La quinta (¿QUINTA?) fase del Universo Cinematográfico de Marvel ha iniciado con Ant-Man and The Wasp: Quantumania, la tercera entrega del personaje interpretado por Paul Rudd. Luego de una cuarta fase bastante irregular que trajo nuevos personajes y las llegadas de las series de Disney+, la idea con este nuevo comienzo es volver a los origenes con uno de los héroes más queridos de la saga. Algo que a su vez pueda presentar el poderío de Kang el Conquistador, el nuevo supervillano que pondrán en peligro a toda la existencia. El resultado es prácticamente el mismo de siempre con algunos tintes, como los efectos especiales, que empeoran la situación. La bendita formula de Marvel parece ya muy desgastada.
En esta tercera película de Ant-Man encontramos a un Scott Lang semiretirado disfrutando por primera vez de lo que es vivir en familia. Anda en paz con Hope (Evangeline Lilly), Hank (Michael Douglas), Janet (Michelle Pfeiffer) y su hija Cassie, interpretado por la nueva actriz del UCM, Kathryn Newton (curiosamente no es la misma actriz que aparece en Avengers: End Game). Mientras que Scott escribe libros y recibe comida gratis en todas partes por su fama, Cassie ha estado trabajando con Hank en una tecnología que conecta al mundo con el reino cuántico. Sin mucha explicación y de manera repentina, toda la familia queda atrapada en este submundo. Allí descubren que Janet no fue del todo sincera y conocerán la existencia de Kang. Es importante aclarar que para saber de qué versión de Kang estamos hablando, deben haber visto la primera temporada de Loki.
Ant-Man and The Wasp: Quantumania es una película bastante plana que solo existe para presentar una nueva fase de Marvel y el poder de un gran supervillano. Es increíble como todos los personajes empiezan y terminan una historia (la tercera) de la misma manera. Un cuento más que contar en la cena. Es realmente grotesco ver como este proyecto costó 200 millones de dólares con el único propósito de mostrar dos escenas postcreditos, que a su vez, tienen el único propósito de vender otras películas y series.
Ahora, lo que sí llama la atención, es como el público promedio poco a poco parece ir soltandole la mano a Marvel. Todas sabemos desde Doctor Stranger (2016) que estás películas cuentan con una formula que se repite en que cada una de ellas. Los chistes, villanos, personajes secundarios, propositos, son iguales siempre. Sin embargo, desde Iron Man (2008) hasta Avengers: End Game (2019) a la audiencia no le importó. Sencillamente querian ver como terminaba todo esto. Ahora, Marvel quiere hacer exactamente lo mismo pero de una forma saturada, con multiversos y malos efectos especiales. Es como montrarse una y otra vez en la misma montaña rusa. Con las mismas curvas y la misma velociodad.
De igual forma, ellos mismos se estan dando cuenta de esto. Kevin Feige comentó que a partir de ahora «le van a dedicar más tiempo a la series para que aca una de ellas pueda tener un mayor impacto».
Por allá en el 2014 la idea original era que Edgar Wright escribiera y dirigiera la primera película, pero por diferencia creativas no se pudo terminar de concretar esa idea. El resultado hoy es penoso. Una lástima para el personaje y el elenco. Paul Rudd es uno de los tipazos de Hollywood y es el Scott Lang perfecto. Además, tiene a Michael Douglas, Michelle Pfeiffer y se dieron el lujo de meter a Bill Murray. No se puede hacer una película tan vacía con estos actores. Ya cuando vi que Murray aparecía cinco minutos y no tiro ni un chiste bueno, sabia del fracaso de esta entrega.
Ant-Man and The Wasp: Quantumania es una película con la única función de vender entradas que a su vez busca vender más entradas en otros sectores. Es el perfecto aviso que debe tomar Marvel para repensar lo que tiene que hacer en el futuro.