Beau Is Afraid, la tercera película de Ari Aster, es el vivo ejemplo de que no todas las ideas son buenas. La película protagonizada por Joaquin Phoenix es rara, trágica, ridícula e interminable. Muchos conceptos sin conclusiones. Un delirio que no necesariamente es malo. Sin embargo, es muy difícil sentirse identificado con alguien que diseña una historia específicamente para que la odies. Algunos la entenderán como el arte de incomodar y eso lo puedo entender. Pero me deja sabor a poco. A fin de cuentas, será el tiempo el que determine si este film finalmente se trata de una obra maestra, o la venta de humo que parece ser. Beau (Joaquin Phoenix) es un hombre neurótico de mediana edad que vive aterrado. La ansiedad y abstinencia controlan su vida a tal punto de no poder tomar básicas y grandes decisiones. Para la película es un completo perdedor sin suerte. Pero, aun que el personaje no se atreve a decirlo en voz alta, puede excusarse manifestando que el origen de su errático comportamiento es producto a una maldición relacionada con la muerte de su padre, y la crianza de su madre. Para Beau Is Afraid, Ari Aster pone todos sus miedos y creencias en el asador. Un mundo ficticio lleno de los peores males de la sociedad. Prejuicios e inseguridades que lo hacen inhabitable. Al inicio de la película somos espectadores del nacimiento de Beau, un bebe que parece saber lo que le deparaba desde el inicio. El niño que no quería nacer. Luego, en el presente, vemos como asiste a terapia. Su terapeuta le prescribe una nueva droga que debe tomar si o si con agua. Advertencia, que le termina generando un terror más existencial con el que debe vivir. Luego de su sesión, intenta llegar a su departamento que está en un barrio repleto de personajes rebeldes y violentos. Allí Beau vive una serie de eventos desafortunados que le hacen imposible visitar a su madre como era planeado. Ocasionando en ella una decepción más con la que nuestro protagonista debe convivir. Un día después, recibe un misterioso llamado que le informa la caricaturesca muerte (o no) de ella. La noticia le produce un quiebre en todos los sentidos. Esto viene a ser el primer, y largo, acto que termina con nuestro miserable protagonista siendo arrollado y apuñalado. Para el segundo acto, Beau presenciará dos posibles escenarios de su vida. El primer es uno más cercano, pero peor, al actual. Luego de ser atropellado, despierta semi-secuestrado con un brazalete en un tobillo en el cuarto de la niña de los responsables del accidente. Una extraña pareja (Nathan Lane y Amy Ryan) que viven su vida llorando a un hijo que perdieron en la guerra. También pasan sus horas manteniendo fuera de peligro a una pequeña hija que odian y a un exmilitar con serios problemas mentales. Al más puro estilo de Funny Games de Michael Haneke, parece que, con todo este pasaje, que termina con el suicidio de la hija, Aster quiere hablar sobre la oscuridad en la sociedad estadounidense. Oscuridad que no solo está en los pobres barrios, sino también en los perfectos hogares americanos. El segundo escenario que se le presenta a Beau es más optimista, aunque no es perfecto. Luego de escapar, el personaje de Joaquin Phoenix recorre perdido un bosque. Allí consigue a una extraña compañía teatral que lo invita a presenciar una obra de teatro. Beau se ve sumergido en una realidad ficticia digna de un viaje de LSD. Paisajes coloridos y animados creados por los cineastas chilenos Cristóbal León y Joaquín Cosiña. Beau será testigo de lo que podía haber sido su destino de no ser por la relación con su madre. Una vida tranquila y pacífica en la que viviría del campo y tendría tres hijos. Un mundo que no es posible por su realidad. Pero, no todo sería buenas noticias. Una gran inundación lo separaría de su familia. Luego de muchos años deambulando por el mundo los termina consiguiendo, pero bastan tres palabras para que el personaje caiga en cuenta de que todo es una gran mentira. Un producto de su cabeza. La realidad de nuestro pobre personaje se vuelve a presentar. El tercer acto, debe ser uno de los actos más crueles que recuerde en una sala de cine. Beau termina llegando al funeral para darse cuenta de que ya había pasado. Estando ahí se encuentra a Elaine (Parker Posey), la chica que conocimos en un sueño anterior. Sin mucho preámbulo, tiene un encuentro íntimo con ella mientras suena el hit de 1995 de Mariah Carey Always Be My Baby. Es la primera vez que tiene sexo, debido a la maldición del padre (si es que hay tal maldición). Lo cierto es que a Beau su madre le dijo que no puede eyacular. De hacerlo, literalmente morirá, porque así le paso a su padre. Sin embargo, está vez si mucho que perder el decide hacerlo. Y, sorpresa, no muere él, sino Elaine. Antes de que podamos reflexionar lo que acaba de pasar, vemos como su madre aparece en la habitación. Regresó entre los muertos para recriminarle varias cosas a su hijo. Entre ellas, llegar tarde al funeral y tener sexo en su cama con ella fallecida. Él le exige la verdad, y ella le muestra la verdad. Beau sube al ático. Un lugar frecuente en sus sueños y que será el climax de la película. Descubre que su padre vive, y es nada más y nada menos que un pene gigante viviente que puede hablar. Acto seguido, Beau enfrenta a su madre e intenta asesinarla, pero rápidamente se arrepiente. Escapa de su casa en un bote y terminar atrapado en lo que parece ser un estadio. Allí, ante la mirada de miles se le hace un juicio por ser un malagradecido con su madre. Sin mucha defensa posible es condenado a muerte. El bote se da vuelta y muere ahogado. De fondo, mientras aparece gigante el cartel de «ESCRITA Y DIRIGIDA POR ARI ASTER», vemos como la multitud se va en silencio del estadio. Igual que en la sala de cine donde probablemente veas la película. ¿Y ENTONCES? Si sigues leyendo esta crítica, quizás te preguntes por qué decidí escribir detalladamente lo que pasa en la película. Y es que más allá de la sensación inicial que tuve cuando aparecieron los créditos, es importante entender que para saber lo que uno realmente piensa sobre una historia, hay que primero pensar precisamente en la historia. Para mí, la manera más fácil de hacer esto es escribiendo sobre lo que pasa en la película. En este ejercicio de análisis uno siempre consigue variantes que modifican tu pensamiento. Para mal o para bien. Así, y todo, no puedo dejar de llegar a la misma conclusión. Beau Is Afraid es una constante fallida. Debo ser de los principales defensores de los ideales del cine de autor. Cuando hay cineastas que dicen que hacen las películas para ellos y solo ellos, me parece algo magnifico. Pero cuando Kubrirck dijo “Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado”, dudo que mucho se haya referido a algo como Beau Is Afraid de Ari Aster. Estoy seguro de que la película de Ari Aster está repleta de referencias y conceptos, pero si no se entiende ni uno solo, no sirve de nada. Y no es una cuestión de que yo, como persona individual, no entendí nada y por ende no me gustó la película. Tampoco es un tema de interpretaciones, no es que Aster quería hace la Mulholland Drive de nuestra generación. Todo lo que vemos en pantalla está colocado de manera adrede, con la intención de, quizas, provocar algo. Si el cine se tratara solo de eso, todos seriamos cineasta. Muchos saldran a defender esta película. Dirán que es incomprendida para nuestros cerebros y que el tiempo la pondrá en su lugar. Puede ser, no sería el primer caso. La verdad no me interesa esa discusión. Otros aprovecharán esto para sacar a relucir su odio al cine de A24 publicando tweets de como Tom Cruise sí salvo el cine. Eso tampoco me interesa. Acá la verdadera víctima de todo esto fue mi vejiga que sufrió durante 2 horas y 59 minutos sin razón alguna. CONCLUSIONES Beau Is Afraid de Ari Aster es el sueño de cualquier estudiante de cine que recién empieza. Tener muchos millones y total libertad para mostrar que es una persona diferente. Que ve lo que tú no puedes ver. Yo no dudo de las intenciones de Aster. Creemos que la película quiere hablar de su condición de judío; de sus miedos y deseos; del complejo de Edipo y los mommy issues, y de miles de cosas más. Tampoco lo voy a crucificar diciendo que odia al cine como hicieron con Chazalle. Incluso, lo mejor que puedo hacer, es actuar como si esto no hubiera pasado. Esta todo bien Ari, no pasa nada. Es más, cerremos con una buena. El trabajo de Joaquin Phoenix es excelente. De 10 puntos realmente.
