Ninguno de los spin-offs anteriores de El conjuro había sido bueno.
Ninguno.
La monja, el ejemplo más cercano, desperdiciaba un personaje que tenía mucho por imaginar, y para asustar, y fue un compendio de lugares comunes, trama sin entramado y sólo golpes de efecto.
Así que con todo ese background, uno no puede más que sorprenderse -hasta ahí nomás- con lo que le ofrece la tercera Annabelle.
Quizá mucho tenga que ver estén (algo) en pantalla los Warren, ese matrimonio de investigadores de fenómenos paranormales, que interpretados por Vera Farmiga (Lorraine, quien falleció este abril a sus 92 años) y Patrick Wilson (Ed, quien murió en 2006) han sido el sostén de El conjuro y su secuela.
Annabelle 3: Viene a casa cuenta cómo la muñeca que no está poseída, sino que está habitada por un espíritu inhumano (o algo así) es encerrada en el sótano de la casa de los Warren. Allí donde tienen un cuartito con souvenirs de distintas investigaciones, la muñeca es guardada bajo llave en una caja de vidrio. El cuarto tiene tres cerraduras.
Bueno, lo que sucede es que Ed y Lorraine se van por un día y dejan a su hijita, Judy (Mckenna Grace), al cuidado de una baby sitter. Y Mary Ellen (Madison Iseman), que es asmática, tiene una amiga (Katie Sarife) un tanto, ¿cómo decirlo? entrometida.
No hace falta adivinar nada más.
Lo cierto es que en Annabelle 3 puede intuirse todo, y también cierto tufillo contra los latinos (Daniela Ríos es la amiga de Mary Ellen, y su hermano, Anthony Ríos, le hace bullying a Judy).
Sea verdad o no, lo importante pasa durante esa noche en la casa de los Warren.
Lo bueno que tiene Annabelle 3 es que, al igual que las dos El conjuro dirigidas por James Wan, mantiene cierta estructura y manera de relato muy a lo años ’70. No hay un ritmo frenético, ni en el montaje ni hay apuro por que las cosas sucedan.
El director, que debuta detrás de las cámaras, es Gary Dauberman, quien en sus antecedentes tenía los guiones de las dos Annabelleanteriores (uff), pero también el de It y ahora, de It Capítulo 2. En Annabelle 3, en algún momento la atención se centra en cuatro escenas que se cuentan en paralelo dentro de la casa.
Eso no es fácil de llevar, si se quiere mantener el suspenso. Y Dauberman lo logra.
También Annabelle 3 tiene como protagonistas casi excluyentes a tres mujeres (el único hombre casi coprotagónico es Bob, interpretado por el joven Michael Cimino, idéntico nombre del fallecido director de El francotirador y Las puertas del cielo), bien a tono con el tiempo que corre. Nadie da puntada sin hijo, pero al menos ahora Annabelle pega sustos con argumento, o justificación.
Para lo que veníamos teniendo, es un montón.