Film coral (mucha, pero mucha gente) del alguna vez competente comediógrafo Garry Marshall. A la manera de su anterior Día de los Enamorados, aquí un montón de actores conocidos cruzan y descruzan sus destinos para demostrarnos que, después de todo, vivimos en el mejor de los mundos posibles y que cualquier tristeza no es más que un efecto de recepción. Si los actores cumplen con los roles que les ha tocado en suerte, el sentimentalismo desatado del film y su mecánica repetida terminan disolviendo cualquier virtud ocasional.