Annie

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Salía de sala y me preguntaba el porqué a los latinos nos cuestan tanto los musicales. "Annie" es un título popular, tradicional que desde 1977 viene presentándose con distintos elencos en todo el mundo y la intención de llevarlo otra vez a la pantalla grande me parecía muy interesante.
Para los que vivimos en el sur, ver este tipo de producciones es raro ya que son costosas y no estamos dentro de la primera línea de destinos para estos productos. Así que comprobar la vigencia de la historia de "Annie" (aquella que comenzó cuando Martin Charnin hace muchos años se deleitó tanto con el comic "Little Orphan Annie" que decidió transformarla en un musical hecho y derecho) era el desafío para las audiencias de este lado del mundo.
¿El mensaje familiar que cautivó tanta audiencia seguiría intacto en este formato? Supongo que esa cuestión será develada en horas en cuanto a nuestro país se refiere, en Estados Unidos (y más allá de los problemas que tuvo Sony con este y otros títulos en diciembre), hizo un aceptable papel en la taquilla.
Lo que sí es importante subrayar (en caso de que el lector quiera bucear en las anteriores, o las recuerde) que esta es la tercer vez que hay una versión de "Annie" en largometraje. Tuvimos una en 1982 y otra en 1999, ámbas muy atractivas, aunque no memorables.
La idea del director Will Gluck (de discreta actualidad, digamos) era la de aprovechar el carisma natural de la protagonista de "Beasts of the Southern Wild" y "12 years a slave", Quvenzhané Wallis, para acercarnos una Annie renovada y mediática, pero a la vez muy tradicional y respetuosa del espíritu de la clásica atmósfera de la historia.
La trama es bastante simple y nos presenta a una húerfana dulce y simpática (esta vez, de color, detalle a tener en cuenta) quien vive bajo el cuidado de una mujer (Hannigan, jugada por Cameron Díaz) a quien sólo le interesa el dinero que el Estado le da por albergar niñas en su hogar. Annie vive con un grupo de amigas casi de la misma edad que sueñan con encontrar un hogar y una familia para modificar la realidad que viven.
La casualidad hará que nuestra protagonista sea salvada de ser atropellada en la calle por el millonario empresario telefónico Will Stacks (Jamie Foxx) y comience con él una relación padre-hija extraña y novedosa para ámbos. Como el hombre se está postulando para alcalde, sus asesores de imagen le recomiendan pedir la tenencia provisoria de la niña para así fortalecer su llegada al electorado.
La adaptación del musical es bastante moderna, están presentes el poder de los nuevos medios digitales (con YouTube y Twitter a la cabeza) y la película no aburre, pero elige transitar lugares comunes. Las canciones son un mix de las clásicas con algunas nuevas pero los cuadros musicales son desparejos: hay algunos muy buenos (los de Wallis son los mejores) y otros fácilmente olvidables.
Foxx (quien debería ser el otro polo de las miradas) luce acartonado y sus líneas no ayudan a captar el favor del público. Entre los secundarios, Bobby Cannavale hace de un inescrupuloso empleado y Cameron Díaz caracteriza con oficio a una ex cantante venida a menos y cansada de perder, Byrne aporta la nota correcta como siempre. Sin lujos, con algo de eficacia, la fotografía también suma con bellos paisajes de New York.
"Annie", por cierto, es una historia muy "blanca" y estructurada y esta versión refuerza esos valores.
No hay muchos momentos para destacar y deben saber las generaciones actuales que su visionado no es algo que se produzca en forma natural. Creo que faltó trabajo en el guión y una cierta ruptura con el clásico de Broadway, de manera de aceptar que la pantalla grande demanda otro ritmo y explora otro tipo de público. Su falta de fibra y colorido conspiran contra el resultado final. Discreta a todas luces.