-off surgido gracias al éxito de El Conjuro (The Conjuring, 2013)- tendría justificadas reservas respecto de Annabelle 2: La Creación (Annabelle: Creation, 2017), segundo capítulo de la saga de la muñeca posesa más popular del nuevo milenio. Pues para sorpresa de varios, esta continuación, que a fines prácticos precede a los hechos retratados en el film previo, reúne méritos más que suficientes para ser uno de los pocos casos en que una secuela de un spin-off (hasta es complicado explicarlo) supera a su antecesora.
Como si de un cómic se tratase, la trama nos ubica en el año cero de Annabelle, creada por Samuel Mullins, un artesano que vive junto a su mujer Esther y la hija de ambos, Annabelle (sí, leyeron bien). Cuando un terrible accidente termina con la vida de la pequeña, todo cambia. 12 años después, la pareja decide recibir en su hogar a un grupo de huérfanas que se quedó sin techo, y ahí es cuando la cuestión se pone espesa a pura posesión, hechos sobrenaturales, sustos y otros elementos marca registrada del género.
El joven director David F. Sandberg –Cuando las Luces se Apagan (Lights Out, 2016)- hace un trabajo correcto al no recurrir a los jump scares o sustos fáciles que normalmente abundan en este tipo de películas para impresionar a la audiencia, sino que construye gracias a personajes con la suficiente profundidad como para lograr interés y relevancia dentro del relato. Para los que crecieron en los ‘90, es lo más parecido al Chiquititas, de Cris Morena, pero en vez de un Rinconcito de Luz las huérfanas están atrapadas en un caserón de oscuridad… y con una muñeca espeluznante.
Las historias mejores logradas son aquellas que esconden múltiples líneas de interpretación. El paso de la niñez a la adolescencia es una problemática universal y uno de los temas que también aborda esta narrativa; ese momento en que las mentes más jóvenes comienzan a tener mayor comprensión del mundo real, un mundo que no le escapa a la maldad en sus múltiples formas.
Gracias a un terror que se toma su tiempo para desplegar detalles a través de la trama y evita en gran medida los lugares comunes, Annabelle 2: La Creación representa un salto cualitativo respecto de su antecesora, y una forma más que digna de mitigar la espera de los próximos films unidos al universo sobrenatural craneado por James Wan.