El Body Horror es uno de los subgéneros del cine de terror más antiguos y tradicionales. El expresionismo alemán post primera guerra mundial daba paso a un cine que deformaba la realidad y distorsionaba la imagen con un gran poderío visual para la época. Acompañado de maquillajes exagerados y cuerpos pronunciados (véase El gabinete del doctor Caligari o Nosferatu). Hoy, con el género más explorado, es difícil conseguir films que representen esa etapa del séptimo arte. Parece contradictorio, pero son aquellas cintas independientes, que pasan en su mayoría sin pena ni gloria por festivales, las que buscan redescubrir ese subgénero. Bajo esa ecuación podemos darle una oportunidad a Hatching, película finlandesa dirigida por Hanna Bergholm con estreno y buen paso por el pasado Festival de Sundance. Tinja (Siiri Solalinna) es una dulce niña de unos 12 años que vive con la presión constante de su madre de ser perfecta. Angustia que viene en aumento por una competencia de gimnasia artística que se acerca, deporte que practica arduamente. A su vez, su madre se encuentra en la búsqueda de convertirse en una especie de influencer. Muestra en las redes sociales una vida familiar ejemplar pero muy alejada de la realidad. Algo propio de los tiempos que corren. La escena inicial es una secuencia tomada desde el teléfono de la madre de esta supuesta vida amorosa. Sin embargo, se ve interrumpida por la entrada accidental de un cuervo a escena. El animal es atrapado por Tinja y en el intento de ser liberado la madre le rompe el cuello. La niña, con culpa, esa misma noche encuentra un huevo del ave y decide cuidarlo. Dicho huevo crecerá y dará vida a una criatura espeluznante que estará ligada con ella para siempre. Sacando varios aspectos visuales que rozan con lo amateur, Hatching es una gran historia. Es un thriller que progresivamente ocasiona tensión y sorpresa en la audiencia. El film toma caminos inesperados producidos por la dualidad de la protagonista. La niña abrumada por las situaciones que la hace atravesar su madre y por la indiferencia de su padre, construye en la criatura un alter ego que refleja su lado deshumanizado. La bestia visualmente está muy bien lograda. Es imposible no pensar que gran parte del presupuesto se fue en la materialización de ella. Incluso eso contribuye a esta dualidad en Tanji que refleja la película. Mientras que la niña busca ser correcta en todo, la criatura actúa en pro a sus sentimientos genuinos. Es allí donde el body horror paga el ticket de entrada. La caracterización de la bestia es espeluznante, asquerosa, grotesca y por supuesto, sin necesariamente quererlo, un toque graciosa. La película cuenta con todos los ingredientes del cine de culto clásico. Una idea puntual, muchos momentos bizarros, un buen toque de comedia (las escenas donde se alimenta la criatura puede ganarse un puesto en lo mejor que veras el año), personajes extraños, entre otras cosas. Vale la pena aconsejar al espectador a no ir ya comido a la función. Con eso entiendo que está todo dicho.
Cuando una película trabaja una idea que es mala y ridícula, lo único que puede salvarla del fracaso es que la misma producción sea consciente de ello. Ya que así los limites quedan desdibujados. El producto final puede seguir siendo pésimo, pero también puede convertirse en una obra notable. Renfield de Chris McKay (The Lego Batman Movie, The Tomorrow War), no termina siendo ni lo uno, ni lo otro. Sin embargo, con más errores que aciertos, termina siendo algo, por lo menos, disfrutable. Luego de muchos años de servidumbre, Renfield (personaje que aparece en la novela original de Bram Stoker y en la película de 1931 de Drácula de Tod Browning) está harto de trabajar y hacer la tarea sucia del Príncipe de las Tinieblas. Pero una fuerte revelación se le presenta luego de asistir a una terapia grupal enfocada en la codependencia y las relaciones tóxicas. Allí nuestro protagonista se da cuenta de que debe despegarse de su jefe y hacer su propia vida. Esto no le hará nada de gracia al Conde Drácula. Bajo esta inusual premisa se nos presenta una película que destaca específicamente por dos cosas. Primero, un gigantesco Nicolas Cage. Si alguien podía interpretar este papel era él, y así lo demostró. Tanto, que mientras más lo pienso, más lástima me da pensar que la oportunidad de verlo en la piel de semejante personaje es desaprovechada. El físico, la actitud, la mirada, la sonrisa, todo. Queda esperar que se anime a volverlo a interpretarlo en otra oportunidad. Lo segundo que destaca en Renfield es su duración. Una hora y media. Cortita y al pie. Esto precisamente sucede porque el mismo material sabe que no da para más. Es un gesto que se agradece bastante en medio de una época donde parece obligatorio pasar las dos horas de película. Renfield vive una constante dicotomía. Todas las preguntas de por qué hicieron esto y lo otro, se pueden responder con: «porque la idea era hacerla ridículamente graciosa». A pesar de que stá lejos de ser la comedia del año, lo gracioso se puede aceptar, pero luego hay cosas que no se entienden. Ejemplo ¿Por qué apoyarse en el gore y usar sangre digital? Es como un western sin un disparo o un musical sin una canción. No es serio. Claro está que el principal problema de Renfield es el guion. Lo cual es una lástima porque está escrito por Ryan Ridley, Robert Kirkman. El primero, una de las mentes detrás de series de comedia como Community y Rick and Morty. Mientras que el segundo es el responsable deThe Walking Dead. Acá lo gracioso y terrorífico no comulgaron. La película reciente más cercana a la idea de Renfield debe ser The Dead Don’t Die (2019) de Jim Jarmusch, y aunque tampoco es un trabajo notable, esa película, en su condición de ridícula, no quería tratar de nada. Mientras que la de Chris McKay quiere hablar sobre la salud mental y el reconocimiento de los problemas. Algo que pasa muy de largo. Renfield es una película que apunta a solo entretener. Pero la sangre digital (sepan entender que eso no lo puedo perdonar) y las peleas grabadas al más feo estilo Marvel, dejan mucho que desear. Sin embargo, uno que otro chiste, Nicolas Cage y el tremendo homenaje al Dracula de Tod Browing, hacen que valga la pena dedicarle tiempo a este film.
