De las brillantes ideas de Hollywood denominadas “encuentra un éxito y exprímelo al máximo”, llega Annabelle, spin-off (o precuela) de El Conjuro, filme de James Wan de 2013, que refrescó el género de terror. Ahora, con la historia de la muñeca poseída, que si bien no era parte central de la trama de El Conjuro, si formaba parte de filme sacando unos cuantos sustos, llega este filme dirigido por John R. Leonetti, (Mortal Kombat), que deja mucho que desear.
Precedida por una intensa campaña viral, Annabelle prometía más sustos que El Conjuro. Y sin embargo, se queda solo en la promesa. Desafortunadamente, si uno se dedica a buscar por internet, encuentra que si bien la muñeca existió, nada tiene que ver con la historia en el filme. Acá, John y Mía son un matrimonio recién formado, con una bebé en camino, y cuyo regalo es la muñeca. A partir de ahí, experimentan una serie de sucesos extraños que inician cuando son testigos (y casi víctimas) de un asesinato-ritual.
A pesar de contar con el visto bueno de la original Lorraine Warren (la investigadora paranormal que se cruzó con la muñeca en sus investigaciones), la historia carece de profundidad. Recurre a los típicos clichés del cine de terror como las figuras en las sombras, las apariciones extrañas y hasta más de un guiño a la saga de Actividad Paranormal.
Si bien para los más sensibles al cine de terror puede funcionar (razón por la que le añadimos una estrella más a la calificación), pues puede provocar un buen susto, lo cierto es que Annabelle carece de todo el carisma de El conjuro, se pierde al intentar contar una historia profunda y termina siendo la misma historia: pareja nueva, en casa con objeto poseído. Para olvidar.