Con un título tan prometedor como decepcionante, Ant-Man and the Wasp: Quantumania es una aventura familiar de ciencia ficción básica y contenida, sin grandes pretensiones de construcción a futuro y ni siquiera de permanencia en la memoria colectiva de los fans, sino una película “cumplidora” con una historia simple y muchas conveniencias de guion. Eso no significa que no sea disfrutable, si nos sumergimos de lleno en la suspensión de la incredulidad y dejamos de lado toda expectativa de grandes revelaciones o incluso giros creativos en la trama.
Algo sin dudas decepcionante a esta altura del partido para los fans del Universo Cinematográfico de Marvel, que promete en cada campaña de marketing un evento aún mayor que el anterior. En este caso, parece casi como si el gran monstruo tomara (y nos diera) un respiro, antes de volver a sumergirse de lleno en la historia de un nuevo gran villano, en sus propias palabras “a la altura de Thanos”. Quizás la Saga del Infinito dejó la vara demasiado alta y va a pasar mucho tiempo antes de volver a experimentar algo como “Avengers: Infinity War” (2018).
En esta modesta aventura familiar de ciencia ficción, el clan de Ant-Man se ve arrastrado al interior del reino cuántico, que resulta muy distinto de lo que tenían en mente. No por falta de información, ya que Janet (Michelle Pfeiffer) pasó décadas encerrada en el mismo e incluso el protagonista Scott Lang (Paul Rudd) hizo un par de incursiones. Precisamente su último paso por el reino cuántico -que lo dejó cinco años exiliado y lo salvó de un futuro incierto- parece el disparador inicial de esta historia, al cuestionarse qué sigue después y cómo recuperar el tiempo perdido. Acompañado con su buena dosis de chistes -algunos caen mejor parados que otros- al mejor estilo de la saga de Peyton Reed.
Estas escenas iniciales son las que mejor capitalizan el carisma de Paul Rudd, pero pronto son dejadas de lado para enfocarse en la aventura subatómica que tienen por delante los Pym/Lang. La dinámica de familia disfuncional es una de sus mayores virtudes, con Cassie Lang (Kathryn Newton) ocupando el rol de nieta de Henry “Hank” Pym (Michael Douglas) y Janet Pym, los padres de la pareja y socia de Ant-Man, Hope Pym (Evangeline Lilly), también conocida como “The Wasp”. La película se encarga de recopilar la información básica de las dos anteriores entregas de la saga con algunos recursos ingeniosos de guion, pero deja afuera cuestiones clave que quizás empastan un poco el relato.
Esto sumado al repentino cambio en la actriz que hace de Cassie, quien en la última entrega de la saga (Avengers: Endgame, 2019) fue interpretada por Emma Fuhrmann y dejada de lado en una decisión de casting un poco sorprendente, sin explicación alguna. Sin embargo, son desprolijidades que van más allá de la historia y no afectan para nada en el desarrollo de la misma, aunque sí pueden agarrar a alguno desprevenido. En fin, la simpática reunión familiar se ve interrumpida por la revelación de que Cassie, Hank y Hope estuvieron conduciendo experimentos a escondidas, y esto es lo que da pie a la aventura cuántica.
En este punto es donde debemos sumergirnos de lleno en la historia y el mundo que se nos propone, sin muchas preguntas ni justificaciones razonables. Para los amantes de la ciencia ficción pura y dura, la sola construcción de un nuevo mundo lleno de criaturas asombrosas quizás sea suficiente para llenar expectativas, ya que se trata de diseños muy elaborados con -esta vez sí- buenas terminaciones digitales. Aunque quizás la cercanía de este estreno con otros de Disney como Un mundo extraño (2022) levante algunas cejas, no se puede negar que es un escenario original dentro del contexto del Universo Cinematográfico de Marvel.
Lo que no es original es la historia y su estructura, que responde a la fórmula clásica de Marvel e incluso recuerda a ciertas aventuras de ciencia ficción setenteras, con todos los clichés del género incluidos. Sin embargo, algunas criaturas que funcionan como comic relief (como el alien obsesionado con los agujeros, en un claro guiño al plan de los fans de Marvel para derrotar a Thanos con las habilidades de Ant-Man) y la aparición de viejos personajes de la saga y cameos estelares, le dan el toque “marvelita” de personalidad necesaria para no sentirla tan genérica.
