La tercera entrega de esta saga spin off de "El conjuro", "Annabelle 3: Viene a casa", tiene para ofrecer lo que muchos se venían preguntando desde la primer película de los Warren ¿Qué pasaría si ese sótano plagado de objetos poseídos se liberase? No esperen mucho de la respuesta.
No es tan común que las grandes productoras se jueguen por una película de terror a todo trapo, con un presupuesto considerable, y una maquinaria dispuesta a posicionarla como una película fuerte en la taquilla. Si lo hacen suele ser en base a un remake, adaptación, o un personaje ya probado (el caso de It que este año tiene a su secuela como una de las películas más esperadas y promocionadas).
En 2013 James Wan lo logró, si bien se basa en personajes reales, "El conjuro" es una película de terror con argumento original, que se convirtió en un éxito rotundo, gozó de una fuerte campaña publicitaria, y se posicionó como un clásico moderno instantáneo del género.
Antes de su secuela, llegó al año siguiente el primer spin off, basado en un personaje al que "El conjuro" le había dedicado su secuencia pre títulos, "Annabelle", una muñeca de porcelana (en la historia real es una muñeca de trapo estilo pepona) que sirve como conducto para un demonio que busca el alma de un niño.
Con este spin off, comenzó lo que parece ser regla en el universo de "El conjuro". Cuando la historia es sobre el matrimonio Warren, las películas son buenas, cuando son spin off… Seis años después de esa apertura del universo, y a cinco de la primera película en solitario de la muñeca, llega "Annabelle 3: Viene a casa", la película que finalmente prometía lo que se esperaba desde el principio.
Contar la historia, o una historia, de la muñeca, una vez que ya está en casa de los Warren. Como plus, nos dan otro caramelo, en el tagline del poster nos adelantan que todo lo que hay en la casa, todo lo que mora en ese sótano al que van a parar los objetos maldecidos recuperados por el matrimonio, será poseído
¿Qué podría salir mal de esta ecuación que nos ofrece lo que tanto queremos? Todo. En primer lugar porque Lorraine y Ed Warren (Vera Fármiga y Patrick Wilson, sí, son lo mejor y único bueno de la película) no son los protagonistas de la película, rápidamente dirán adiós, y de un modo bastante sonso.
Volvamos a esa escena del inicio de "El conjuro" – podrían no verse ninguna de las anteriores películas de la muñeca –, Ed y Lorraine se llevan a Annabelle de la casa de esas estudiantes de enfermería. En el medio del viaje, sufren un altercado muy antojadizo, que los hará notar que Annabelle es una canalizadora de espíritus y demonios, despierta a todo ser sobrenatural que hay a su alrededor
¿No sabían ya eso cuando se llevaron la muñeca?
En fin, no será algo que aporte mucho, pero nos alargará la presencia de estos dos queridos personajes. Ya en la casa, Annabelle es puesta dentro de una vitrina con un conjuro para mantener atrapado a su demonio. Podrían haberla puesto en algún otro lugar sin peligro de demonios alrededor, pero no importa.
Pasa un año (detalle, en el medio ocurren los hechos de "El conjuro", mejor no indaguen mucho en la línea de tiempo), y los Warren se van de viaje, y dejan en la casa a Judy (que en la primera era interpretada por Sterling Jerins, y ahora rejuveneció en McKeena Grace; no importa) junto a su niñera Mary Ellen (Madison Iseman).
Judy sufre de bullyng en el colegio porque se dio a conocer la actividad parapsicológica de sus padres (mejor dicho, de su madre, y de su padre acompañante), y además, ella también presenta pruebas de estar desarrollando los mismos poderes de Lorraine. La semana siguiente cumplirá años, y aparentemente nadie vendrá a su fiesta de cumpleaños.
Mary Ellen, que es más buena y candorosa que un cachorrito indefenso, decide hacerle una torta y festejarle el cumpleaños por adelantado. En ese momento cae Daniela (Katie Sarife), una entrometida amiga de Mary Ellen, que perdió a su padre en un accidente, y quiere entrar al sótano con la esperanza de poder contactarlo en el más allá (La lógica de esto se la piden al guionista, no a quien escribe).
Daniela logra quedarse sola en la casa aun siendo evidente que quiere entrar al sótano; entra, y sí, un par de situaciones arbitrarias más, y saca a Annabelle de la vitrina para dejarla ahí, tirada y libre para poseerlo todo. Fin del argumento y que empiecen los jump scares.
Gary Dauberman debuta en la dirección con "Annabelle 3: Viene a casa"; pero es el responsable de los guiones de las anteriores "Annabelle" y de "La monja". Sus créditos no eran los mejores. También es quien adaptó la muy satisfactoria "It", pero se ve que el universo Warren no le sienta bien.
Obviamente, el guion de esta entrega también lleva su firma. No sólo su impericia para resolver cuestiones simples de guion se repite, sino que se traslada también a una dirección de lo más rutinaria. Hay algún intento por imitar iconográficamente al terror de comienzos de los ’70 y los ’60; pero todo se reduce a ese juego de referencias sin alma como lo que hace "Stranger Things" con los ’80.
Objeto, más no espíritu. Sumémosle que hay una catarata de efectos CGI, quizás más que en las anteriores, y su calidad es mediocre.
"Annabelle 3: Viene a casa" es apta para mayores de 13 años. Olvídense de ver sangre, o escenas realmente cruentas. Todo se reduce a un susto por aquí, otro por allá, varios sustos falsos, unos grititos, una luz apagada, y los clásicos veinte minutos finales que son una montaña rusa rutinaria de jump scares que ya son marca registrada de los spin off de "El Conjuro" (si te conoceremos Dauberman).
Antes de esa montaña rusa, hay varios sustos, pero abunda el aburrimiento. Las historias personales no interesan, no aportan nada. Hay algo de humor, no muy efectivo. Los personajes, sobre todo Daniela, son altamente odiosos, y no generan la menor empatía.
Acá es donde el gancho del terror sesenta/setentoso se cae, aquel era terror de identificación con el personaje, acá todo nos importa nada. Las endebles actuaciones del conjunto (no cuenten en esto a Fármiga y Wilson, ellos son buenos, pero huyen) no ayudan. Hay un claro intento desesperado por encontrar al nuevo monstruo/objeto para un spin off, y hasta probablemente una descarada venta de un juego de mesa (que no les llame la atención si dentro de unos años tenemos "Feeley Meeley- La película").
También hay una búsqueda de gancho para una nueva generación de investigadores. Todo sea porque la cosa no se termine. Del aburrimiento general nos rescatan un par de escenas que ya traspasan lo inverosímil para entrar al terreno de lo gracioso involuntario; pero no, no alcanza un nivel para ser considerado consumo irónico.
"Annabelle 3: Viene a casa" es todo lo que no debe ser una película; no una de la franquicia, ni siquiera una de terror, ninguna película; ser incoherente, aburrida, e insípida. Sus 106 minutos (no hay post créditos, pueden salir corriendo rápido) se hacen eternos, y con suerte es una experiencia olvidable.
El tiempo dirá si con esta entrega se cierra una malograda trilogía sin ningún episodio efectivo, o si seguirán insistiendo aunque la muñeca ya encontró su recinto final.