La muñeca Annabelle tuvo una gran introducción en El Conjuro (2013) a tal punto que consiguió su propio spin-off en 2014, pero dicha película no estuvo a la altura ya que fue mal planteada desde la dirección, y si bien presentó una buena sincronía con ese universo, fue un film del montón sin nada para destacar.
Todo cambia en esta oportunidad bajo la dirección de David F. Sandberg, quien viene de hacer Lights out (2016), una propuesta que resultó ser bastante original dentro del género.
Lo primero y principal para destacar es que cumple con su máximo cometido: asustar. Hay un par de secuencias que te hacen saltar de la butaca.
Sandberg toma varios elementos narrativos de James Wan, y volvió a posicionar a Warner como una fuerza indiscutida en materia terror si tenemos en cuenta el costo de estos films y su recaudación.
Este estreno costó 15 millones de dólares, algo bajo y una rareza hoy en día dado a que el denominado “costo medio” está desapareciendo.
Con técnicas de la vieja escuela y sin CGI, Annabelle: La creación te atrapa de inmediato a través del relato del origen de la muñeca.
Sí, hay clichés, pero están tan bien llevados que aún sabiendo que va a venir una “secuencia de susto y sobresalto” funciona igual.
El cast está muy bien elegido, sobre todo si se tiene en cuenta que la gran mayoría recae sobre niños debutantes.
Lo único que le resta a esta cinta es su previsibilidad e inevitable comparación con sus dos películas madres (El Conjuro y su secuela) pero ahí también gana en comparativa con la primer parte de Annabelle.
En definitiva nos encontramos ante una gran propuesta del género que será muy bien recibida tanto por fans como por público casual que se anime.
Nos deja ganas de más, por ello quedan avisados que hay una escena post créditos y que el año que viene se estrena una nueva película de esta franquicia: The Nun (La monja) personaje que vimos el año pasado en El Conjuro 2.