James Wan demostró hace años tener el toque de Midas en términos de terror, siendo capaz de inaugurar lucrativas franquicias como Saw, Insidious y The Conjuring. La última es un caso todavía más complejo dado que es un universo en sí mismo y, mientras que se la continuó en forma tradicional con una secuela, también se pusieron en desarrollo desprendimientos paralelos como Annabelle o las próximas The Nun y The Crooked Man. Y la riqueza de esta idea, de darle historias de origen a las entidades malignas que enfrenta el matrimonio Warren, alcanza otro nivel de la mano de Annabelle: Creation, precuela de una calidad notablemente superior a la de su antecesora, que ayuda a olvidar esa pobreza que John R. Leonetti entregó en el 2014.