Conforme pasan los años, la tecnología avanza y nos permite llegar más lejos en nuestros sueños. Tanto en el cine como en la vida real. Todo lo que alguna vez soñamos con realizar se está cumpliendo a pasos agigantados y ahora parece que nuestro único límite es la imaginación. Y es que, aunque muchos digan que la obra maestra de la ópera espacial es Odisea en el espacio de Stanley Kubrick, lo cierto es que desde Gravity de Alfonso Cuarón e Interstellar de Christopher Nolan, los cineastas se han dado cuenta que para filmar en el espacio no es necesario llevar las cámaras más allá de la atmósfera terrestre, y que los efectos espectaculares no sirven de nada si no se tiene una historia sólida para contar. Es asi que Ridley Scott, el mismo de Blade Runner y no el de Éxodo, logra anotarse un enorme suceso con Misión rescate que cuenta la historia de Mark Watney, un astronauta que, en plena misión en Marte es dado por muerto tras un accidente y abandonado en el planeta rojo. Pero no ha muerto y ahora deberá enfrentar todas las hostilidades de este planeta mientras espera años a que vuelvan por él. Como toda película que trata cosas técnicas y científicas, tiene sus pequeños errores, notorios para los expertos. Pero para aquellos que poco sabemos de viajes espaciales, la película es completamente una delicia. Ya desde la primer escena entramos directo a la trama, sin dar más vueltas por el pasado del astronauta o cualquier otra cosa que distraiga nuestra atención. Y de ahí nos embarcamos con toda la odisea que conlleva sobrevivir más de un año completamente solo en un planeta apenas conocido y hostil. Con buen ritmo, deteniendose en lo necesario, y acelerando lo innecesario, y las dosis necesarias de Ley de Murphy, Scott nos entrega un muy buen trabajo, apoyado por el talento en el guión de Drew Godard -basado en una novela de reciente tiraje- y la fortaleza interpretativa de gente como Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor, Sean Bean y otros. Matt Damon cumple con su carisma y el humor presente no defrauda. The Martian sin duda es una buena película que cumple con creces lo esperado para abrir la temporada invernal de cine.
En un año marcado por regresos de directores veteranos y sagas nostálgicas, Robert Zemeckis regresa con The Walk, una película que cuenta la historia de Philippe Petit, un artista callejero francés cuyo sueño es colocar un alambre de acero entre las recién construidas torres gemelas y ofrecer su espectáculo a la ciudad de Nueva York. En la cuerda floja es un espectáculo visual imponente. En medio de la sobreexplotación del formato 3D, que en la mayoría de las ocasiones resultan oscuras, mal convertidas o solo para aumentar el costo del boleto, llega este tipo de películas que te hacen recordar la verdadera razón de la existencia de las pantallas IMAX y el uso del 3D. Y siendo honestos, con miras a la próxima temporada de premios, le auguramos muy buena suerte con los premios técnicos. Pero todo esto no basta. Joseph Gordon Levitt tiene un carisma impresionante, y es quien carga toda la película. Confirma que es uno de los mejores actores de su generación. Sin embargo, no hay que perder de vista el otro personaje de esta película: las Torres Gemelas. Si estamos acostumbrados a que los gringos hagan películas y homenajes a sus héroes, era evidente que las Torres gemelas deberían de tener más películas. El objetivo no sólo es contar las aventuras de Philippe, que por cierto, es un gran acierto del guión contar solo lo necesario: los personajes secundarios que tienen intervención directa, y construir toda la historia para llegar al momento culminante que te deja con los nervios de punta; sino que además sirve de fondo para rendir homenaje a dos personajes que la ciudad de Nueva York extraña después de 15 años: sus torres gemelas. La mejor prueba es el plano final del filme. Pero no por ello deja de ser un enorme éxito en la filmografía de Zemeckis, con un maravilloso soundtrack cortesía de Alan Silvestri. Un espectáculo que es imperdible en todo su esplendor.
