Annabelle 2: La Creación levanta la mala imagen que dejó la película anterior de la muñeca maligna y renueva la fe en los spin-offs de El Conjuro. Esperamos con fe las nuevas entregas de la saga de James Wan y cruzamos los dedos pidiendo que el estudio vuelva a confiar en cineastas experimentados y talentosos para los films de La Monja y The Crooked Man.
Es indudable el talento de James Wan a la hora de diseñar películas de terror. El director y guionista de Saw (2004) nos entregó dos de las mejores sagas de horror de los últimos tiempos: La Noche del Demonio (Insidious, 2011) y El Conjuro (The Conjuring, 2013). Especialmente esta última saga tuvo una excelente respuesta por parte del público y la crítica. Las historias (ficcionalizadas) de los casos (reales) investigados por Ed y Lorraine Warren fusionan el encanto old school, la buena creación de atmósferas de terror, personajes bien construidos y unos geniales sustos.
Era imposible que el estudio no tomara su gema y la hiciera pasar por la máquina de crear franquicias. Los demonios, embrujos y fantasmas que se cruzan con el matrimonio Warren son el perfecto material para explotar con precuelas, secuelas, spin-offs y derivados varios.
La primera incursión en el Universo Cinematográfico del Conjuro (?) vino con Annabelle (2014), película que expandía la historia de la muñeca poseída que aparece en el prólogo de The Conjuring. Annabelle resultó ser un desastre en la crítica más allá de su enorme éxito comercial. Por suerte, para esta nueva entrega el estudio decidió confiar en un director con experiencia a la hora de realizar films de terror y lo que parecía una receta para el desastre (la secuela que en realidad es la precuela de un spin-off cuya primera entrega fue todo menos buena) termina resultando en una película bastante competente.
Samuel (Anthony LaPaglia) y Esther Mullins (Miranda Otto) son un matrimonio de fabricantes de juguetes que perdieron a su hija Bee (Samara Lee) en un horrible accidente. Doce años después de su tragedia reciben en su hogar a un grupo de niñas provenientes de un orfanato que cerró y a la hermana Charlotte (Stephanie Sigman), la monja que las cuida.
Entre ellas se encuentran Linda (Lulu Wilson) y su amiga Janice (Talitha Bateman), una niña afectada por la poliomielitis con problemas para caminar. Ellas entran a un cuarto prohibido en la casa de los Mullins donde hallarán una siniestra muñeca que oculta el espíritu de la niña muerta… y algo más oscuro.
Annabelle 2 se impone sobre su precursora debido a un factor fundamental: su dirección. No solo David Sandberg (director detrás de la más que correcta Lights Out, 2016) está mucho más capacitado que John R. Leonetti (cineasta detrás de grandes “gemas” como Mortal Kombat: Annihilation 1997 y Wish Upon 2017) para hacer un film de terror sino que también sabe manejar mucho mejor el relato y crear una buena atmósfera de tensión donde los sustos brotan naturalmente.
La iluminación, el tratamiento sonoro y el manejo de la cámara están muy correctos, acentuando los momentos de mayor tensión. Los clichés típicos de cualquier film de terror (screamers, jump-scares, personajes incapaces de cumplir con instrucciones simples) están presentes, pero no se abusa de ellos y se los utiliza bien. Las actuaciones de todos están bien logradas, destacándose especialmente las dos niñas protagonistas que se ponen la película al hombro (Lulu Wilson ya tiene experiencia en películas de terror. Apareció en Deliver Us from Evil, 2014 y Ouija: Origin of Evil, 2016).