Un vacío cuántico
El regreso del Hombre Hormiga, último personaje en sumarse al universo de superhéroes de la editorial de historietas devenida productora cinematográfica, Marvel, se sitúa temporalmente un par de años después de la trama épica del segundo film de la saga de Los Vengadores, La Era de Ultrón (Avengers: The Age of Ultron, 2015), y construye una historia paralela apenas previa, aunque sin relación alguna, con la historia de la última entrega hasta ahora de las películas sobre los personajes fantásticos de la susodicha corporación, Los Vengadores: Guerra Infinita (Avengers: Infinity War, 2018). Nuevamente dirigida por el norteamericano Peyton Reed, El Hombre Hormiga y la Avispa (Ant-Man and the Wasp, 2018) crea un relato que reflota la premisa del film de aventuras Viaje Insólito (Innerspace, 1987) para mezclarlo con la temática de encogimiento pergeñada por la cultura popular en Los Viajes de Gulliver y El Increíble Hombre Menguante, clásicas obras literarias de Jonathan Swift y Richard Matheson, respectivamente.
Debido a su participación en los trágicos eventos de Sokovia, la ciudad destruida en La Era de Ultrón, Scott Lang (Paul Rudd) vive su arresto domiciliario entre su relación con su pequeña hija, su emprendimiento empresarial y una rutina adolescente de adulto sin responsabilidades, cuando es secuestrado por los fugitivos de la justicia Hank Pym (Michael Douglas) y su hija Hope van Dyne (Evangeline Lilly) para establecer una conexión con Janet van Dyne (Michelle Pfeiffer), esposa de Hank y madre de Hope, quien se encuentra perdida en el vacío cuántico molecular desde hace casi tres décadas. Hank cree que ha descubierto cómo traerla de vuelta pero cuando Hope intenta adquirir una pieza para completar el artefacto con vistas a realizar el experimento, un extraño personaje que se desvanece roba el objeto y hasta el laboratorio encogido del científico y se da a la fuga. El Hombre Hormiga y la Avispa emprenden así una nueva aventura para recuperar los aparatos y salvar a la madre de esta última, pero se darán cuenta de que todo lo que ocurre tiene que ver con el pasado de Hank en la desaparecida organización S.H.I.E.L.D.
Fiel al estilo de Marvel, la película es un compendio de chistes de distinto calibre apto para todo público y escenas de acción sin reflexión dirigido a un target adolescente, hoy devenido también adulto anhelante, fanático de la cultura pop y los cómics de superhéroes. La historia es autorreferencial para con la saga y apela a los mismos recursos narrativos que el resto de los films realizados por la productora desde 2008. Así tenemos varios estereotipos como una visión épica muy inocente, avances científicos y tecnológicos como armas que es necesario proteger, una visión maniquea de amigos y enemigos, un equipo de héroes dispuesto a salvar al mundo y un villano con una historia traumática capaz de ser redimido. A esto se suma un grupo de divertidos personajes secundarios listos para generar gags sin parar, como si tuvieran una ametralladora de bromas con municiones infinitas.
Escrita en colaboración por Chris McKenna, Erik Sommers, Paul Rudd, Andrew Barrer y Gabriel Ferrari, El Hombre Hormiga y la Avispa contrasta la parsimonia taciturna de los villanos con la alegría jocosa de los héroes durante todo el transcurso del relato generando una fórmula que si al principio funciona, se va volviendo demasiado tediosa por su repetición. Marvel prosigue así lanzando films uno tras otro para que su público no se olvide de que esta historia continúa, al igual que el negocio, y es necesario no perderse ningún eslabón, ni escena escondida de las pistas, ni por supuesto los cameos de Stan Lee, para comprender qué es lo que va a suceder a continuación en el próximo capítulo.
Sensiblemente inferior a nivel argumental que Ant-Man (2015), la nueva entrega mantiene hasta el hartazgo la misma línea que su predecesora pero sin una buena historia, desaprovechando a Michael Douglas, pero principalmente a Laurence Fishburne y Michelle Pfeiffer, completamente desdibujados en roles secundarios. Evangeline Lilly y Paul Rudd, los protagonistas, son opacados constantemente y Michael Peña se repite demasiado en su papel de cómico. El opus exacerba así todas las características del primer film pero sin un contenido sólido, apelando a una historia demasiado anodina que promete tener importancia en la siguiente película de Los Vengadores. El Hombre Hormiga y la Avispa no podrá convencer a los que buscan un buen guión ni una buena comedia, pero encontrará en los fanáticos a ultranza de Marvel un buen público que aprecie la fórmula de superhéroes que se debaten entre su egocentrismo adolescente y su relación con el mundo y una batería de bromas sin parar, una vez más.