Fue en el 2012, cuando Sony pictures presentó una película animada que tomaba a los monstruos más clásicos de la literatura y el cine como el Vampiro, el hombre lobo, la momia y Frankenstein, y los transformó en una historia animada en la que Drácula manejaba un hotel con presencia para monstruos, hasta que su hija, Mavis, se enamora de un humano, manejando de manera muy acertada y metafórica la apertura hacia las personas de costumbres totalmente diferentes a las nuestras. Obviamente, como toda película medianamente exitosa, tuvo secuela que ha llegado a nosotros este año. Mavis y su ahora esposo Jonathan, con el recién nacido Dennis, deberán encontrar su lugar en el mundo, toda vez que el pequeño está por cumplir los 5 años y no ha presentado evidencia de ser un vampiro, como su madre y su abuelo, por lo que, en busca de un hogar "más seguro" para el pequeño, Drácula tendrá una última oportunidad de lograr que aparezcan los colmillos del pequeño y lograr que su familia siga viviendo en el hotel. La trama es sencilla, y en un mundo tan digital donde ningún secreto está a salvo, la mayoría de los gags fueron descubiertos en los cientos de avances de tv e internet. Esto quizá a los niños, quienes son el principal objetivo de la película les tiene sin cuidado, pero a los padres les genera una sensación de aburrimiento de haber visto una y otra vez lo mismo. Lo mejor sin duda son todas las referencias vampíricas a la historia del cine, desde Bela Lugosi hasta Coppola. Pero es justo el clímax de la historia, cuando aparece el abuelo Vlad, donde la película se torna seria y hasta tenebrosa (prueba de ello es que en la sala de cine los pequeños gritan y lloran a partir de este momento) como queriendo rescatar a los padres que han soportado una hora de chistes infantiles algunos buenos y otros no tanto. Pero como ya lo hemos mencionado, el objetivo son los pequeños y cumple en mantener entretenidos a estos, al tiempo que la historia de ser padres sobreprotectores puede que alcance a algunos progenitores, a otros no tanto. La animación no sorprende y el 3D no aporta nada a una película a la que le falta mucho para convertirse en clásico infantil
Él es un boxeador que lo tiene todo. Esta invicto, aunque su estilo de pelea es bastante criticado. Sin embargo, en el mundo del deporte profesional, de la noche a la mañana lo puedes perder todo, por lo que, después de una tragedia, lo pierde todo, y deberá volver a lo básico y a lo más bajo, para volver a escalar y recuperar su propia vida. Aunque la sinopsis lo parezca, no es una reseña de la saga Rocky, sino de revancha, la nueva película del director Antoine Fuqua, quien hace mancuerna de nueva cuenta con Jake Gyllenhall, luego de la maravillosa Primicia Mortal (Nightcrawler). Ahora, Gyllenhall da vida a Billy Hope, el boxeador, que lo pierde todo después de una tragedia en su familia. Southpaw es de esas películas hechas específicamente para que el actor en cuestión se luzca, y Gyllenhall lo hace, entregando una excelente actuación que lo confirma como uno de los mejores actores de nuestra generación. Acompañado de nombres como Rachel McAdams, Rita Ora o Forest Whitaker, Southpaw no deja de ser una película genérica, de esas que hemos visto muchas veces a lo largo de los años no solo en el box, sino con muchas otras tramas en general. Desconocemos si este año lo hecho por Gylenhall sea suficiente para merecer la nominación al oscar que el año pasado no le entregaron. Es un hecho que tras trabajos como Enemy, Nightcrawler y esta que reseñamos, merecería incluso premios, pero no somos quienes entregamos los reconocimientos. Solo podemos recomendar la película para un fin de semana en familia