Las comparaciones siempre son odiosas. Mucha veces no tienen sentido. Sin embargo, hay que decir que luego de ver Suzume, queda muy mal parado el cine de animación occidental. Ciertamente son públicos diferentes, por lo tanto, mundos diferentes, pero el caracterer visual de la nueva película de Makoto Shinkai (Your Name) es tan deslumbrante como hipnótica, que deberia dejar pensando a los estudios americanos. No solo eso, Suzume cuenta con una historia tan audaz, que con sus aciertos y errores, si se tratará de una película de Pixar, estariamos hablando de, premios, records de audiencia y una obra maestra. Suzume es una película de aventura épica que nos presenta a Suzume, una chica de 17 años que vive con su tía en una pequeña villa de Japón. Un día cualquiera conoce a Souta, un misterioso hombre que busca unas ruinas. Suzume se enamora a primera vista de este hombre así que decide seguirlo. En su busqueda encuentra una puerta en el medio de dichas ruinas. Al abrirla emprende un increible y pelígroso viaje que puede ocasionar la destrucción del mundo. Suzume se estrenó en el 2022 en varios paises de Asía rompiendo records de audiencia. Incluso, superó por un gran margen a la película que llevó al éxito mundial a Makoto Shinkai, Your Name. En el ámbito internacional, este film fue presentado en la Competencia Oficial de la Berlinale. Lugar que trae buenos recuerdos para el cine animado japonés. Ya que en el 2001 fue Hayao Miyazaki con El viaje de Chihiro, quien se llevó el máximo premio del festival. La historia de Suzume es, como nos tiene bien acostumbrado el anime, profunda y hermosa. Parece más que nunca la firma de «salvar el mundo y enamorarse en el camino» de Makoto Shinkai. El romance está presente con Suzume y Souta. El drama se asoma con la protagonista y la historia con su madre. Y la fantasía triunfa cuando nuestra rebelde protagonista habla con un gato y una silla. Es un film digno de verse varias veces. Especialmente para aquel que no este acostumbrado al cine oriental. La película muchas veces avanza muy rápido y confía que el espectador va entiendo todo. No siempre es el caso. Es fundamental que Suzume sea vista en la pantalla grande. El nivel de detalle es único. Especialmente para los que no le dedican su tiempo a este tipo de cine. Además, cuenta una historia tan original y distinta que será de lo más llamativo que verás en el año.
La actriz y directora Sarah Polley tenía 10 años sin trabajar en una película. Su vida personal y un accidente que le produjo una contusión la alejó de la gran pantalla. Bien conocida por ser una activista social y una bandera para cualquier mujer en la industria, era sabido que su vuelta iba a ser grande. Para ello elijó, bajo la iniciativa de Frances McDormand, Women Talking, novela basada en la novela con el mismo nombre de Miriam Toews. Un film poderoso y reflexivo que proviene de un acto imaginario femenino. Women Talking sigue a un grupo de mujeres de una pequeña comunidad religiosa alejada de la sociedad que, hartas de los constantes ataques de los hombres (en su mayoría violaciones sexuales) debaten si deben marcharse o quedarse en el lugar. Durante varias reuniones secretas discutirán y analizarán los pros y contra de la decisión que tomen. El escenario se construye con pensamientos sobre el lugar de la mujer en el mundo y el accionar que debe tomar. El perdón, el amor, la culpa, el bien común, la venganza, la democracia. Todos son temas que son abordados de manera muy eficaz. El mayor éxito de la película es que sin necesidad de grandes explosiones ni giros en la trama, logra mantener el suspenso y el tono en todo momento. Incluso, está la decisión consciente de no mostrar la violencia física con la cual viven estas mujeres, sino que la cámara le dedica minutos a esos momentos de realidad que pasan justo después del atroz acto. Women Talking no busca complacer a nadie. Habrá más de uno que la quiera instalar como un «panfleto feminista». Lo cierto es que el film tiene como objetivo poner en palabras aquello que necesitaban expresar todas las mujeres que sin herramientas adecuadas (no sabían leer, ni escribir) sufrieron esta situación. Luego de ver la película es imposible pensar en un elenco más completo. Cada una de las actrices, bajo un esquema casi teatral, logran modular a su manera el sufrimiento y odio que conllevan consigo. Claire Foy destaca con un monologo frenético. Rooney Mara es el alma de la película, un personaje roto que debe negarse al amor. Jessie Buckley muestra una vez más que es la actriz para seguir de esta nueva generación. Judith Ivey y Sheila McCarthy traen consigo la serenidad y sabiduría, sin dejar un lado la memoria. Ben Whishaw, el único hombre del reparto conecta bien con la historia. Incluso la misma Frances McDormand, que tiene escasos minutos en pantalla, invade toda la pantalla. Ciertamente Women Talking por su carácter teatral y por como fluye la historia se puede sentir lenta. Pero en allí en las tertulias en la cuales se puede ver un mundo que abarca más allá a las palabras. Hay una idea del que significa ser mujer de manera colectiva. Es arriesgarse por un bien común. Un salto de fe. Acto como esos son los cambian el mundo.
