A partir de un taller de fotografía, Alejandra Grinschpun entra en contacto con un grupo de jóvenes en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. Andrés, Rubén, Ismael y Gachi dormían en vagones abandonados, pasaban el tiempo en calles y estaciones de tren, y trataban de hacerse con algo de comida de cualquier forma. A partir de una serie de encuentros –el primero de ellos en 1999– estos jóvenes se van abriendo ante la cámara al tiempo que construyen una compleja relación con quienes están detrás de ella. En posteriores acercamientos, cinco años más tarde y otra vez finalmente en el 2010, esas cuatro vidas toman distintas direcciones, un poco en base a sus capacidades y limitaciones y otro poco dependiendo de los acontecimientos externos que se les aparecen como obstáculos.