No requería un gran esfuerzo de creatividad hacer una película decente con la muñeca Annabelle porque la primera entrega fue muy mala.
Las expectativas con este estreno eran bajas y la verdad es que resultó ser una grata sorpresa, ya que es mejor de lo que se esperaba.
No es un dato menor que este film tuvo un desarrollo muy diferente a la producción del 2014 que la compañía Warner hizo a las apuradas con un reparto mediocre.
En esta oportunidad el estudio aumentó el presupuesto, reunió un buen elenco de actores y delegó la dirección en David F, Sandberg, quien aborda el género de terror con respeto.
Su ópera prima, Cuando las luces se apagan, tenía buenos momentos de tensión (aunque después la historia no terminaba de cerrar demasiado) y ese es el mejor ingrediente que el director le aportó a esta propuesta.
A diferencia de otros grandes muñecos célebres del género, como Chucky o los psicópatas de Puppet Master y Demonic Toys, Anabelle tiene un papel más pasivo en la trama. Es decir, ella no ataca literalmente a la gente sino que genera situaciones paranormales.
Este enfoque que se le dio al personaje en este caso fue muy bien utilizado por el director, quien elaboro secuencias sólidas de suspenso.
Sandberg creó muy buenas atmósferas de terror para trabajar el miedo desde los aspectos piscológicos en lugar de presentar escenas de susto trilladas.
Una característica del film que se vio beneficiada con el reparto reunido, donde se destacan Antony LaPaglia, Miranda Otto y las jóvenes protagonistas, Talitha Bateman (La quinta ola) y Lulu Wilson (La Ouija), quienes le otorgaron credibilidad a sus personajes.
El film presenta además una estética más cuidada que la que tuvo la primera entrega y es claro que la intención de los productores fue acercar este capítulo a lo que suelen ser los trabajos de James Wan.
Esto no significa que van a encontrar una propuesta del nivel de El conjuro, pero por la manera en que se realizaron los momentos más intensos de la trama, se puede percibir una clara influencia de Wan.
Si nos ponemos a analizar en detalle esta producción no deja de ser otra clásica historia de posesiones demoníacas que vimos hasta el hartazgo.
Sin embargo, el modo en que se cuenta el relato es lo que vale la pena destacar, ya que el director consigue que los espectadores sigan con atención el desarrollo que tiene el conflicto y los personajes.
Algo que no suele ser habitual en los estrenos mediocres que llegan todos los meses a la cartelera.
Hay dos escenas post- créditos que no aportan absolutamente nada y supongo tiene la intención de vender este multiverso forzado que el estudio busca crear con la franquicia de El conjuro.
Pronto veremos en que deriva esta idea de expandir las historias del matrimonio de parapsicólogos Warren.
En resumen, Annabelle 2 es una película de terror efectiva que logra ser muy entretenida y se puede disfrutar en una pantalla de cine.