La quinta (¿QUINTA?) fase del Universo Cinematográfico de Marvel ha iniciado con Ant-Man and The Wasp: Quantumania, la tercera entrega del personaje interpretado por Paul Rudd. Luego de una cuarta fase bastante irregular que trajo nuevos personajes y las llegadas de las series de Disney+, la idea con este nuevo comienzo es volver a los origenes con uno de los héroes más queridos de la saga. Algo que a su vez pueda presentar el poderío de Kang el Conquistador, el nuevo supervillano que pondrán en peligro a toda la existencia. El resultado es prácticamente el mismo de siempre con algunos tintes, como los efectos especiales, que empeoran la situación. La bendita formula de Marvel parece ya muy desgastada. En esta tercera película de Ant-Man encontramos a un Scott Lang semiretirado disfrutando por primera vez de lo que es vivir en familia. Anda en paz con Hope (Evangeline Lilly), Hank (Michael Douglas), Janet (Michelle Pfeiffer) y su hija Cassie, interpretado por la nueva actriz del UCM, Kathryn Newton (curiosamente no es la misma actriz que aparece en Avengers: End Game). Mientras que Scott escribe libros y recibe comida gratis en todas partes por su fama, Cassie ha estado trabajando con Hank en una tecnología que conecta al mundo con el reino cuántico. Sin mucha explicación y de manera repentina, toda la familia queda atrapada en este submundo. Allí descubren que Janet no fue del todo sincera y conocerán la existencia de Kang. Es importante aclarar que para saber de qué versión de Kang estamos hablando, deben haber visto la primera temporada de Loki. Ant-Man and The Wasp: Quantumania es una película bastante plana que solo existe para presentar una nueva fase de Marvel y el poder de un gran supervillano. Es increíble como todos los personajes empiezan y terminan una historia (la tercera) de la misma manera. Un cuento más que contar en la cena. Es realmente grotesco ver como este proyecto costó 200 millones de dólares con el único propósito de mostrar dos escenas postcreditos, que a su vez, tienen el único propósito de vender otras películas y series. Ahora, lo que sí llama la atención, es como el público promedio poco a poco parece ir soltandole la mano a Marvel. Todas sabemos desde Doctor Stranger (2016) que estás películas cuentan con una formula que se repite en que cada una de ellas. Los chistes, villanos, personajes secundarios, propositos, son iguales siempre. Sin embargo, desde Iron Man (2008) hasta Avengers: End Game (2019) a la audiencia no le importó. Sencillamente querian ver como terminaba todo esto. Ahora, Marvel quiere hacer exactamente lo mismo pero de una forma saturada, con multiversos y malos efectos especiales. Es como montrarse una y otra vez en la misma montaña rusa. Con las mismas curvas y la misma velociodad. De igual forma, ellos mismos se estan dando cuenta de esto. Kevin Feige comentó que a partir de ahora «le van a dedicar más tiempo a la series para que aca una de ellas pueda tener un mayor impacto». Por allá en el 2014 la idea original era que Edgar Wright escribiera y dirigiera la primera película, pero por diferencia creativas no se pudo terminar de concretar esa idea. El resultado hoy es penoso. Una lástima para el personaje y el elenco. Paul Rudd es uno de los tipazos de Hollywood y es el Scott Lang perfecto. Además, tiene a Michael Douglas, Michelle Pfeiffer y se dieron el lujo de meter a Bill Murray. No se puede hacer una película tan vacía con estos actores. Ya cuando vi que Murray aparecía cinco minutos y no tiro ni un chiste bueno, sabia del fracaso de esta entrega. Ant-Man and The Wasp: Quantumania es una película con la única función de vender entradas que a su vez busca vender más entradas en otros sectores. Es el perfecto aviso que debe tomar Marvel para repensar lo que tiene que hacer en el futuro.