Para ser honesto, disfruto poco de las películas que tratan temas históricos, pues ya conocemos el desenlace. Sean hechos muy antiguos o recientes como el que trata esta película, al no tener la posibilidad de introducir cliffhangers -giros de trama- dramáticos, si el guión no se maneja adecuadamente, terminará por ser un desastre que se cuelga del sentimentalismo para llegar a la gente. Y desafortunadamente, es lo que pasa con esta película, dirigida por la mexicana Patricia Riggen (Bajo La Misma Luna), y con un elenco multicultural que incluye mexicanos (Kate Del Castillo), españoles (Antonio Banderas), franceses (Juliette Binoche) o filipinos (Lou Diamond Phillips) interpretando a chilenos, nos cuenta la historia de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en una mina en el desierto de Atacama durante 69 días, siendo una historia de supervivencia, de amistad y de unidad ante la posibilidad de una tragedia -de las que, por cierto, suceden cientos en todo el mundo-. El gran acierto de la película consiste en enfocarse en la tragedia y manejar sólo dos líneas argumentales, la de los mineros que quedaron atrapados, en donde Banderas -obviamente- es el protagonista como "líder" de los trabajadores, y los intentos del exterior por rescatarlos, enfocado el el ministro de Minería. Obviamente para resumir 69 días y 33 personas en dos horas, hay que cortar todo lo que no sirva, poner lo que más venda, que en este caso son las historias buenas y uno que otro pequeño problema y sacar la lágrima fácil. Hay pequeños atisbos de la oscuridad a la que se enfrentaron estas personas, pero no se desarrollan, no hay profundidad. Es un filme 100% hollywoodense para generar empatía con el espectador ante la situación y sacar una conclusión favorable ante los sentimientos de tristeza, valor, coraje y orgullo ante la unidad como humanidad. Si eres de aquellos que disfruta este tipo de películas, seguramente encontrarás un buen producto.
Charlize Theron es Libby Day, una mujer en los 40 cuya infancia fue marcada por un suceso terrible: su familia fue asesinada por su hermano. Desde entonces, se dedicaba a vivir de la caridad social olvidando lo oscuro de ese día, pero sin lograr superarlo. Hasta que conoce a Lyle, un participante de un club de asesinos a quienes les interesa saber más sobre los asesinatos perpetrados, jugando a ser los detectives. Entrando al club, le proponen a Libby reabrir su caso, pues existen muchas inconsistencias por parte de la autoridad quien, sin hacer más preguntas apresó al hermano tras declararse culpable. Es así que, luchando contra sus fantasmas, Libby descubrirá la verdad de lo que sucedió esa noche. Una trama de un caso inconcluso siempre será interesante, porque nunca sabremos la verdad hasta que el protagonista la descubre. Sin embargo, la forma de manejarlo teniendo el cuidado de no revelar más que las pistas esenciales para al final descubrir toda la jugada es algo que pocos directores pueden lograr, y Gilles-Pacquet Brenner (La llave de Sara, Los Muros) no lo sabe hacer. Charlize Theron juega bien como la atormentada nñia que sobrevivió a la masacre, mientras que Nicholas Hoult sigue mostrando ese crecimiento actoral que le hemos visto en sus previos blockbusters. A pesar de ello, la película (bastante oscura en su fotografía), se pierde en las habilidades detectivescas de Libby, introduciendo demasiado la figura del Deus Ex-Machina por todos lados. Las pistas le caen del cielo y comienza a descubrir cosas que parecían imposible que a una investigación policial le pasaran por alto. La película decae en un ritmo semi-lento que impide su apreciación correcta. La dirección falla en muchos momentos y el guión flaquea, desaprovechando por completo el trabajo original de Gillian Flynn que, a pesar de ser coautora, no logra la misma brillantez de Perdida, otro de sus trabajos. Lugares oscuros es un filme que podemos ver un domingo de zapping sin pena ni gloria.
