El universo de la saga El Conjuro se sigue extendiendo y con él, la figura de la muñeca Annabelle, quien tal vez es el objeto de cine de terror más importante y relevante de los últimos años.
El año pasado vimos La monja, hace unos meses La llorona, y ahora Annabelle en su tercera entrega en solitario.
Y más allá del éxito y aceptación del personaje y de la saga, ¿esta película es buena?
La verdad es que es muy superior a Annabelle, pero inferior a Annabelle Creation (2017).
Este estreno tiene muy a su favor el regreso del matrimonio Warren, aunque en un rol muy reducido, compuesto por los geniales Vera Farmiga y Patrick Wilson, que le dan al film un halo de importancia mayor.
Pero las verdaderas protagonistas son la hija, niñera y amiga, que deben sobrevivir una noche con la muñeca fuera de su caja de contención.
Y ese es el plot, bien básico y muy al estilo “casa embrujada”, motivo por el cual pasa a ser una película de terror más, pese a estar muy bien filmada.
El director Gary Dauberman, quien fue uno de los guionistas de It (2017) y debuta en la gran silla en este film, hace un buen trabajo pese a los clichés y vicios del género.
La película es dinámica, entretiene, y asustará más o menos de a cuerdo a cuánto terror haya consumido el espectador.
El film apunta hacia un público juvenil y adolescente, el cual, salvo excepciones, no ha visto mucho del género y lo está descubriendo recién ahora. Por lo cual va a salir fascinado.
En cambio, para un espectador más versado en el tema, la película cumple y nada más.
Sin embargo, Annabelle comes home (Anabelle viene a casa, título original) peca muy fuerte en una regla fundamental del cine de terror, pero es algo que no puedo señalar porque es un spoiler.
Pero da bronca que así sea, e incluso es inentendible.
Más allá de eso, se disfruta, y da la sensación de consagración, de que la veremos un par de veces más en la gran pantalla.