Todos los años se estrenan varias películas que en su concepción buscan desafiar las reglas establecidas del juego. Pocas logran triunfar y la mayoría terminan quedando en el recuerdo colectivo de una cinéfila muy comprometida, caso de Titane por ejemplo. No sé si Todd Field habrá visto eso, pero lo cierto es que los 16 años de espera de su nueva película valieron la pena. Su film, Tár, presentado en el New York Film Festival 60, debe ser lo más cercano a un recuerdo pasado de lo que significó en su momento el Nuevo Hollywood del cine americano. Junto a Cate Blanchett presentan una historia hipnótica con más preguntas que respuestas. Lydia Tár (Cate Blanchett) es una compositora y directora de orquestas muy famosa que parece atravesar su mejor momento hace varios años. Cuando se prepara para culminar el trabajo de su sueño en Berlín, un error del pasado acechará su vida. Todd Field se basan en los famosos casos de los «cancelados» y muestra a la audiencia un abanico de incógnitas que harán que revisites tu postura actual sobre el tema de la separación del artista y la persona. Pero al director ni siquiera quiere que la cambies (si llega a suceder eso debe ser en parte por el carisma de Blanchett), más bien quiere mostrar que los «malos», no caen por «malos», caen porque el destino, o algo mayor, siempre pasa factura. El film juega con lo surreal y la paranoia del personaje. Tár esa una sabelotodo que materia a su madre solo para ser famosa. Con gran talento y determinación se cree más que todos, incluso, superior al movimiento feminista. Lo primeros 25 minutos de la película son justamente una introducción del personaje con dos charlas. La primera en una entrevista donde vemos el lado público de Tár, en el cual se cuida más. Y luego en una clase de Juilliard, en donde lejos de las cámaras y en una de las mejores escenas del año, deja en evidencia su verdadera actitud. Cate Blanchett está en modo Dios. Entrega una de sus actuaciones más completas. Mención especial a todo el entrenamiento de música clásica que realizó ya que todas las escenas cuentan con un montaje real. Esto se logró también gracias a la compositora Hildur Guðnadóttir. La ganadora del Oscar por su trabajo en Joker fue la encargada de las partituras de Tár, entregando un trabajo de gran nivel. Un goce para cualquier conocedor del tema. Por otra parte, Nina Hoss, es magnética en cada escena. También un reconocimiento a Sophie Kauer que debuta actuando y carga bien el peso del personaje central que tiene. Tár termina siendo mucho más de lo que a primera instancia se ve. Pero podemos quedarnos por ahora con una muestra de cómo conviven el ego, el poder y la genia. Es un film que, como dijo la misma Blanchett en la conferencia de prensa post proyección, respeta a su audiencia y no quiere dejar indiferente a nadie. Ojalá, Todd Field no tarde otros 16 años en hacer otra película.
La película veraniega que incluyen a la familia como unidad son siempre muy palpables, cálidas y reconfortantes. ¿Por qué prácticamente en todos los viajes en familia siempre hay peleas? Bueno, básicamente porque así son los viajes en familias. Alcarràs de Carla Simón, ganadora del Oso de Oro en Berlín, no transcurre precisamente durante unas vacaciones, pero si transita un viaje hacia el final de una etapa. Solo queda esperar que del otro lado no falten los duraznos. La vida del Clan Solé, una pequeña familia rural que cosecha duraznos en Cataluña, está por cambiar. Los verdaderos dueños de las tierras decidieron modernizar el negocio e instalar paneles solares, solo que para hacer eso hay que destruir el huerto. Sin mucho que poder hacer para cambiar esta historia, Quimet (Jordi Pujol Dolcet) terco y amargado pelea con las pocas armas que tiene, mientras su familia lidia con muchas cosas. El retrato de Carla Simón logra entrelazar los elementos de la vida de familia, la tradición agrícola y más importante, el pasado y futuro. «Estamos en guerra», grita la pequeña y adorable Iris (Ainet Jounou), mientras juega con sus primos. Es eso mismo. Los comportamientos y tradiciones del antes están en peligro. La palabra no vale, se necesitan contratos firmados. Lo orgánico no es suficiente, hay que producir con fertilizantes. Ya no se vive en el campo, hay que mudarse a la ciudad. Esta familia ve llegar de a poco todo lo que amenaza su forma de vida. También están los que quieren ver hacia el futuro como el cuñado y la hermana de Quimet, pero son tratados de traidores. O los que no tienen fuerzas para pelear más, como el gran abuelo de la familia. Incluso el mismo Quimet sabe que no hay mucho más que hacer, por eso insiste en que su hijo estudie. Simón a través de esta simple historia logra capturar el sentido de familia, pero sin intervenir. Hay algo de neorrealismo en el film. Como testigo recoge los hermosos paisajes, el sudor del trabajo o juegos infantiles, la imaginación de los chicos, la rabia de la adolescencia, la mirada perdida de aquel que perdió, el baile frenético del que busca respuestas, el dulce de las frutas y la contemplación de un mundo que ya no es. A destacar como inicia y termina Alcarràs. Al principio vemos a los pequeños chicos jugando en un carro hasta que una máquina de construcción llega y se lleva al carro. Como si se tratara de un virus, el último plano (uno de los mejores de este año) es otra maquina devorando los huertos mientras ellos juegan como si no pasara nada. Todo el film resumido allí. Ahora si me disculpan, necesito urgentemente conseguir algunos duraznos, sepan entender.