Si las redes sociales han invadido otros géneros del cine, era inevitable que llegaran al terror. Unfriended es, contradictoriamente, clásica y moderna. usa a los jóvenes como protagonistas, pero aprovecha todas las herramientas virtuales que utilizan. Juega a matarlos uno por uno, pero de una manera poco convencional. Y es que esta trama la hemos visto miles de veces: un grupo de chicos vive en verano una serie de eventos que terminan desencadenando una tragedia, en este caso un suicidio. Y tiempo después, comienzan a experimentar sucesos extraños que, a modo de venganza, cobra sus vidas. Aquí podríamos hacer un reto, sobre nombrar una película diferente que trate de lo mismo y tendríamos un buen número de participantes. Y si es tan genérica, ¿qué la hace buena? En primer lugar, su bajo presupuesto. Un millón de dólares fue el costo total, incluyendo publicidad. Después, fue grabado con sólo 6 personas, adolescentes, que logran una buena actuación. Y finalmente, la tensión se logra no por la historia de terror en sí, sino porque la manera de hacerla es algo tan común y cotidiano, que después de verla, dudarás en seguir tan conectado como antes lo estabas. Toda la película se desarrolla en la pantalla de la computadora de la protagonista, mientras utiliza un popular servicio de videollamadas con su novio y sus amigos. Y entonces apreciamos en pantalla lo mismo que podríamos estar haciendo en nuestras computadoras cualquier día: YouTube, Spotify, Skype, smartphones... aquí lo interesante no es que apreciemos seis cámaras al mismo tiempo (la cámara de cada amigo conectado a la conversación) -porque eso es lo que hacemos todos los días-, sino el terror conseguido durante y después de la película. Puede parecer poco ingenioso, pero funciona muy bien. Si les soy honesto, es la segunda película de terror en los últimos 10 años que ha logrado hacerme sentir incómodo. Eliminar amigo es un buen ejemplo de cómo hacer cine de terror sin caer en lo exagerado, de cómo aprovechar los clichés de siempre y conseguir refrescar, innovar y asustar a la gente, que al fin y al cabo, es lo que buscas en un filme de estas características.
El cine de terror está en decadencia. Pocas son las películas que realmente muestran algo de terror, más allá de usar los mismos recursos trillados una y otra vez, además de ver las mismas historias en pantalla con diferentes títulos: El exorcismo de (Inserte nombre favorito aquí), Apariciones, El Fantasma de, demonios,.. y un largo etc. de nuevas historias que sirven para atraer adolescentes en pareja, pero que pocas veces logran por lo menos recuperar su inversión. Por ello, encontrar una película como It Follows, dirigida por David Robert Mitchell (El Mito de la Adolescencia), resulta grato, especialmente cuando le hicieron poca propaganda y está pasando con éxito el efecto de su recomendación de boca en boca. Jay y sus amigos son como cualquier adolescente americano: fiestas, diversión, viajes y sexo son cosa de todos los días. Sin embargo, un día, cuando tiene sexo con su chico, se descubrirá perseguida por un ente sin rostro, hasta que consiga pasar el efecto a otra persona por medio del sexo. La historia, aunque parezca sin sentido, logra mantener al espectador en vilo sin necesidad de mostrar criaturas extrañas, espíritus del más allá o cualquier otro tipo de monstruo. Al estilo de Cloverfield, durante toda la película sólo vemos vistazos de aquello a lo que temen, pero nunca sabemos realmente su orígen, intenciones o metas. Solo entramos en el juego y con eso es más que suficiente para lograr el terror, el nerviosismo y las buenas notas que muchos críticos le han dado. Probablemente no se vuelva un clásico, ni tampoco sea la mejor película de terror de la historia, pero en medio de tanta mediocridad, el espectador agradece que aún existan cineastas que se preocupen por hacer cine de calidad antes que pensar en su bolsillo y en el de los productores.