Es realmente una lástima que hayan desperdiciado a un actor como William Jackson Harper (The Good Place) en un papel anodino, pero -lamentablemente- es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados Marvel con grandes talentos que pasan a engrosar sus listas sin pena ni gloria (Julie Delpy, te estamos mirando a vos). En cuanto a la incorporación de MODOK (que ya se había revelado en el último trailer), es un lindo guiño para los fans del cómic y a la vez una representación bastante digna del personaje -con los cambios lógicos que corresponden a una adaptación- y a su vez funciona como alivio cómico y referencia a la propia trilogía de Ant-Man en el cine, que no tiene tanta mitología propia.
De hecho, quizás la elección de un superhéroe “menor” como Ant-Man para encabezar la nueva fase del Universo Cinematográfico de Marvel, setear la lógica de los multiversos en la pantalla grande y presentar al nuevo gran villano Kang, el Conquistador (un brillante Jonathan Majors) sea una especie de reparación histórica por haberlo dejado afuera de la primera Avengers (2012) de la que originalmente formaba parte. Pero es quizás mucha responsabilidad para el Vengador que -justamente- se caracteriza por su irresponsabilidad y candor. Así, la saga le da un tono light y despreocupado a la gran amenaza que se cierne sobre el multiverso.
Sin embargo, Kang es un enemigo formidable, que apenas deja entrever el alcance de sus poderes y su ambición en esta película, reservando grandes anticipos para las dos escenas post-créditos. Una, el gran guiño al cómic que los fans old school estaban esperando. Y la otra, más conectada con el universo televisivo que dio origen a todo este despelote cósmico. Una constante en estas nuevas fases del MCU, que reserva para las escenas post-créditos y para la pantalla chica todas las grandes revelaciones, construyendo hacia adelante a base de promesas que nunca llegan. Pero al menos, podemos tener el consuelo de un gran plan narrativo de fondo, ¿no?
Por el momento, Ant-Man and the Wasp: Quantumania (2023) que llegó al cine con reestreno incluido (y promociones excluidas en su primera semana) está teniendo una de las peores recepciones del Universo Cinematográfico de Marvel, lo cual afecta también sus proyecciones para el fin de semana. A su vez, mejora considerablemente el apartado visual que tanto se le reprochaba (con razón) a las últimas producciones de Marvel, lo cual se refleja en sus extensos créditos repletos de empresas de VFX. Y mientras tanto, el estudio anuncia que se van a calmar con los estrenos televisivos (mejor dicho, de streaming) dejando solo dos títulos para este año: la temporada 2 de Loki (2021-) y la primera de Secret Invasion (2023-).
Todo parecería indicar que de esta manera, Marvel busca afianzar dos de los ejes narrativos de esta fase como principales hilos conductores a un ritmo mucho más lento y estable, luego de un año que francamente saturó tanto el mercado como a los fans más fieles. Por un lado, el eje multiversal como la historia troncal que seguirá construyendo hasta la prometedora épica conclusión en Avengers: The Kang Dynasty (2025) y Avengers: Secret Wars (2026), que marcarán el final de la Fase 6 y de esta gran segunda saga. Y por otro lado, la igualmente prometedora subtrama de espías y héroes callejeros, que -hasta ahora- ha demostrado ser la más sólida de Marvel en todas sus entregas.
Quizás por todas estas razones, totalmente ajenas a la película, Quantumania decide tomarse las cosas con más calma y presentar una aventura sencilla pero entretenida, que no tiene grandes pretensiones narrativas y se enfoca más en la presentación de nuevos personajes que en construir una gran trama a futuro.
Mientras Cassie Lang promete ser esa fuerza inspiradora y naif que caracteriza a su padre cuando se formen los nuevos Avengers; los últimos Vengadores se van despidiendo (“no con un estallido, sino un gemido”), quedando incluso desdibujados en medio de tanta parafernalia. Especialmente The Wasp, que a esta altura parece formar parte del título más para cumplir con la cuota femenina que para ser una parte relevante dela trama, muy lejos de un protagónico e incluso de un secundario. Uno de los tantos errores que Marvel deberá seguir remediando en esta fase, si quiere apuntar a un público más amplio y fidelizar el que ya tiene.