Cuando a una persona escucha la palabra «director de cine», piensa inmediatamente en Steven Spielberg. Desde Duel hasta West Side Story, el cineasta americano ha llevado nuestras emociones a lugares nunca pensados. Sin embargo, no es momento de pensar en su cine ni en las hazañas de su carrera. Detrás de un genio siempre hay conflicto. En The Fabelmans, Spielberg muestra su faceta más personal, un film semiautobiográfico que retrata sus primeros años de vida. Desde la primera vez que entró en una sala de cine, hasta cuando entendió dónde poner el horizonte. Un 10 de enero de 1953, en un gran cine de New Jersey, el joven y miedoso Sammy Fabelman estaba por entrar a un cine por primera vez en su vida. Su padre, el amable e inteligente Burt Fabelman (Paul Dano), quiere llevarle tranquilidad a su hijo explicándole los tecnicismos detrás de la proyección de una película, mientras que su madre, Mitzi (Michelle Williams) convence al pequeño diciéndole que las películas son sueños, que nunca olvidará. Ya en la sala, al frente de la gran pantalla, presencia el gran montaje del choque entre el tren y el auto de The Greatest Show on Earth de Cecil B. DeMille. En ese momento, algo cambió para siempre en Sammy. Su cerebro se partía, como si se tratara de un robot, y cambiaba de configuración. Ya no podría ver las cosas de igual manera, porque siempre tendrá una visión cinematográfica. Allí, nace el genio. En los posteriores años seguiremos el crecimiento de Sam y los movimientos de los Fabelmans. Burt, trabaja con computadoras y su carrera va en ascenso. Por eso se tienen que mudar varias veces. Mientras que su madre es una artista, una pianista. Un alma inentendida que decidió callar a sus deseos por una familia. The Fabelmans se centra precisamente en la relación de los padres de Sam. Ambos se aman, pero son personas opuestas que quieren cosas distintas. Los científicos vs los artistas. Esto afectará a Sam, especialmente luego de descubrir que su madre mantiene una relación secreta con Bennie (Seth Roger) el mejor amigo de su esposo. Con el tiempo Sam logrará entender ambas partes y a su ser. Escucharán y leerán mucho que está última película de Spielberg es una carta de amor al cine, y en cierta medida lo es sí. Pero ¿no son todas las películas de Spielberg precisamente eso? Siempre he considerado al directo como un genio que puede arreglar todo. No importa la historia. Guerras mundiales, conspiraciones, aventura, históricas, comedias, incluso musicales. Si es solo una roca, él verá cómo hacerlo emocionante. Sin embargo, si algo le faltaba a este maestro era precisamente mostrar su ser más personal en pantalla. The Fabelmans eso precisamente eso. Para ello muestra un proceso de muchas heridas y conflictos con su padre y madre. Es el proceso de entender que la vida no es como el cine, pero que puedes entender la vida con el cine. Steven Spielberg escribió y dirigió a The Fabelmans como una película, que a su vez es consciente de que es precisamente una película. Para ello se afinca en su estructura. Su primer acto es la etapa de preproducción. Inicia con el pequeño Sammy yendo al cine por primera vez, entendiendo como se construye una historia, como se corta y pegan los rollos fílmicos, como poner el color, donde poner la cámara, entre otras cosas que representan a la teoría. El primer acto y la etapa de la preproducción terminan cuando la familia se muda a Arizona. Es encontrar la historia, escribir el guion, conseguir los actores e incluso la locación. La segunda etapa, ósea la producción, inicia con un Sam ya grande (Gabriel LaBelle) en pleno set de grabación. Estamos en el medio de un rodaje. Allí se piensa la película desde el lente. Graba lo que puede. Improvisa. Se decepciona. Se alegra. Encuentra cosas mágicas, como la aparición del Tío Boris (Judd Hirsch, que se roba la película), o a su primera novia. Pero también encuentra cosas muy malas que pondrán en peligro todo, como la mudanza a California y el secreto de su madre. Sin embargo, al final sale a flote. Llegamos a la postproducción. La edición. Entender la película, darle propósito. Esto se sitúa en el baile de la escuela. Cuando proyecta su pequeño film de la