Annie

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

No hoy banda, no hay orquesta

La historia de Annie, su argumento como su manto de influencias, ganó el corazón de al menos dos generaciones de norteamericanos. Con su versión comic de Harold Gray, su adaptación a Broadway y el film de 1982 dirigido por John Huston, con un inolvidable Albert Finney como “Daddy” Oliver Warbucks, la fábula de la huérfana que descubre una vida en el acomodado hogar de un magnate parecía no tener más nada que aportar. Entonces surge esta versión siglo XXI dirigida por Will Gluck (Amigos con beneficios), con un Warbucks que transmuta en el afroamericano Will Stacks y una controvertida banda sonora que mezcla originales del musical con nuevas canciones.
La intención de vender está clara, pero sería más tolerable si la película rescatara el alma de la historia, ligada a una aceitada coreografía infantil. Mientras esto no ocurre (y se resiente), Gluck, hombre más cercano a la comedia que al musical, compensa las deudas hacia la historia por el lado de los personajes. Tanto Jamie Foxx como el billonario, Rose Byrne como su secretaria Grace y Cameron Diaz como la artera directora del orfanato entregan grandes actuaciones. Pero Annie carecería del menor encanto sin el protagónico de la pequeña Quvenzhané Wallis, la décima actriz afroamericana nominada al Oscar por su actuación en La niña del sur salvaje, de 2012.