Fue en 2012 cuando el creador de Padre De Familia dio el salto al cine con Ted, la historia de un oso de peluche que cobraba vida. Con un humor irreverente, original y bastante nerd (cómo olvidar las visiones al estilo Flash Gordon), Ted logró una buena crítica generalizada y una mejor taquilla. Obviamente, en el hollywood actual, lo segundo asegura una secuela. Ted 2 no sólo perdió a Mila Kunis en el papel secundario, sino que perdió el humor. Y es que, aunque la trama parecía interesante, Amanda Seyfried no es capaz de actuar con naturaleza, y el guión comienza a abusar (aún más) de los chistes sobre sexo y drogas, convirtiendo algo divertido en vulgar. La presencia de gente como Liam Neeson o Morgan Freeman, en lugar de ser divertido, es insoportable. Incluso, la secuencia que tiene lugar en la comic-con de Nueva York, termina por desaprovechar cualquier potencial geek, reduciéndose a repetir una y otra vez el mismo gag sobre adultos molestando adultos. Y por si eso fuera poco, el villano es ridículo y repetitivo (sí, es el mismo). Toda la primer hora del filme no se cansa de jugar con el sexo y las drogas, y no es hasta después del primer juicio cuando comienza a recordar el encanto de la primer parte. Ted 2 es otro ejemplo en el que las segundas partes no son buenas.
Los 4 fantásticos ya cuentan con dos intentos de llevarlos al cine. La primera, en los 90, desconocida, mientras que la segunda, la conocemos todos, con un reparto encabezado por Jessica Alba y Chris Evans (hoy mejor conocido como el Capitán América), en donde predominaba el humor y donde Doom fue reducido a un simple personaje que controlaba la electricidad (y se quejaban de Electro...). Posteriormente, la secuela con el Silver Surfer prometía, hasta que decidieron convertir a Galactus, uno de los villanos más tenebrosos de Marvel, en una simple nube de polvo. Por eso, debido a las malas críticas, decidieron hacer un reboot de la mano de Josh Trank, director novato, cuyo único éxito, Chronicles, trata sobre unos jóvenes que adquieren poderes y aprenden a usarlos mientras se graban a sí mismos. Por ello, muchos decidimos darle la oportunidad. Si están al tanto de lo que sucede en la internet, sabrán que el mismo Trank fue quien armó revuelo al decir, después de conocer el histórico 9% de aceptación en Rotten Tomatoes (el más bajo para una película de héroes), que el estudio arruinó la "fantástica visión" que había tenido de estos héroes. Sin embargo, y es una crítica generalizada, aunque el film dista mucho de ser lo excelente que nos prometieron, tampoco es lo peor. Acá entra lo mucho o poco que crean en conspiraciones para explicar que Disney, actual dueño de Marvel, haya iniciado una campaña de desprestigio para recuperar los derechos de este equipo, no por nada incluso en los cómics también fue cancelada su serie. Y no, no es tan mala la película. Sin embargo, reconocemos que, efectivamente, el proceso de edición se cargó a la película. Todo empieza bien, como una historia de orígenes: tenemos el proceso de crecimiento de Reed y Ben, la aceptación de Sue y su relación con un carismático Johnny. No importa su edad, apariencia, raza y todos los estereotipos que en un principio parecían negativos. Creen en lo que hacen, saben actuar y les creemos. De igual manera, Víctor inspira respeto y temor, aunque después las motivaciones se pierden un poco. Y cuando consiguen sus poderes, es cuando todo empieza a desmoronarse: efectos muy malos, peleas internas poco creíbles, el típico sacrificio para "unirlos como equipo" que se ve venir desde que comienza el filme, y la batalla fina, que es una auténtica burla. Cuando aparece Víctor y escapa, parece que por fin estamos ante el verdadero Doom. En despliegue de poderes, en actuación, personalidad y deseos de matar, estamos muy bien. Pero posteriormente, una batalla ridículamente corta -un golpe de cada quién y se acabó- y oscura, en donde se nota toda la edición tan mala que hicieron y el por qué decidieron casi de último minuto no convertirla al 3D tira abajo lo que parecía algo no tan malo. Y si son un poco curiosos, también se darán cuenta que muchas de las escenas de los avances ni siquiera llegaron al corte final. Entonces, si las quejas del universo Marvel de muchos directores giran en torno a la poca libertad que les otorgan con tal de que encajen en la historia que han construido, ¿cómo se le puede llamar a lo que hace Fox para mantener los derechos de sus personajes y al no respetar la visión de un director a quien se supone contrataron por sus ideas frescas?