ida a la playa. Ahí, junto al bravucón, empieza a entender el material. El poder del montaje. Allí hace los recortes que debe hacer, une la escena que debe unir y limpia su ser. Menos es mal. Aprendió que precisamente las películas no son la vida real, pero que a veces, de igual forma al final te quedas con la chica. Para el final, estamos en el estreno, la proyección del film. La audiencia, en este caso es solo una. El director más grande de todos los tiempos. Sam entra en la oficina de John Ford, interpretado por David Lynch. Sam no sabe que decir, Ford lo destroza. Le dice que no entiende nada de nada todavía. Pero le deja el mejor consejo posible, fijarse en el horizonte. Sam sale de la oficina. Se retira caminando. La cámara encuadra al horizonte. Sam Fabelman acaba de hacer su primera película. Ahora es que viene lo bueno. The Fabelmans es fácilmente una de las mejores películas del año. Se hablará mucho de ella lo siguiente meses y en la carrera por los Oscars con Michelle Williams, Paul Dano y Judd Hirsch en algunas nominaciones. Steven Spielberg seguirá grabando y produciendo por varios años. Sin embargo, en este film hay una especie de cierre hacia una vida que ya no conocemos. Parecido a lo sucedido en su versión West Side Story y siguiendo el patrón de Once Upon a Time in Hollywood y Licorice Pizza. Historias que ya no se cuentan, momentos que ya no se saborean tanto como antes. Salas que no se llenan. Choques de trenes que ya no sorprenden tanto. Salir de la sala y querer comerse al mundo entero. Una gran película que, como diría el gran Paul Schrader, comienza cuando termina.
Si hay quienes piensan que el terror en el cine no está muerto (he aquí uno) es gracias a Blumhouse. La casa productora fundada por Jason Blum en el 2000, que hoy cuenta con un contrato de 10 años con Universal Pictures. Gran parte de los éxitos del género en la última década han llegado de su mano junto a directores y productores de la talla de Jordan Peele, Mike Flanagan, James DeMonaco, M. Night Shyamalan, Scott Derrickson y James Wan. Por ello ninguna de sus historias pasa desapercibida. M3GAN, película de terror es el primer film presentado por ellos en el 2023. Hoy podemos decir que se trata del primer éxito de este año en la industria. Luego de un accidente fatal, la pequeña Cady (Violet McGraw, The Haunting of Hill House) pierde a sus padres. Por ello, se va a vivir a casa de su tía Gemma (Allison Williams, Get Out) quien trabaja creando juguetes para niños. Ella justamente se encuentra en el proceso de crear algo nuevo para jugar. La tristeza de su sobrina la motiva a diseñar una muñeca que pueda ser, de la manera más realista, su nueva amiga. Así nace el modelo 3 androide generativo, M3GAN. A continuación, pasa lo que debe pasar. El objetivo de esta muñeca es simple. Debe proteger a Cady de peligros tanto físicos como emocionales. Pero eso, al mismo tiempo, no es algo fácil de comprender. Las respuestas de la muñeca se van haciendo cada vez más excesivas. A la par, irá creando un conciencia propia que la hará incontrolable. Otro ejemplo más en el cine de porque no debemos avanzar mucho con los robots. Ciertamente la premisa de la historia ya la hemos visto muchas veces. Sin embargo, M3GAN es muy entretenida por sus escenas ridículas, bizarras y graciosas. Como el ya famoso baile previo a cometer un asesinato, el Titanium (M3GAN’s Version), su forma de correr por el bosque, y sus increíbles outfits. La muñeca crea un vínculo muy especial con Cady, tanto que realmente da miedo. Blumhouse, con esta y varias de sus películas, ha demostrado que en el miedo hoy los demonios o el jump scare no son los protagonistas. Son medios, pero los verdaderos actores principales son las temáticas sociales que originan y motivan a los psicópatas. O a las muñecas asesinas. M3GAN como película de terror es un disfrute total. Hoy está consolidada en la taquilla como el primer gran éxito del 2023, incluso haciéndole frente a la secuela de Avatar. Con un presupuesto de 12 millones de dólares ya ha ganado 65 millones a nivel mundial. Esto, sumado a la gran campaña de marketing que han realizado, seguramente dará luz verde a una ansiada secuela.