La insoportable levedad de Hollywood
Siguiendo la línea de Día de los enamorados (Valentine's Day, 2010), la industria hollywoodense sigue apostando a un estilo de comedia cuyo eje radica en un masivo elenco de estrellas por sobre la historia en sí. Y en el caso de Año Nuevo (New Year's Eve, 2011), con un nefasto mensaje moralizador.
Año Nuevo reúne en su ecléctico casting a los nombres más representativos de todas las generaciones. Desde Robert De Niro a Lea Michele pasando por Sarah Jessica Parker, Ashton Kutcher, Zac Efron, Halle Berry y Hilary Swank, entre otros, esta comedia coral se desarrolla en New York en vísperas de la llegada de 2012.
Garry Marshall, director de clásicos del género como Frankie y Johnny (1991) y Mujer bonita (Pretty Woman, 1990), demuestra una vez más su poder de convocatoria a la hora de reunir un elenco estelar a pesar de que el resultado final no sea de lo mejor. Y no porque los actores no pongan lo mejor de sí sino por un guión flojo, previsible y, para peor, con mensaje moralizador.
Si en Año Nuevo todo es insoportablemente liviano, efectista y carente de sutileza, la trama termina de desbarrancarse en la escena en la que el personaje de Halle Berry se comunica vía chat con su amado que está en la guerra. Si hasta entonces estábamos frente a una comedia más, con algunas historias interesantes, otras no tanto, pero entretenida, en ese momento se alcanza una pretensión imperdonable.
Si en Día de los enamorados se podía cuestionar la liviandad del relato que no apuntaba más que al entretenimiento, en Año Nuevo las críticas van por otro lado. Sabemos que es una comedia fresca, llena de clichés, que divierte, que emociona y hasta entretiene. Ahora es necesario también aspirar a tener una moral de la que se carece. Parece que sí.