Años cortos días eternos

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

LA MADRE DE TODAS LAS PREGUNTAS

Uno intuye que en el proceso de realización del documental Años cortos, días eternos, a la directora Silvina Estévez se le presentó un problema: la intención era registrar el proceso que atravesaban diferentes mujeres luego de tener un hijo. El puerperio, como se lo conoce técnicamente, una instancia de la vida gobernada por los sinsabores y las dudas; también, la etapa menos marketinera de la maternidad. Claro, esas mujeres se someten al experimento audiovisual con gusto, pero en determinado momento el agotamiento se ve en esos rostros de personas sobrecargadas y la renuncia a la exposición es la salida necesaria. Ahí, tal vez de manera solapada, el documental de origen se convierte en otra película, porque ante la ausencia de protagonistas hay que seguir adelante como sea. Y Estévez encuentra en la singularidad de la primera persona una suerte de resumen a una serie de dilemas que son, en verdad, universales.

Años cortos, días eternos goza de una apreciable economía de recursos, un documental de apenas 60 minutos que habla en definitiva de la maternidad, de la experimentada y de la que se intuye, de la que se hace preguntas. Muchas. Porque la directora termina indagando en su propia familia respecto de cómo fueron aquellas madres que tuvo a su alrededor, su propia madre, sus abuelas, su tía, incluso sus hermanas que aún no son madres y que la veían a ella misma, hermana mayor, como una madre; y de ahí pregunta -y se pregunta- qué significa que ella esté indagando sobre este tema, por qué está haciendo este documental si la maternidad no es algo que está todavía en su horizonte inmediato.

Es verdad que en el cine argentino de las últimas décadas hemos visto demasiados documentales en primera persona, centrados en las familias de los realizadores, un recurso por demás agotado y, en ocasiones, innecesario. En ese sentido Estévez logra que su película trascienda ese aspecto narcisista de exhibirse y exhibir a su entorno porque las preguntas que se hace son universales y nos indagan a todos. A partir de la mirada de sus abuelas, su madre y sus hermanas, representantes de tres generaciones, aparecen en la película una serie de reflexiones que conforman una línea histórica respecto del rol de la mujer en la sociedad, de la importancia de la maternidad, sobre el deseo y las obligaciones. Y surgen reflexiones honestas, sensibles y emotivas; reflexiones repletas de dudas y un poco de agobio por pensarse como un cuerpo sobre el que cargan demasiadas responsabilidades. Se nota en los ojos de la madre de la directora, quien piensa su pasado con una angustia existencial evidente. Años cortos, días eternos no ofrece respuestas concretas ni verdades tajantes, es tal vez un espacio catártico y un lugar para confirmar que a la incerteza de algunos procesos solo hay que enfrentarla.