Dirigida por Nicanor Loreti y Paula Manzone, y escrita por ésta última adaptando su propia obra, Anoche es una comedia que gira en torno a una noche de sábado de encuentros y desencuentros entre cuatro personajes.
Anoche empieza y termina con la voz de la madre, figura omnipresente a la que se quiere homenajear, aunque esto no se perciba más que como un esbozo que recién la dedicatoria final “A nuestras madres” termina de confirmar. Mirta Busnelli es esa voz que le habla, hasta el hartazgo, a su hija de 27 años, divagando sobre su pareja y su futuro. La hija es interpretada por Gimena Accardi, en su protagónico como Pilar, alguien que se presenta con una personalidad que se percibe apabullada, hastiada. Es una noche de sábado y ella no tiene más planes que quedarse en su casa, en pijama y comiendo lo que se le antoja. Sin embargo, esa llamada de la madre no iba a ser lo que terminaría cambiando el curso de la noche y, quizás, de su relación y su vida amorosa.
Pilar está a horas de cumplir el segundo aniversario con su novio, Marcos (Benjamín Rojas, en un personaje que es lo opuesto al que interpreta en una comedia estrenada hace poco: Eso que nos enamora), y ni siquiera planeó pasar el fin de semana con él, quien se suponía que iba a salir con amigos. A la larga, un aniversario no es más que una fecha sin importancia. No obstante no contaba con que él quiere sorprenderla y la visita de imprevisto.
Como no estamos ante una noche cualquiera para ninguno de sus protagonistas, pronto aparece la hermana de Pilar, Ema (Valeria Lois), trastornada y verborrágica en medio de una crisis en la relación que tiene con su actual ex marido. Para llenar el cartón, el ex marido en cuestión (Diego Velázquez) llega también y la casa de Pilar termina funcionando como punto de encuentro y desencuentros.
Anoche está basada en una obra de teatro de Paula Manzone y, sin dudas, tiene todos los elementos propios de éste: principalmente unos pocos personajes interactuando y una sola locación (con alguna excepción, cuando la protagonista y quizás la película necesitan un poco de aire para escapar de ese ambiente claustrofóbico). Así, el film recae mayormente en diálogos subrayados y se termina sintiendo como teatro filmado (hasta la puesta en escena luce teatral), sin aprovechar más que los recursos básicos cinematográficos, como los constantes primeros planos.
Si bien a nivel actoral los intérpretes logran desenvolverse cada uno en su registro, el guion no termina de desarrollar mucho ninguno de los personajes ni las ideas que los rondan. Algunas cuestiones de los personajes, o incluso decisiones, se presentan pero la mayoría no pasan de esbozos: el personaje de Pilar y la relación con la comida bien podría ser un ejemplo, o incluso el regalo de aniversario que le hace Marcos, aristas interesantes que terminan quedando bastante desaprovechadas. En cambio prefiere enredarse con las relaciones que éstos tejen y entretejen, en medio de un relato que no sorprende demasiado en sus vueltas y que se queda en lo superficial de los conflictos.
Así llega la resolución, algo apresurada y que dice más que lo que simula a primera vista, con la voz de esa madre que vuelve a los temas del principio pero con otra perspectiva, dejando en claro que esa noche no podía ser una noche más.